Abogada y periodista, dice: “cuando estoy enamorada soy un poquito intensa, pero también cariñosa y atenta”
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Todo en ella revela su origen litoraleño (nació en Chaco y se crio en Formosa): desde la inconfundible tonada, su apego al río y al calor, hasta la destreza con la que en pocos minutos prepara la chipa para sus invitados (aunque en Buenos Aires lo conocemos como “el chipá”, en Formosa, Misiones y Corrientes se dice “la chipa”, acentuando la “i” sin tilde). Mujer de siesta y chamamé, Alejandra Maglietti (38) es abogada y periodista, y aunque lleva muchos años viviendo en la capital del país, sigue extrañando las costumbres de su tierra. Fue modelo, tapa de la revista Playboy y alcanzó su pico de fama como la pareja del futbolista Jonás Gutiérrez, del que se separó en 2019. Ahora, y tras desbaratar varios de los prejuicios de gente que no la tomaba en serio “por rubia y linda”, se destaca como panelista en Bendita TV y en la primera mañana de radio Pop con Lizy Tagliani en Arriba, bebé, además de ocuparse de su estudio jurídico, vive en pareja con su novio desde hace casi dos años, Juan Manuel, un abogado ligado a la industria de fabricación de envases de bajísimo perfil.
–Si tuvieras que elegir entre periodismo y abogacía, ¿qué elegís?
–Me divierte más el día a día del periodismo, porque tiene esa cosa de último momento que genera adrenalina. Igual, últimamente trato de combinar ambas profesiones porque creo que a esa adrenalina le puedo agregar una visión más jurídica de alguna cuestión o de algo de lo que está pasando.
–¿Cuáles son tus inseguridades?
–Odio las victimizaciones y no quiero parecer víctima de absolutamente nada, pero soy un poco insegura. Y tiene más que ver con un diálogo interno que uno tiene, a veces muy negativo, que con otras inseguridades, como las estéticas, por ejemplo.
–¿Tus inseguridades eran estéticas?
–Cuando era más joven, sí. Después, con el tiempo, las estéticas se convirtieron en las menos pesadas y me pesan más otras ligadas al trabajo, a si preparé lo suficientemente bien un tema, si las palabras que usé eran las adecuadas, si contesté como tenía que contestar, si utilicé el tono correcto en todo momento.
–Tal vez sentías que no encajabas en el arquetipo femenino más hegemónico.
–Claro, cuando empecé a ser modelo no había tanta deconstrucción y me tocó atravesar una época bastante dura con respecto al peso. Nunca fui una chica superdelgada y en Argentina hay una obsesión tremenda con la extrema delgadez, en la que yo nunca encajé perfectamente. Siempre fui diferente, tengo un peso y una estatura que no se adaptan a ese arquetipo. Recién ahora tengo la capacidad de darme cuenta de que soy lo que soy, pero a los 20 me tapaba el cuerpo, me ponía pareos para desfilar porque decían que mis piernas eran anchas, que era demasiado petisa, que era demasiado todo… Y eso me generó mucha inseguridad. Más de una vez, cuando llegaba a un desfile y veía mi perchero, me quería matar, porque me tocaban cuatro hilos dentales y la de al lado tenía cuatro vestidos largos divinos. No les echo la culpa a los demás de mi inseguridad, pero hoy, con el paso del tiempo, muy por el contrario, me percibo segura, porque pude atravesar todo eso, superarlo y estoy acá perfectamente. La vida siguió y yo no me dejé llevar por esos comentarios, ni permití que me limitaran.
–¿Qué te llevó a tomar la decisión de congelar óvulos?
–Postergué la decisión bastante tiempo porque estaba en la duda de si quería hacerlo o no, hasta que me di cuenta de que más allá de mi duda, no me quería quedar sin esa posibilidad. Si en unos años descubro que quiero congelar tal vez ya no puedo, así que lo hice por si acaso. Tomé la decisión y estoy feliz, porque ahora vivo en pareja, me gustaría ser mamá, y siento que eso me da la herramienta para concretarlo en algún momento. Si bien no es una garantía absoluta, la posibilidad está y eso me genera tranquilidad.
–¿Tenés algún límite interno para encarar la maternidad?
–No me puse a pensar en un límite de tiempo para mí, porque no sé lo que me espera en la vida, pero sí sé que hay un límite ético de las mismas instituciones médicas que hacen estos procedimientos, que es los 50 años.
–Tenés 38, si quisieras seguramente podrías ser mamá naturalmente.
–Sí, pero uno también dice: “Bueno, los congelo porque por ahí quiero tener otro más adelante”, no sé, nunca se sabe. Supongo que ahora podría ser mamá de manera natural, tendría que consultarlo con el médico. Pero saber que tengo mis óvulos congelados me genera sensación de seguridad.
–¿Te arrepentís de algo?
–No soy muy arrebatada ni de hacer cosas de las que me arrepienta totalmente. Pero sí me arrepiento de la manera en que por ahí viví ciertas cosas. Situaciones que quizás no son tan graves, pero cuando me pongo a pensar el nivel de estrés o el nivel de exigencia con el que viví, desde estudiar una carrera hasta tomar un avión, un poco me arrepiento, porque eso me hizo daño, después tuve fobia a volar y ataques de ansiedad. Es eso, me arrepiento más de la manera en que estructuré mi forma de ser o de pensar que de cosas que realmente hice.
–Siempre hablaste de las intervenciones quirúrgicas que te hiciste sin ningún problema. ¿Sos sincera para todo?
–Siento que no me hice tantas cosas. Uno ve otros ejemplos y ahí me doy cuenta de que no me hice nada con respecto a lo que me podría hacer o a las posibilidades que tengo de hacerme muchas más cosas. En realidad, elegí no hacerme demasiado: me puse un poco de botox y ácido hialurónico. Y tampoco tengo que dar explicaciones de si me gusta así o de otra manera, cada uno elige cómo verse. ¿Por qué voy a negar que me operé las lolas cuando es una realidad? Yo lo cuento también porque para mí, decirlo es una manera de blanquear la posta, porque no me gustaría decir que no me hice algo y que se note mucho que sí me lo hice. Como que sentir que tomo al otro de estúpido no está bueno, porque me molesta cuando me lo hacen a mí, entonces trato de no hacérselos a los demás. Siento que, si miento en eso, me saco credibilidad en otras cosas, porque si te miento en esa estupidez, ¿por qué no te voy a mentir en otra? Yo no miento y no me gusta la mentira, no me gusta la gente que miente. Si descubro que alguien me está mintiendo, aunque sea una estupidez, automáticamente empiezo a descreer de esa persona. Y no me gustaría que a la gente le pase eso conmigo.
–¿Cómo sos cuando estás en pareja?
–Un poquito intensa. [Risas]. Me gusta estar con esa persona, compartir tiempo. Soy cariñosa, bastante atenta y pretendo que también lo sean conmigo. Me gusta estar pendiente, no te voy a dejar en banda nunca, soy superleal y compañera.
–¿Perdonarías una infidelidad?
–¡Ay, no lo sé! Pero te voy a decir que no, para que después no sienta que tiene un permiso que no le quiero dar. [Risas].
–Si fueras infiel, ¿lo confesarías?
–No sería infiel directamente. Para mí, la infidelidad es una deslealtad y si empiezo a ser desleal ni siquiera estaría cómoda conmigo misma. Tiene que ver más conmigo, con lo que espero para mí, porque no respeto a la gente que es desleal. Además, alguien que lastima a la persona que quiere y que confía en uno no es tan buena persona.
–¿Qué vínculo tenés con Formosa?
–Iba mucho más, después la voracidad del trabajo hizo que no vaya tanto, algo que me recrimino constantemente porque mi abuela tiene 97 años y siento que no paso el tiempo suficiente con ella. También por mis viejos, porque el tiempo va pasando y el tiempo que no compartiste con tu familia no va a volver.
–¿Cómo es la relación con esa abuela de 97?
–Hermosa, la relación con mi abuela es maravillosa. Yo nací cuando mi mamá era muy joven, entonces mi abuela estuvo muy presente en mi vida desde siempre. Hablamos todo el tiempo. Ojo, que tiene 97 pero con cuenta de Instagram, Facebook y maneja Whatsapp. [Risas]. Me manda reels, quiere saber todo, y está pendiente de lo que hago. Mira los programas en los que estoy, guarda los recortes de las revistas, es lo más. Además, somos muy parecidas. Ella es re coqueta: se pinta los labios para salir, se peina para hacer los mandados, usa ropa animal print y taquitos. Mi abuela siempre se vistió como si fuera Jackie Kennedy, pero en Formosa, ¡imaginate! [Risas]. Y yo hacía lo mismo, siempre fui de estar arreglada, producida. Antes muerta que sencilla. [Risas].
Maquillaje y peinado: Natali Pommasonco para Sebastián Correa Estudio
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