Visitó Bariloche y conoció Villa La Angostura junto a la modelo. “Sueño con tener una cabaña en el Sur”, asegura después de haberse enamorado de los paisajes de la Patagonia
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“Aunque parezca mentira, no soy un tipo muy viajado porque me dedico mucho a trabajar”, revela Alejandro Fantino (49), recién llegado a Buenos Aires, después de pasar unas minivacaciones en el Sur junto a su novia, la modelo Coni Mosqueira (27). “Fue mi primera vez en Villa La Angostura y ¡quedé alucinado! Había estado en 2019 por un almuerzo, pero en ese momento no tuve la oportunidad de recorrer”, le dice a ¡HOLA! Argentina el conductor de Fantino a la tarde y ESPN Fshow, que también visitó Bariloche. “Paseamos, hicimos trekking y conocimos lugares increíbles como Cerro Bayo –que todavía estaba cerrado para la temporada de nieve, pero nos ascendieron a los dos solos en una aerosilla– y la desembocadura del río Correntoso, uno de los más cortos del mundo. También visitamos el Parque Los Arrayanes y me encontré en esos bosques tocando los arrayanes sin guantes, ¡que es como meter la mano en una heladera! [Se ríe]. Además, disfrutamos de la gastronomía y comimos tanto chocolate que pensé que a la vuelta no me iban a entrar los trajes”, cuenta.
–¿Solés viajar por el país?
–Mis vacaciones en Argentina suelen ser cortitas, tipo escapadas: voy a Monte Hermoso en el verano, me gusta ir a pescar a Corrientes y hago microturismo en Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Pero el Sur pasó a ser mi lugar preferido. Históricamente era un tipo más de la playa y el calor, pero era porque no conocía... Hoy sueño con tener una cabaña en el Sur para viajar seguido y disfrutar de estos paisajes junto a Coni.
–¿Qué fue lo que más te sorprendió en este viaje?
–Sin lugar a dudas, ¡el color de los paisajes! Los había visto en verano, más iluminados por el sol, pero en invierno se tornan más profundos. Cromáticamente conocí cosas nuevas, sentí algo sublime. Coni también quería ir a hacer kayak en el Nahuel Huapi, pero hacía tanto frío que ganó el té con tortas. El ganador fue el strudel de manzana con crema que comimos en la casa de té Paila-Co en Bariloche.
–¿Organizás qué hacer previamente o te dejás llevar cuando ya estás en el lugar?
–No soy de organizar con anticipación cuando me voy de vacaciones, pero muy amablemente me escribió la gente de turismo por Instagram cuando vieron que estábamos allá y nos guiaron y recomendaron qué hacer. Además, a mí me gusta mucho hablar con las personas del lugar. Es típico de mí, puedo estar cuarenta minutos charlando con el dueño de un restaurante después de comer. Pobre Coni, por ahí es medio pesado de mi parte, pero ella ya me conoce, me entiende y me banca en esas charlas.
–¿Qué es lo que no puede faltar en tu bolso de viaje?
–Un libro. Me llevé para terminar El juego de los abalorios, de Hermann Hesse. En Villa La Angostura nos hospedamos en el hotel Luma, una casa de montaña frente al lago Nahuel Huapi, y a la noche pedimos que nos prendieran el hogar para leer frente al fuego disfrutando de un té. Nos encanta compartir momentos de lectura.
–En tu trabajo estás muy comprometido con la actualidad. ¿Te cuesta desconectarte?
–Justamente fue un tema que charlamos con Coni porque leyendo los diarios les escribí a mis productores por alguna nota y sentí la necesidad de explicarle a ella que disfruto tanto de lo que hago que no lo siento como un trabajo. No sé si la palabra es desconectar. Disfruto y agradezco el trabajo que tengo, entonces inevitablemente me encuentro produciendo alguna que otra nota en mis vacaciones y Conita lo entiende. Desconecto, pero no del todo.
–Las vacaciones pueden ser una prueba de fuego para las parejas que de golpe se encuentran las 24 horas juntos. ¿Cómo les resultó a ustedes?
–Creo que es imposible pasarla mal o no disfrutar más vívidamente de las vacaciones junto a Coni. Ella tiene alma de viajera: descubre lugares, te lleva de acá para allá, te saca a caminar, propone actividades, es compañera... Es un bombón en todo sentido. Disfrutamos de la gastronomía, de probar nuevos sabores, descubrir nuevos lugares. En la cuarentena nos mudamos juntos y estas vacaciones fueron tan placenteras como nuestra convivencia. Es más, te dije que no suelo planear las vacaciones con mucha anticipación, pero quedamos tan enamorados del Sur que en el verano queremos volver. Nos prometimos que nuestra próxima aventura será hacer la ruta de los Siete Lagos en bicicleta y en carpa.
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