La conductora nos cuenta cómo enfrentó el momento que casi le cuesta la vida. El amor, la fe y el trabajo, los pilares para salir adelante
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Estar de pie es motivo para celebrar. Verónica Lozano es consciente de eso. Por eso, festeja, festeja y festeja. Y, ahora, tras haber ganado el premio Martín Fierro 2022 en la categoría Mejor Magazine por su programa Cortá por Lozano, se sumaron las fiestas por su cumpleaños [cumplió 52 el 30 de mayo pasado] y el de su hija Antonia [cumplió 13 el 2 de junio]. “Son celebraciones especiales. Es, nada más y nada menos, que celebrar la vida y valorar lo que una tiene”, reconoció Vero a La hora ¡HOLA! que se transmite por ¡HOLA! TV. La vida de la presentadora dio un vuelco cuando cayó desde una aerosilla desde siete metros de altura. Fue en febrero de este año, cuando estaba de vacaciones en Aspen, Colorado, Estados Unidos. No bien se sentó, el bastón de Lozano , que iba con Analía Franchín y una instructora, se trabó e impidió que la barra de seguridad bajara. Cuando intentó sacar el bastón, no pudo y, entonces, quedó colgada. Y cayó. Tras el dramático accidente, vino la complejísima intervención quirúrgica de sus dos tobillos, que se realizó en Aspen; y, después, una rehabilitación, que aún hoy continúa. “Fue el momento difícil de mi vida. Ese día, me desperté, me puse el equipo para ir a esquiar y, de un momento a otro, todo cambió. Tenía los talones detonados; no iba a poder caminar”, dijo.
LAS CLAVES DE LA RECUPERACIÓN
La cámara está quieta: enfoca las manos que van y vienen de Verónica Lozano; la sonrisa tranquila, la voz agradecida. La cámara está instalada en el carrito que la conductora empezó a utilizar no bien su cuerpo empezó, poco a poco, a mejorar. “Descubrí el mundo de la discapacidad, el de la dependencia permanente del otro –admitió–. Al principio, pasé por un momento de depresión y de tristeza. Por tres meses, no iba a poder apoyar el peso de mi cuerpo sobre mis pies. Usé silla de ruedas. Para bañarme, por ejemplo, tenía una silla más chiquita. Al principio, me bañaba asistida… La desnudez frente a otro, en especial para los que trabajamos con la imagen, te deja muy vulnerable”. Enfrentar su situación fue el primer paso para su recuperación: “Me dije ‘Bueno, basta, ¿qué hago con esto que me pasa?. O me deprimo, me enojo, me frustro; o encaro esto que me pasó. Voy a salir adelante’, me dije. No soy un ser especial ni una heroína: hay gente que la ha pasado y la pasa muy mal realmente. El accidente fue espantoso. Podrían haberme pasado cosas peores: desde morirme hasta quedarme paralítica o con otras discapacidades. Pero en mi diagnóstico, había luz. Había esperanza de que la vida volviera a ser lo que era”. Fue entonces, cuando empezó a hacer gimnasia en el piso de su casa: “Descubrí que tengo más disciplina de la que creía. Y que está bueno mostrarse vulnerable y manifestar necesidades. Siempre fui muy activa y autosuficiente. Y tuve que aprender a colocarme en otro lugar: dejarme asistir, dejarme ayudar y dejarme llevar”. La fe y el amor fueron claves. “Me aferré a lo espiritual, a la fe, a las meditaciones... Creo en Dios y estoy convencida de que los ángeles me sostuvieron en la caída. Mi familia fue un gran sostén”, dijo, refiriéndose a Jorge “Corcho” Rodríguez, su marido, Antonia, la hija de ambos, su hermana, Copito [su perro], pero también a amigos y compañeros de trabajo. “El cariño de la gente fue un bálsamo. A muchas personas que están mal, tristes o internadas, un mensaje de amor puede ayudarlas a salir adelante”, reconoció. Sobre Antonia, contó: “Al principio estaba desconectada de lo que había pasado. Yo le pedía algo y ella me lo tiraba por la cabeza. [Se ríe]. Aproveché para charlar con ella: como viví con una mamá enferma, que murió cuando yo era muy jovencita, traté de poner en palabras su angustia y enojo. Dentro de todo, lo transitó muy bien: Antonia ha demostrado que tiene más herramientas de las que yo pensaba”. Hoy, a cinco meses del accidente, camina cada día un poco más. Reconoció que, si bien las cicatrices están mejorando, el dolor aún persiste (en especial, en el pie izquierdo, que fue el que más se lastimó). Sin embargo, está dispuesta a dar batalla. “Fueron muchas cosas las que se tuvieron que ir acomodando. Me propuse hacer cada día un poquito más. Si algo no salió, al otro día arranco de nuevo. Soy cuidadosa, hago mis ejercicios y todo lo que los médicos me dicen”, dijo ella, que sigue con su programa de televisión todas las tardes y con su línea de ropa. “Siempre fui muy adicta al trabajo. Y si bien creo que fue clave en mi recuperación, hoy lo tomo de otro modo. Después del accidente, mis prioridades cambiaron: disfruto el día a día. Es fundamental la gratitud. Y hay que celebrar la vida: ser agradecidos con lo que tenemos y valorar cada minuto”.
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