La bailarina y actriz posa por primera vez para ¡Hola! y enciende el verano con una charla sin tapujos.
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Son las cuatro de la tarde del día más caluroso de enero y Silvina Escudero (38) abre la puerta de su casa con el maquillaje casi listo y una sonrisa. La temperatura se acerca a los 40 grados, pero el calor la tiene sin cuidado. Dueña de una extensa carrera como bailarina, empresaria y actriz (el año pasado, se lució en el programa de Jey Mammon como panelista), Silvina es, antes que nada, una profesional y la ola de calor que atosiga a gran parte de Argentina no logra amedrentarla.
Afuera, las chicharras le aúllan al calor, Mulata, Titán y Branca –los perros que viven con ella y Federico, su novio– revolotean a su alrededor, mientras Afrika, la siamesa que le regaló una fan, descansa en su cucha. “Tienen una puerta para entrar y salir, así que tengo que barrer el triple, pero quiero que sean felices”, explica: “No me imagino la vida sin ellos. Te diría que me resulta hasta incómodo cuando voy a la casa de alguien y no hay animales. ¡No sé a quién acariciar!” [Se ríe].
–El Papa Francisco dijo hace poco que la gente que tiene mascotas en vez de hijos es egoísta.
–Su observación me pareció poco empática. Hay personas que quieren tener hijos y no pueden y otras a las que les resulta muy difícil adoptar. Yo creo que llenar la familia de animales, especialmente los que fueron abandonados, es un acto de mucha generosidad.
–¿Soñás con ser madre?
–Por supuesto. Siempre fui maternal, protectora y muy de educar. No sólo a nuestros animales, sino también a mis sobrinos [Benicio (7) y Joaquina (5), los hijos de su hermana Vanina y Álvaro Navia] y a los hijos de mis amigas. Sueño con estar embarazada, me visualizao con una panza gigante. Pero aún no se dio.
–Hace años congelaste óvulos…
–Por el momento, no está en mis planes usarlos. Hoy, buscaría de manera natural.
–¿Serías madre soltera? ¿Lo pensaste?
–Sí, porque tengo mucho amor para dar y porque no necesito de alguien para solventar ese sueño. Más allá de la educación, el amor y el apoyo que me dieron mis padres, a mí nadie me ayudó a nivel económico, y la realidad es que estoy muy bien armada como para ser madre sola, si fuera el caso.
UNA NUEVA SILVINA
–Después de años de mucha exposición, ahora protegés tu noviazgo de los medios. ¿Por qué?
–En realidad, considero que me estoy protegiendo a mí. Me expuse mucho, la gente sabía mucho de mi vida, y, en un momento, entendí lo importante que es para tu paz mental resguardar ciertas cosas. Empecé terapia y tomé la decisión de cuidar mi intimidad. Creo que también fue una cuestión de edad.
–Hablando de la edad, en dos años cumplís 40.
–Falta poco para el cambio de década, pero me siento con la misma energía que tenía a los veinte. La edad que figura en mi documento no refleja para nada la edad espiritual con la que vivo, amo y trabajo.
–¿Qué ganaste desde que te retiraste del ping-pong de móviles de televisión para defenderte ante tal o cual rumor?
–Gané tranquilidad. Hoy, mi lema es que cada uno haga lo que quiera. Ya no contesto, ni explico más. Tengo muy en claro que los que te quieren, siempre van a pensar bien de vos y los que no, siempre van a pensar mal. El periodismo y el público tienen derecho a criticar. Pero mi vida no se basa en la mirada de los demás.
–Tu consagración en los medios llegó en 2009, cuando saliste campeona de Bailando… Tuviste encontronazos fuertes con Moria Casán y con Graciela Alfano. ¿Te arrepentís de haber entrado en el juego mediático?
–Para mí no era un juego, era la vida misma. Con Moria nunca me peleé. Fue una vez nomás, que me habló mal y ahí quedó. Ella es lo más y nos llevamos bárbaro. Respecto a Graciela, me defendí de acusaciones de una mujer que había sido la ex de Matías Alé, mi pareja de entonces. Ella me pidió disculpas después.
–La pregunta era si te arrepentís de haber estado tan expuesta.
–No, porque fue parte de un aprendizaje.
–¿Cómo quedaron los tantos con Matías Alé?
–Bien, me lo cruzo cada tanto. Hay que saber soltar a la gente que te hizo daño también.
–¿Qué le recomendarías a la Silvina de entonces?
–Le diría que no se tome las cosas tan en serio y que todo es mentira, salvo sus amigos de siempre y su familia.
DEL COLEGIO DE REINA MÁXIMA A LA REVISTA
–¿Estaba en tus planes convertirte en vedette?
–No, para nada. Hacía años que trabajaba como bailarina cuando audicioné para mi primera revista con Carmen Barbieri. Para mí, era un casting más. Ese día, éramos dos mil bailarinas y ella dijo: “A ver esa chica del conjunto azul”. Y quedé seleccionada.
–¿Qué habías hecho antes?
–De todo. Con Vanina, arrancamos cuando yo tenía 13 y ella 15. Nuestro primer trabajo fue hacer las coreografías de los desfiles de Roberto Giordano. Después, salí de gira con Manuel Wirtz, hice teatro, y, mientras estudiaba Veterinaria, fui bailarina en el programa de Maradona y en el de Repetto.
–¿Estuviste expuesta a instancias de acoso o de abuso?
–Quizás una nalgada innecesaria para salir a escena o alguna propuesta rara por parte de algún productor, que no llegó a pasar de eso. Siempre fui muy de contestar en el momento. Ayudó también que papá [Enrique] me acompañara. Hasta hace cuatro años, iba a todos lados con él.
FEDE, EL MISTERIOSO
–Contanos algo de tu novio.
–En dos meses cumplimos cinco años. Somos muy sencillos en nuestros gustos. Hay parejas que necesitan hacer viajes extravagantes, nosotros somos felices sentados en un banco, tomando mate, con nuestros animales. Lo que más me gusta de él es su capacidad de desdramatizar. Para él, nada es tan terrible como para mí y eso me baja la ansiedad.
–¿Cómo se conocieron?
–Yo estaba con Caro y Gurfa, dos amigas de toda la vida, y él vino a hablarme. Me dio su teléfono, pero no lo llamé. Estuvo un año escribiéndome por Instagram además y yo ni enterada. Un año después, me lo volví a cruzar. “Silvina, nunca me llamaste”, me dijo. Y ahí pensé: “Bueno, es él. Veamos”. Estuvimos tres meses chateando antes de vernos. Yo quería saber quién era, dónde vivía, qué hacía…
–¿La primera cita?
–Le pedí que fuera con su perra a un lugar en San Isidro. Salimos los tres: él, Branca y yo. No dejé que me venga a buscar, porque no quería que supiera dónde vivía. Además, les mandé la ubicación a mis amigas porque soy muy desconfiada. La remó en asfalto. [Se ríe].
–Durante la cuarentena se separaron. ¿Por qué?
–Sí, estuvimos separados seis meses. Cortamos porque la cuarentena me resultó insufrible. Él llegaba tarde porque tenía autorización para trabajar y yo me la pasaba en casa, limpiando. La falta de trabajo me descolocó, no sabía qué hacer, fue terrible para mí.
–¿Tienen planes de casarse?
–Lo hablamos muchas veces, pero ahora no lo tengo tan claro. Siempre tuve la fantasía de casarme y con la edad, el deseo se fue diluyendo. Me aboqué a mi carrera. Uno planifica y después la vida te va mostrando otros escenarios, que quizás no son los soñados, pero que también pueden hacerte feliz. Hay cosas que soñé y que se me dieron y otras que no. Yo, a esta edad, me imaginaba casada y con hijos, y la vida me hizo otra propuesta. Dios sabrá…
Agradecimientos: @alejandra.giudice (maquillaje) y @axdanel (peinado)
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