Relajada, se entrega a la charla con ¡HOLA! Argentina y nos cuenta de sus hijos y de cómo superó los momentos más difíciles tras la muerte de su marido, Federico Ribero, hace diez años
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Modelo top en los 90, empresaria gastronómica y la elegida por las mejores marcas de belleza y moda. Pero, por sobre todo, mamá de Francesca (21) y Stefano (18), los hijos que tuvo con el gran amor de su vida, Federico Ribero, que murió hace diez años tras batallar contra un cáncer de pleura. En ese entonces, cuando su mundo interior parecía derrumbarse, ella salió al ruedo con todas las fuerzas porque “acá soy el motor… Mis hijos eran muy chiquitos y tenía que sostenerlos. Por suerte, siento que nunca choqué contra el piso”, confiesa Andrea Bursten (50).
–¿Cómo estás hoy?
–Muy bien. Estoy pasando un buen momento personal. Obviamente con los altibajos de cualquier persona. Pero trabajo mucho conmigo para mantenerme estable emocionalmente y poder llevar adelante mi familia. Hago psicoanálisis y este año hice EMDR (una técnica psicológica terapéutica utilizada para atenuar los efectos negativos de los eventos traumáticos).
–No mucha gente conoce esta práctica.
–A mí me sirvió un montón. La terapeuta es especialista en traumas y trabajamos cosas que están trabadas. Por ejemplo, yo sufría de claustrofobia cuando viajaba en avión, la pasaba muy mal y ahora cuando viajé con los chicos a Europa pude hacerlo de otra manera. Es muy movilizante. También hice constelaciones familiares, biodecodificación... Es una manera de búsqueda y evolución. A veces, dejo por un tiempo la terapia tradicional, pero siempre vuelvo porque me hace bien, es un espacio interesante. Siempre hice porque mi papá es psiquiatra y mi mamá psicóloga, así que era un espacio conocido para mí. A veces, medito aunque te confieso que hubo momentos de resistencia. Lo bueno es que, si surge algo así, hay que superarlo y el resultado siempre es positivo.
–Y también entrenás el cuerpo…
–Sí, entreno cuatro veces por semana. Hago un poco de funcional con localizada. Me hace muy bien. Desde 1994 voy al mismo médico especialista en nutrición, como sano, consumo proteínas magras… Me siento y me veo bien.
–Mantener cuerpo, mente y alma en armonía…
–Hago mucho trabajo personal para mantenerme en eje. ¿Viste que en el avión, ante un caso de despresurización, te dicen que primero te pongas la máscara vos y después a los chicos? Bueno ese ejemplo aplica para la vida tal cual. ¡Ojo! Los primeros dos o tres años después de la muerte de Fede fueron durísimos. Hay momentos que guardo en la intimidad porque fueron terribles, con una tristeza enorme, pero si te quedás en eso no salís más. Y tenía que estar para los chicos. No sé si los acompañé espectacularmente bien, pero sí como pude y tratando de estar siempre estable.
–Y Andrea mujer, ¿en quién relaja?
–Qué buena pregunta. No me relajo mucho, no delego. Ojo, tengo a mis padres, mi hermana, la familia de Federico, amigos de fierro. Pero no me sale relajarme.
–Y ahora cuando ves a tus hijos grandes, ¿qué sentís?
–Un orgullo enorme. Francesca modela, pero estudia Diseño de Interiores y “Fefo” [como llaman sus íntimos a Stefano], Administración de Empresas y trabaja en el estudio de un amigo. Tuvieron una difícil, pero la llevan muy bien. Obvio, hacen terapia, están contenidos… Los veo grandes, con sus vidas, amigos, proyectos… Creo que hice un buen trabajo.
–¿Qué cosas comparten?
–Compartimos mucho. Hace poco hicimos un viaje los tres y fue espectacular. Nunca habíamos ido los tres juntos a Europa. Hicimos Madrid, Barcelona, Menorca y París. Nos reímos mucho, caminamos, nos perdimos por Londres y disfrutamos de eso… En la cotidiana, comemos a la noche los tres en casa y charlamos mucho. También trato de estar a solas con cada uno porque es necesario que cada uno tenga su espacio. Con Fefo a veces cuesta más porque es varón. Le digo: “Sabés que no soy papá, pero conmigo podés hablar cualquier cosa”. Él se ríe y me dice: “Ay, mamá, hay cosas que no voy hablar con vos”, pero sabe que puede hacerlo.
–¿Te inquieta el presente del país y pensar que quieran irse a vivir al exterior?
–Me preocupa el futuro de ellos, es una época muy complicada para proyectar. No me da miedo que se vayan a vivir a otro lado mientras encuentren su camino. Los iré a visitar. Francesca seguramente el año que viene va a viajar a hacer un intercambio a través de su facultad.
VOLVER A ENAMORARSE
Hace seis años, Andrea volvió apostar al amor con Damián Schuchner, un empresario textil que había sido su novio cuando tenía 15 años y con el que la vida la reencontró. Pero la relación terminó tras cinco años de novios. “Nos separamos hace un año. Duró un montón…”, nos cuenta.
–Y ahora, ¿estás abierta a estar en pareja nuevamente?
–Estoy abierta a conocer a alguien, aunque estoy pasando un muy buen momento personal. A veces la sociedad quiere empujarte a estar con alguien porque te ven sola. Pero hoy elijo estar sola y así estoy bien. No tengo ningún apuro.
MUJER TODOTERRENO
La ex modelo heredó y se hizo cargo de la cadena de restaurantes que lideraba su marido junto a su socio, Willy Reinwick. Además, hace muchas campañas en redes sociales con importantes marcas de belleza (protagonizó una para el Día de la Madre junto a su hija). En plena pandemia apostó a un nuevo emprendimiento, un sitio de e-commerce donde compartía todos los productos de moda, beauty y decoración que ella usaba, pero “cuando todo volvió a la normalidad se hizo difícil porque era complicado que los talleres pudiesen trabajar con marcas pequeñas y dejó de divertirme. Además casi no me queda tiempo”, remarca.
–¿Cómo te va en tu rol de empresaria gastronómica?
–Tengo un socio que es un genio. Willy es el mejor socio que pude haber heredado porque labura un montón, entiende el negocio y me apoyo mucho en él. Es un mundo complejo, pero los locales están en centros comerciales y eso los hace más estables, no tengo sobresaltos.
–Durante toda la charla hiciste mucho hincapié en el apoyo incondicional de tus amigos.
–La amistad es muy importante. Cuido mucho a mis amigos porque han estado ahí para ayudarme en momentos críticos de mi vida. Son de fierro. Aparte de la familia, obvio.
–En los últimos días, con la muerte de Silvina Luna, se habló mucho de los modelos hegemónicos que se imponen desde los medios. ¿Vos cómo viviste esa exigencia?
–Lo de Silvina fue un horror y si bien no la conocía, me dolió muchísimo y espero que se haga justicia. En mi generación de modelos tenías que ser flaca y alta. Yo siempre promuevo el ejercicio físico. Entreno, me mantengo magra pero sana. No te voy a negar que me hago cosas en la piel con mi dermatóloga. Soy muy estricta con mis rutinas de belleza, me limpio el cutis a la mañana, a la tarde y a la noche. [Se ríe a carcajadas]. Me pongo activos que hacen bien y el último año incorporé –¡y este es un gran tip!– sellar mis rutinas de belleza con aceite seco. Me tomo mi tiempo.
–¿Sentís que las nuevas generaciones son menos esclavas del cuerpo?
–No sé, no estoy tan segura porque las redes sociales y la presión del entorno siguen siendo muy fuertes. Creo que pasa por el laburo de cada uno. Aceptarse, quererse...
–¿Te asusta el paso del tiempo?
–No, es lo natural. Me gusta verme, soy muy regular con mis chequeos anuales, no me salteo ni uno. También les hago chequeo a los chicos, pero sólo de sangre porque son muy jóvenes.
–¿Te volviste más obsesiva con el tema salud después de lo de Federico?
–Le tengo más respeto sin “paranoiquearme” y valoro muchísimo tener buena salud.
Maquillaje: Joaquina Espínola
Peinado: Nacho López Fagalde
Agradecimientos: El Camarín y Santesteban
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