El médico nutricionista cuenta cómo vive su segunda etapa de paternidad junto a su mujer, Estefanía Pasquini, y su hijo de 2 años, y revela sus sueños pendientes
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“Soy como Highlander”, dice Alberto Cormillot (85), entre risas, haciendo referencia a ese personaje de ficción que era inmortal, mientras lleva en brazos a su hijo Emilio, de 2 años y medio, fruto de su matrimonio con la nutricionista Estefanía Pasquini (38). El reconocido médico, que hace dos años batalló contra un cáncer de riñón, por estos días se repone de las fracturas de tres costillas que sufrió el mes pasado tras tropezarse con uno de los juguetes de Emilio. “También estuve otra vez internado porque además me había pescado un virus… pero ya estoy mejor. La semana pasada volví a trabajar”, cuenta sentado en el jardín de su casa de Vicente López.
–¿Y las costillas no le duelen al hacerle upa a Emilio?
–Un poco sí, pero tampoco tanto. Todas las noches él viene a nuestra cama y se tira arriba de mí y jugamos. Si bien le gusta jugar con los autitos y una colección de dinosaurios que le regalé hace poco, se engancha con actividades más físicas. Tengo tres costillas rotas, pero mirá si le voy a explicar eso a él... Le encanta empujarme con la almohada, hace lo que quiere conmigo y yo lo dejo. [Se ríe]. Yo sólo quiero disfrutarlo, el dolor ya me tiene sin cuidado, con tal de que juegue conmigo no me importa.
–¿Llegaron a la instancia en que él pide cualquier cosa y usted le dice que sí?
–No, no hacemos sólo lo que él quiere. Si no le ponés límites a un niño le estás haciendo daño. Tal vez la madre es un poco más flexible y quiere darle todo, pero yo le pongo un freno. No me cuesta decirle que no. Por ejemplo, tenemos una regla en casa que es que cuando comemos no se ve tele - visión. Por ahí Emilio arma un poco de lío, protesta, pero después se le pasa.
–¿Cómo está viviendo esta segunda paternidad?
–Es raro, distinto a lo que viví cincuenta años atrás. Creo que hoy soy más responsable del vínculo con Emilio de lo que fui con mis primeros hijos, Renée (56) y Adrián (50). Reconozco que a Emilio le estoy dedicando más tiempo que el que les di a los mayores y tenemos una relación muy entrañable. Cuando me dice “Quiero ir con vos, papá”, siento que es una de las cosas más lindas que me pueden pasar. Pensá que él es muy mamero, así que cuando pide estar conmigo eso para mí tiene un significado muy especial.
–¿Qué cosas comparten? Recién contaba que Emilio se engancha con los juegos más físicos y usted practica danzas aéreas, entre otras actividades…
–Sí, trato de hacer toda la actividad posible porque eso me recarga de energía, me da vitalidad. Los lunes y jueves voy a buscar a Emilio al colegio y caminamos dos cuadras en las que vamos charlando y él me cuenta de sus cosas. Esos mismos días, tengo clases de tap y él viene y hace tap conmigo. Los viernes tengo tango y Emilio también viene y mira. Los sábados viene un profesor de gimnasia a darnos una rutina a mí y a Estefanía, y ahí Emilio, a modo de juego, también se engancha. Los días que hago danzas aéreas me acompaña porque le encanta hamacarse conmigo.
–No para un minuto…
–Sí, también descanso, leo, estudio. El viejismo es eso que la gente cree que deberías hacer según la edad que tengas. Lo peor de todo es que hay personas que compran eso para sí mismas y se limitan porque creen que ya a su edad no deberían estar haciendo una u otra cosa. El otro día escuché a alguien decir que tener hijos a una determinada edad no era correcto, y eso para mí es sólo una opinión. No es una regla, no es una orden; es su opinión y nada más. Y está bien. Es de alguien que piensa distinto o que piensa lo mismo que pensábamos Estefi y yo antes de conocernos. [Sonríe]. Cuando conocí a Estefanía no estaba en mis planes tener otro hijo. En nuestro caso, fue un deseo en conjunto que nació casi enseguida. Yo creo que no tuvimos más alternativa que tener un hijo, no nos íbamos a separar.
–¿No tuvo miedo?
–Claro que sí. En su momento tenía miedo de que Estefanía no pudiera quedar embarazada. Hubo un profesional que no nos quiso atender, otro que nos dijo que era imposible, hasta que encontramos al indicado que nos dijo “Vamos a intentarlo”. Y lo logramos. Hoy mi miedo es no poder acompañar a Emilio en todo lo que necesite, que en algún momento mi cuerpo no funcione.
"“Estefanía es hermosa, una compañera excepcional. Desde que estoy con ella tuve tres o cuatro enfermedades bravas, incluido un cáncer. Y siempre estuvo a mi lado "
–¿Qué fue lo primero que lo atrapó de Estefanía?
–Me gustó desde que la vi. Ella es hermosa, una compañera excepcional y una profesional excelente. La admiro muchísimo. Desde que estoy con ella tuve tres o cuatro enfermedades bravas, incluido un cáncer. Y siempre estuvo a mi lado.
–¿Qué sueños le gustaría cumplir con Emilio?
–Me gustaría estar ahí cuando él reciba un título, pero para eso yo tendría que tener 104 años… Es factible, aunque no lo más fácil. Quiero estar ahí el mayor tiempo posible, cuando empiece a ir a la primaria, cuando traiga su primera noviecita.
–¿Sigue mandando audios de WhatsApp a su hijo para que los escuche en el futuro?
–Sí, son archivos que le voy mandando a un chat para que queden guardados. Mando notas de voz, videos, lo que se me ocurre. La última vez le mandé un video con todo el árbol genealógico en fotos que armé en una de las paredes de casa.
–¿Hay lista de proyectos pendientes?
–Sí, seguir viajando. Todavía no estoy en el club de los cien. Son las personas que conocieron más de cien países y yo estoy cerquita, ya recorrí unos sesenta. La próxima vez que vaya a Europa o China me gustaría llevar a Emilio. Pero para eso tengo que esperar a que crezca un poco más. •
Producción: Paola Reyes Andaur
Pelo y maquillaje: Joaquina Espínola
Agradecimientos: Perramus, Piopp
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