A un año de su casamiento por civil, el campeón del mundo y la influencer de fitness celebraron su unión junto a 180 invitados
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Fue un festejo por partida triple. El 27 de diciembre, a un año exacto de su paso por el Registro Civil, Nicolás Tagliafico (30) y Carolina Calvagni (28) celebraron su amor con una boda marcada, indefectiblemente, por el triunfo de la Argentina en el Mundial de Qatar. Tanto que, después de una ceremonia romántica y emotiva, los novios entraron al salón principal de El Dok Haras, en Exaltación de la Cruz, al ritmo de “We Are The Champions” de Queen, con la medalla de oro y una réplica de la copa. Incluso, los 180 invitados recibieron una camiseta de la Selección como souvenir. También había gorros Piluso, tatuajes temporales y cotillón alusivos a “La Scaloneta”, como se llama al equipo nacional campeón del mundo.
“La boda fue mejor de lo que soñé. Celebramos junto a nuestros amigos y familiares íntimos, nos gustaba la idea de que esté la gente que nos quiere y comparte con nosotros nuestra relación. No invitamos a nadie por compromiso, por eso no fueron tantos invitados”, contó la influencer de fitness a ¡HOLA! Argentina.
Alrededor de las 18:30, a bordo de un Mercedes-Benz 280 SL, Caro llegó junto a su padre, Daniel, al lugar donde se celebró la ceremonia. “Cuando me vio vestida de novia por primera vez fue el momento más emocionante; lloramos mucho”, recordó Calvagni sobre ese encuentro padre e hija que jamás olvidará. Luego, mientras atravesaba el camino de espejos hacia el altar coronado por un arco decorado con flores -como ella misma le pidió al ambientador Martín Roig-, toda su atención se centró en el hombre de su vida, que la esperaba ansioso para dar nuevamente el “Sí, quiero”. “Tenía una mezcla de emoción y nervios, pero fue increíble”, confesó ella.
VOTOS DE AMOR ETERNO
Esta historia de amor que comenzó en 2014 a través de Facebook, cuando Tagliafico jugaba en Banfield y Carolina cursaba la carrera de Despachante de Aduana (que dejó para irse a vivir con el futbolista a Ámsterdam a fines de 2017), tuvo su broche de oro con los románticos votos matrimoniales que intercambiaron delante de sus seres queridos. “Me imagino teniendo hijos y siendo viejitos y poder mirarte a los ojos de nuevo y recordar este momento. Nuestra vida es como una película, donde van pasando imágenes y en cada una de ellas somos felices”, fueron las palabras del campeón mundial, que le propuso matrimonio a su pareja en las islas Maldivas, inmediatamente después de ganar la Copa América. La flamante novia también abrió su corazón: “Sos mi mejor amigo, mi familia, mi hogar, mi lugar seguro. Me enseñaste a amar con todo mi corazón, ese corazón que late fuerte y vive por vos. Gracias por completarme, por hacer que cada día valga la pena, por ayudarme a ser mejor y mostrarme que los sueños están para cumplirse. No me imagino mi vida si no es a tu lado”.
Otro de los momentos más emocionantes fue cuando quien oficiaba la ceremonia nombró a Galo, uno de sus dos perros (la otra es India) que los acompañan desde el inicio de su relación, y Caro no pudo evitar romper en llanto. “Hacía muchos días que no los veía y me hubiese encantado que estén conmigo y llevaran los anillos, así que le acercaron un pañuelo a Nico y me secó las lágrimas”, relató sobre ese instante.
FESTEJO MUNDIAL
Luego de la ceremonia hubo un cóctel de recepción con mesas y sillones bajos ubicados al aire libre, barras de tragos (el preferido de Caro fue la caipiriña de frutilla y los de Nico, el Moscow Mule y el Fernet con cola) e islas de comida con bocados fríos y calientes, bar de sushi y mariscos, un puesto criollo con achuras, tablas de quesos, bruschettas y más.
Luego, los invitados accedieron al salón principal, donde –a pedido de la novia– las flores también fueron protagonistas de la ambientación. Allí, degustaron costillar con milhojas de papas como plato principal y, como postre, volcán de chocolate y crème brûlée de dulce de leche. El brindis y el corte de la torta (una chocotorta, para salir de lo tradicional, al igual que para el civil, donde hubo Rogel) fue hecho en cuanto terminaron de comer, así la novia podía pasar al segundo cambio: un sensual minivestido de la firma española Ze García, que acompañó con zapatillas blancas Balenciaga para bailar cómodamente.
Para agasajar a sus invitados, Caro y Nico pusieron a su disposición un sector de maquillaje y peluquería, un stand de glitter para sumarle brillo a la noche, un puesto con ramos de flores, diversos spots para sacarse fotos y una base 360° para imágenes en cámara lenta.
Previo a que la boda se tiñera de celeste y blanco, hubo cotillón con vinchas de flores, chalecos con luces y stickers. El momento de máxima diversión fue de la mano de unos disfraces inflables. La mesa dulce y el candy bar no pasaron inadvertidos y, como final de fiesta, después de tanto baile, hubo pizzas y sándwiches de milanesa. Y, para el regreso a casa de madrugada, se repartieron medialunas y vasos térmicos de café con los nombres de los novios.
Fotos: Gus y Flor
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