Terminó la carrera de cine, trabaja en una productora y prepara un documental sobre el reconocido director
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En su departamento de Belgrano atesora un afiche de Heroína –una de las películas más famosas e icónicas del cine argentino que escribió y dirigió su abuelo, Raúl de la Torre, en 1972–, algunos libros de cine nacional donde su apellido ocupa varias páginas y muchos vinilos. Tiene 25 años, pero mucha claridad sobre los pasos que debe seguir para lograr un nombre propio en el mundo audiovisual. Mientras prepara su tesis para la Universidad del Cine, Victoria de la Torre trabaja en Rita Films, donde se desempeña como productora ejecutiva y prepara un documental donde narrará, desde su mirada, una parte del mundo de su laureado abuelo. Cuando cursaba el último año del secundario en el colegio alemán Pestalozzi no tenía muy claro qué estudiar. “Me lo tomaba con mucha seriedad, no estaba en mí pensar que si me equivocaba podía cambiar de carrera. Me gustaba la arquitectura, pero también la astronomía. O sea, nada que ver una cosa con otra y decidí hacer un test vocacional”, nos cuenta. Casi como un mandato heredado, la primera opción que salió fue cine. “Tiene mucho sentido, pensé”. Se anotó en la FUC, la universidad de cine fundada por el director Manuel Antín (que fue amigo de su abuelo), hizo la licenciatura y ahora prepara la tesis. “Todos piensan que esta pasión por el cine es por mi abuelo, pero mi papá Esteban de la Torre, que es médico, fue el que más me enseñó, él es un apasionado del séptimo arte. Cuando era chica veíamos juntos pelis de Stanley Kubrick. De hecho, tiene una filmoteca en su casa y un excell con todos los títulos rotulados”, asegura.
–¿Con tu abuelo hablabas de cine?
–Mi abuelo tenía una vida muy nómade. Durante muchos años no nos vimos. Cuando yo tenía 14 años y mi hermano Julián 19, decidimos llamarlo para empezar a vernos más seguido. Se puso muy contento. Nos contaba anécdotas, íbamos mucho al cine… A los nueve meses exactos de nuestro reencuentro, murió. El mismo tiempo que lleva un embarazo. Me parece toda una metáfora. De hecho, mi hermano es escritor e hizo un poema que habla de ese período juntos.
–Te quedó pendiente contarle que ibas a seguir sus pasos.
–Me hubiese gustado compartir eso con él, escucharlo. Yo de chica no tenía dimensión de lo que significaba mi abuelo, de lo que había hecho. Cuando nos reencontramos no tenía idea de lo que iba a estudiar. De hecho, cuando estaba en tercer año de la carrera comencé a sentir cierta tristeza por eso, sobre todo cuando algunos profesores comenzaron a preguntarme si yo tenía algo que ver con el director De la Torre. Un día fui a la biblioteca de la universidad a buscar una película que necesitaba para un trabajo práctico y me topé con un video que decía “Entrevista a Raúl de la Torre en la FUC”. Me lo traje a casa. Era una charla que había dado mi abuelo en 1998 a estudiantes que cursaban en ese momento el mismo año en el que estaba yo. Había un primer plano de él hablándole a una estudiante: “¿Por qué querés estudiar cine?”. Fue muy fuerte porque sentí que esa chica podía ser yo.
OTRO ENCUENTRO MÁGICO
Fue en 2017 durante una proyección de Pobre mariposa, dirigida por su abuelo. “Ahí conocí a Graciela Borges. Ella no sólo fue su actriz fetiche, sino también fueron pareja y muy amigos. Hablaban casi todos los días, hasta el día anterior a su muerte. Nos pasamos los teléfonos y se creó una relación de mucho amor. Yo no tengo abuelos vivos y ella se transformó en mi abuela. Es un privilegio estar cerca de Graciela, es muy generosa. Le cuento todo. Desde mis problemas amorosos hasta la ropa que me voy a poner. Tanto ella como su hijo Juan Cruz se transformaron en familia”, cuenta Vicky amorosamente.
EL ARTE EN SU ADN
“Cuando estaba haciendo la materia Dirección 4 comencé un proyecto personal que en algún momento saldrá a la luz: un documental en primera persona, de mi mirada como nieta de Raúl, la identidad, la intimidad de nuestro vínculo”, dice.
–Tu abuelo estaba escribiendo un guion cuando murió, ¿te animarías a terminarlo?
–No creo, siento que no es algo que me pertenece. Tampoco pude leerlo porque, si debo ser sincera, no sabemos dónde está. Se perdieron algunas cosas.
–¿Qué te parecen sus películas?
–Tardé mucho en ver algunos de sus films porque tenían mucha carga emotiva para mí. Pero creo que en algunas cosas fue muy de avanzada para la época. En la mayoría de sus trabajos, las mujeres eran las grandes. Una de las películas de él que más me gusta es Crónica de una señora, con guión de María Luisa Bemberg.
–Hacer cine en Argentina no es fácil. ¿Pensaste en irte a vivir al exterior para potenciar tu carrera?
–No. A mí me gustaría hacer cine en mi país… Me cuesta mucho pensar en vivir afuera, soy muy apegada a mis afectos. Quizás podría irme unos meses a Alemania porque hablo muy bien el idioma; de hecho, doy clases de alemán, y mientras estaba en la secundaria hice un intercambio estudiantil en Berlín. Es un lugar que me gusta muchísimo y que les da muchas oportunidades a los jóvenes, pero sólo lo haría por poco tiempo.
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