Se conocieron en Los Ángeles hace un año y cuatro meses, se casaron en agosto de 2020 y ahora viven su gran momento: la dulce espera de su primera hija. “Estamos muy felices”, afirma la actriz y heredera de Mirta Busnelli
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Son las nueve y media de la mañana en Los Ángeles y a través del teléfono se escucha la voz de Anita Pauls (33) radiante de felicidad. “Veníamos con la idea de tener un hijo desde hace como un año. Siempre quisimos. Y finalmente se dio”, le cuenta a ¡HOLA! Argentina. El 11 de marzo, la actriz e hija de la gran Mirta Busnelli subió un video a su cuenta de Instagram y ahí dejó ver su pancita por primera vez: “Feliz de anunciar. Se viene la bendi”, escribió. “Estamos muy felices. Ahora estoy de siete meses y va todo bárbaro. Los primeros tres meses fueron la muerte. [Se ríe]. ‘¿Por qué me metí en esto?’, pensaba. Muchas náuseas, mucho cansancio. Me mataba la culpa porque por las náuseas no tenía nada de hambre y yo me decía: ‘No lo quiero matar de hambre, pobrecito mi bebé’. Después todo se acomoda y empieza el disfrute y ¡a comer a pleno!”, cuenta desde el departamento que comparte con su marido Brian (38), con quien lleva un año y cuatro meses de amor.
–¿Saben el sexo?
–Es una nena.
–¿Tienen el nombre?
–Ehh… Todavía no. Tiramos algunos, pero no está el elegido, aún tenemos tiempo para decidirnos.
–¿Hubo algún indicio, antes de hacerte el test, que te hizo pensar que estabas embarazada?
–Nuestro perro Max… Siempre me siguió mucho, pero empecé a notar que no se me despegaba ni un minuto, me seguía con la mirada todo el tiempo, se me metía en el baño. Como que empezó a protegerme mucho más. El cambio de comportamiento de Max fue como una señal de que algo estaba pasando.
–¿Te imaginabas a los 30 y pico siendo mamá?
–Siempre supe que quería ser madre y cuando empecé a acercarme a los 30, se despertaron muchas ganas de tener hijo. Por eso cuando conocía a alguien, me preguntaba si me veía teniendo un hijo con esa persona. No me daba estar en pareja por el sólo hecho de estar. Si yo tenía ganas de armar una familia, lo ideal era que la otra persona también estuviera en la misma sintonía. ¡Y Brian estaba en la misma! Por eso nos enamoramos y nos unimos tanto.
–¿Se casaron?
–¡Sí, en agosto del año pasado! Un mes antes de la concepción de la “bendición”. [Se ríe]. Hicimos todo muy prolijo. Fue un trámite porque por la cuarentena era todo muy complicado y además Brian y yo no tenemos familia en Los Ángeles. Sí tenemos ganas de hacer un viaje con nuestras familias cuando se pueda como una manera diferente de celebrar. Eso es más nuestra onda.
–¿Cómo fue la primera ecografía?
–En soledad. Por la pandemia, no dejaron que entrara nadie, ni el padre. Fue hermoso, muy emotivo, lloré con el barbijo puesto, pero sola. Me hubiera encantado compartir ese momento con Brian.
–¿Y cómo va a ser el parto?
–Tengo fecha para fines de junio y aparentemente a mediados de ese mes, en Los Ángeles reabrirían todo. Estaríamos volviendo a una cierta normalidad. Ojalá puedan venir amigos a visitarnos al hospital. Yo quiero parto natural e, idealmente, sin anestesia. Pero ojo, si me estoy muriendo de dolor, vamos con la pichicata de una, ¡eh!
–¿La imaginan de alguna manera?
–En la panza da unas vueltas tremendas y muchas patadas, así que imaginamos que va a ser incansable. Yo le digo todo el tiempo: “¡Tenés siete meses, no podés romper la habitación que te estoy alquilando dentro!”. Y físicamente es un misterio total cómo puede salir de este cóctel de colores que somos su papá y yo. Tenemos mucha curiosidad.
–¿Cómo fue contarle a tu familia esta gran noticia a la distancia?
–Creo que todos se la veían venir porque sabían que lo estábamos buscando. Al principio, mi mamá me decía: “Estás re loca, hace tres meses que lo conocés y ya quieren tener un hijo”. Le llevó tiempo hacerse a la idea, pero cuando se lo contamos, se puso muy contenta. Mis hermanos también, todos muy emocionados. Mis amigos de toda la vida, que hay muchos que están muy lejos de ser padres y pensaban que yo también estaba lejos, se quedaron medio boquiabiertos. [Se ríe]. De repente, había conocido a alguien, armamos una familia…
–¿Hace mucho que no ves a tu familia?
–Estuve en Buenos Aires en diciembre, necesitaba verlos. Además, hasta después del nacimiento, no sé cuándo voy a poder volver a Argentina. Fue divino, nos disfrutamos mucho, me llené de amor de familia y volví.
–¿Cómo fue la reacción de tu mamá cuando te vio con panza?
–Nos emocionamos tanto las dos… Si yo ya era llorona, no sabés lo que soy con el embarazo. Mis hermanos también están como locos. Antes me trataban como una princesa, imaginate ahora. Nico y Gastón se peleaban para ver quién me iba a buscar a Ezeiza. [Se ríe]. Muy, muy consentida… Quiero volver a Argentina siempre embarazada. [Carcajadas].
–¿Brian conoce a tus íntimos?
–Sólo por videollamadas. ¡Es muy loco eso! Yo conozco personalmente a casi toda su familia, menos a la mamá. Con el hermano, nos fuimos a Hawái hace muy poco.
–¿Cómo te imaginás como mamá?
–Por suerte, Brian es más estricto que yo y le copa ese rol. Entonces capaz que me pueda relajar con los límites porque él va a estar ahí para ponerlos. No sé muy bien, imagino que voy a aprender a ser mamá en el día a día. Espero que los miedos no me paralicen o me jueguen en contra y me dejen disfrutar de la maternidad.
–¿Y cómo ves a Brian como padre?
–Él es puro amor y así va a ser con nuestra hija, no tengo dudas. Pero también tiene ese costado disciplinado y ya sabe que quiere que estudie, que aprenda idiomas, que tenga dos años y sepa multiplicar y a los tres, sepa cuál es la raíz cuadrada de 100… Un plan diseñado para que sea presidenta de Estados Unidos. [Se ríe a carcajada].
–¿Qué sentís que cambió en vos con el embarazo?
–Estoy más resolutiva, más responsable y con una mirada que me corre del centro de la escena. Lo que haga de acá en adelante es también por mi hija y eso me da muchas energías.
–¿Seguís entrenando como antes?
–Sigo. De hecho, acá lo tengo a Brian esperándome para ir a entrenar. Ahora abrió el gimnasio y vamos cinco veces por semana. Lo necesito. Cuando tengo ganas de quedarme en la cama, obvio que lo hago, pero entrenar me calma y me hace muy bien física y mentalmente. Engordé quince kilos, pero no es un tema para nada. Como todo muy sano y natural. Cuando quedé embarazada estaba muy flaca, ahora me veo rellena, pero la felicidad está antes que nada.
–¿Qué te gustaría repetir con tu hija de la crianza que te dio tu mamá?
–Mi mamá siempre tuvo algo muy lúdico conmigo, de mucha libertad y permiso para hacer cosas y experimentar. Nunca tuve que reprimirme nada con ella, ni mentirle porque siempre había diálogo y nada era un “no” de antemano. Me gustaría construir con mi hija la misma relación de honestidad mutua que tenemos con mi mamá. Un vínculo honesto por sobre todas las cosas.
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