Junto a la modelo Coni Mosqueira –conviven desde el inicio de la pandemia–, nos recibe en su mundo privado. En su primer reportaje juntos, hablan de su amor de tres años y medio, el deseo de formar una familia, los 50 de él, el retiro…
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Bienvenidos a casa! Es grande, pero no esperen grandes lujos. Prioricé el espíritu heredado de un hogar italiano en donde nada se tira y todo convive en el interior, donde cada detalle tiene una conexión sensorial y sentimental. Esta es la continuidad de mi vida”, dice Alejandro Fantino (49) y nos invita a recorrer su mundo: la casa que siempre soñó y que comenzó a construir hace cinco años en el barrio El Golf de Nordelta. “Quería que me conectara con mis raíces, por eso elegí el estilo toscano, que me recuerda a la casa de mis abuelos paternos en San Vicente, Santa Fe: era modesta, pequeña, de ladrillo, y le fueron anexando partes… Primero una despensa donde guardaban las conservas caseras, después un garaje y finalmente un galpón que mi abuelo, obrero metalúrgico, usaba como taller. Nunca vi que cambiaran una silla, aprovechaban todo. Así me crié, por eso en la decoración valoro lo sentimental sobre la estética”, reconoce, mate en mano, el conductor de Fantino a la tarde (América) y de ESPN FC, que supo construir una carrera en los medios de comunicación. A los 21, llegó a Buenos Aires “para dar clase de tenis, pero por esas casualidades de la vida terminé relatando a Boca en radio Mitre”.
En su espectacular refugio, con “alguno guiños rústicos y muy vivible”, Alejandro convive desde el inicio de la pandemia con su novia, la modelo bahiense Constanza Mosqueira (27). “Es la primera entrevista que damos juntos”, revelan.
–¿Cómo nació su historia de amor?
Alejandro: Nos conocimos una noche de diciembre de 2017 en la disco Tequila, unos días antes de Navidad. Como los dos somos del interior, cada uno viajó a sus pagos para pasar las fiestas, y después yo fui a verla a Punta del Este. ¡Y no nos separamos más!
Coni: ¡A la semana ya estábamos de novios! Me sorprendió, porque pensé que no iba a prosperar.
–¿Por qué?
–Primero porque era él, “Alejandro Fantino”. Hermoso como es, me lo imaginaba soltero y mujeriego. Además, no me gustaba la idea de salir con alguien famoso.
–Se llevan veintidós años. ¿Sintieron, sufrieron la diferencia de edad?
Coni: Yo siempre tuve novios más grandes. Me gusta estar al lado de alguien con experiencia, que pueda admirar. Y cuando conectás con una persona, te llevás bien y estás en la misma sintonía, la edad pasa a ser un número.
Alejandro: Totalmente. La edad es netamente biológica. Conectamos y tenemos una vitalidad que va de la mano.
–Alejandro, ¿qué te enamoró de Coni?
–A primera vista, me deslumbró su belleza. Y rápidamente descubrí virtudes que me enamoraron profundamente: su simpleza –difícil de encontrar en el medio– y su tranquilidad. Conita es simple en sus gustos, es humilde y terrenal. Y me transmite paz, especialmente en mis momentos de mayor estrés y locura.
–Y a vos, Coni, ¿qué te sedujo de Alejandro?
–Que a pesar de que es conocido, es muy simple, sencillo. En este medio más de una vez me crucé con famosos que viven en su esfera de cristal, pero Ale es re normal, humilde, muy generoso y atento con todos. ¡Pensaba que los hombres románticos y caballeros estaban en extinción hasta que lo conocí! Siempre está tratando de ayudar: a mí, a sus amigos, o a un desconocido que se le acerca y le pide una recomendación a la hora de estudiar periodismo y él se queda charlando, siempre alentando.
–¿Qué pasatiempos comparten?
Alejandro: Hacemos mucho deporte. El año pasado Conita arrancó con clases de tenis y peloteamos juntos. También salimos a caminar y a andar en bicicleta tres veces por semana. Además, dentro de nuestras rutinas laborales intentamos cruzarnos durante el día para compartir alguna salida. Con la pandemia la acerqué a la lectura y ella me introdujo en el mundo de las series.
Coni: Leer es su mayor vicio… ¡Puede estar horas! Le encanta la filosofía; yo prefiero las novelas. Me volví una fanática de Florencia Bonelli. Y la lectura pasó a ser un buen plan para hacer juntos… Pasamos horas leyendo en su oficina.
–¿Cómo fue el debut en la convivencia?
Alejandro: La pandemia aceleró un poco los tiempos. Coni igualmente sigue teniendo su departamento en Capital y a veces si tiene que estar temprano en el centro, se queda a dormir allá.
Coni: Con la convivencia nos conocimos más en profundidad, y nos fortaleció como pareja.
–¿Duermen en cuartos separados?
Alejandro: Yo lo recomiendo… ¡pero Coni no lo acepta! Creo que es algo que está atravesado fuertemente por una cuestión cultural… No te vas a amar menos por dormir dos noches en cuartos separados. Tal vez tuviste un día complicado y dormís mejor. Yo soy grandote, mido 1,84, y me muevo mucho. También me pasa que soy hijo único y siempre dormí solo, y Coni dormía con sus hermanas. Ella me enseña a compartir. Con la plata soy desprendido. Pero en algunas pequeñas cosas, no, me sacás mi lapicera y me vuelvo loco. [Risas].
Coni: Es de público conocimiento que Ale dormía en cuartos separados con parejas anteriores, pero para mí eso no es negociable. Cuando no dormimos juntos es porque no estamos bajo el mismo techo. En la casa, como es tan grande, me armé mi sector y tengo un cuarto donde me maquillo y lo uso para sacarme fotos, porque en la cuarentena muchas marcas me mandaban sus productos para generar contenido. Pero ahí no llegué a dormir ni la siesta.
Alejandro: Ese cuarto también lo usamos si recibimos visitas, y el día de mañana será para nuestros hijos.
LA BODA RELIGIOSA Y EL DESEO DE SER PADRES
–¿Tienen planes de formar una familia?
Alejandro: Sí, lo tenemos hablado. Yo ya tengo un hijo, Nahuel (29), que vive en Córdoba. Tenía 20 años cuando fui papá. Lo conocí cuando él tenía 11. Pudimos recuperar el tiempo perdido y sanar heridas, pero no viví el nacimiento, el tema de cambiar pañales y eso me seduce. Me encantaría volver a ser padre. Creo que me llegaría en un lindo momento de mi vida. Hoy mi libido está puesta en el trabajo y en el estudio [sigue la Licenciatura de Filosofía a distancia en la Universidad Católica de La Plata], pero me encantaría repartirla con la paternidad.
Coni: Siempre soñé con ser una mamá joven. Y si bien un bebé no está en en los planes inmediatos, me gustaría que fuera con Ale.
–Hace poco Alejandro dijo que de tener un hijo juntos, le gustaría llamarlo Riquelme. ¿Vos estás de acuerdo?
–Antes que nada, quiero aclarar que no estoy embarazada. Y si tengo un hijo no se va a llamar Riquelme, ni Román, ni Diego Armando. Por ahí Román para un perrito sí. Soy cero futbolera, miro fútbol una vez cada cuatro años en el Mundial porque todos a mi alrededor lo están viendo. Y volviendo al nombre, es algo consensuado, pero creo que descartados los futboleros. Además, seguro que Ale va a proponer algún nombre filosófico o de la antigua Grecia. Veremos llegado el momento…
–Ya sueñan con los hijos, ¿les gustaría casarse?
Alejandro: Sí, ¡claro! Me encantaría casarme por Iglesia y hacer una linda fiesta. Cada vez que voy a un casamiento siento ese “algo” que te aleja de la muerte, por toda la alegría que simboliza.
Coni: Una boda no me moviliza tanto como el hecho de ser madre. Si me caso por Iglesia creo que sería más por una tradición familiar, porque soy creyente pero no practico. Ale tiene una conexión muy fuerte con San Expedito, y justo es la única estampita que llevo en la billetera desde los 15 años.
–Ale, en tu casa tenés un altar, ¿cómo es tu relación con la religión?
–Todos los días antes de irme a trabajar paso por mi pequeño altar y agradezco lo que tengo. Soy católico, pero el hecho de creer acríticamente no me pasa. Tengo una visión parecida a la de Baruch Spinoza que consideraba que Dios estaba en la naturaleza misma, en todos lados… en el vuelo de una mariposa, el crecimiento de un pino, una gota de lluvia. Mi conexión con la religión pasa por tratar de ser el mejor tipo que pueda, sin molestar a nadie. Los orientales lo consideran karma, o buena vibra. Si en algún momento se me fue la mano –o más bien la lengua– me volvió. Considero que hay que hacer el bien para tener una buena vida. La gente que hace el mal termina destruida.
LA FAMA, SU CUESTIONADA SEXUALIDAD Y LA FELICIDAD DE “LO SIMPLE”
–¿Qué es lo que más disfrutás de la fama y lo que más sufrís?
–De la fama no hay nada que me incomode. ¡Sería un idiota si me molestara que me pidan una foto cuando estoy tomando un café! Me da felicidad que la gente me reconozca, me salude y me quiera… No lo cambiaría por nada.
–¿Te molesta cuando te preguntan sobre tu sexualidad y te vinculan sentimentalmente con Luciano Pereyra o Adrián “Polaco” Bastía?
–No, pero me resulta bizarro. Igualmente creo que no se puede analizar algo que no es. Si hubiese tenido que contar algo acerca de mi sexualidad o de mi vida privada, ya lo hubiese contado. Las versiones no me afectan en lo más mínimo.
–Estás en un lugar de mucha exposición, ¿te resulta difícil domar el ego siendo una persona pública?
–De por sí el ser humano anda montado en un ego que no le corresponde en lo más mínimo. Tal vez a los 30 se me fueron más los pies de la tierra, pero hoy hago un trabajo de introspección permanente para que eso no ocurra. Y aclaro algo: muestro mi casa desde el orgullo, no desde la soberbia.
–En Argentina, suele haber cierto pudor y culpa de mostrar lo que uno tiene, ¿por qué creés que ocurre?
–No lo sé, pero tengo casi 50 y si no puedo compartir la casa que me hice después de veintisiete años de carrera, estamos muy mal… Yo no soy un millonario, sólo tengo mi casa, la casa que soñé. Si mañana dejara de laburar durante cinco años, tendría que venderla. Tampoco tengo grandes ahorros: soy de disfrutar el aquí y ahora. No me interesa acumular. Lo que me quede de vida, quiero ser feliz.
–¿Qué te hace feliz?
–Salir a pescar, andar en bicicleta, leer, ir a la tele a laburar, compartir mi vida con Coni. Tengo salud… Soy feliz con lo simple, lo cotidiano.
–En breve cumplís 50, ¿sos de hacer balances?
–Sí. Y te diría que a lo largo de toda mi vida le di mucho a mi carrera y creo que por eso me fue bastante bien. Pero también espero, en los años que tengo por delante, dedicarle más a mi vida personal: me gustaría tener hijos con Coni, terminar mi licenciatura y hacer un doctorado en filosofía y tal vez dar clases o dedicarme a la investigación. Si estos planes dañan mi carrera televisiva, lo lamentaré… El desafío va a ser encontrar el balance.
Producción: Sergio Bárbaro
Maquillaje y peinado: Ariel Coronel
Agradecemos a Fausto Milano, Cipriano Joyas, Carrington, Adrián Brown, Aldo, Cocinas de Otro Tiempo
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