Estas son algunas que ya no existen en los kioscos, pero sí en el corazón de cualquiera que haya pasado la infancia en los 80 y los 90. Graffiti, que salió a la venta en 1985 y era la versión local del KitKat. Voley, la prehistoria del Block, un bloque de chocolate con leche que venía en un envoltorio amarillo. Nussini, célebre oblea rellena con avellanas, recubierta con chocolate y cereales. Y el alfajor Suchard, el primero de los que usaron tapas duras de galleta con rellenos de mousse en lugar de dulce de leche.
Reclamadas
Hay grupos de Facebook que exigen el regreso de varias de estas delicias nostálgicas. Kremokoa, que tenía de base una galletita suave sobre la que crecía un merengue con corazón de frutilla, y todo estaba bañado en chocolate amargo (venían en cajita única). Lila Pause, que era una barra de chocolate con leche rellena de yogur de frutilla. Y, por supuesto, el Tubby 3 y Tubby 4, las más famosas de los 80: una bañada en chocolate y otra con maní y caramelo.
No es lo que era
El hit absoluto de los recreos escolares eran la Tita y la Rhodesia, que tenían doble envoltorio (papel plateado y cubierta) y eran más grandes que sus versiones actuales, miniaturas alfajorizadas en sus empaques. Su publicidad ochentera era la alucinación musical a lo Sandro de un muchacho que no se podía decidir en el kiosco. Había dos chicas que hacían de cada golosina y, finalmente, según el tema, ambas eran “las que yo quiero, por eso, kiosquero, me llevo a las dos”.
Helados Laponia
- Patalín. Con forma de pie regordete, era de crema y frutilla o de crema y chocolate. Una de sus perlas fue en el debut televisivo de la luego estrella del primer Showmatch Teto Medina, cuando tenía 16 años. El Pato Fillol era la cara de la marca.
- Popsy. Mucha gente no recuerda su nombre, pero sí su forma: una cara de payaso con nariz de chicle, que aunque estaba congelado, se comía igual al final. En confianza kiosquera, se le decía “Payasito”, “Payasín” o “ese del payaso”.
- Frutidedo. De agua, tenía forma de mano y gusto a frutilla. A los tres los fabricaba la desaparecida Laponia, creada por Águila en 1930. La marca desapareció cuando la compró la multinacional anglo-holandesa Unilever.
En la tele
La más famosa y recordada probablemente sea la publicidad de Tubby 3 y Tubby 4, que tenía un temazo cantado por Rubén Goldín y Claudia Brandt. Las golosinas antropomorfizadas pegaban agudos al ritmo de “Yo era un Tubby / que andaba solo / en una ciudad pesada / hasta que un día / encontré a una Tubby / y quiso que la acompañara. / Yo soy un Tubby 4 de maní y caramelo. / Yo estoy bañada en chocolate. / Vamos unidos a los bolsillos / de una ciudad soleada”. Funcionaba como videoclip y fue de los primeros comerciales que usaron animación.
La propaganda de Lila Pause lanzó al estrellato, en 1993, a una entonces adolescente Moira Gough. Ella intentaba comer su golosina, pero la interrumpía un grillo, hasta que lograba silenciarlo compartiéndole un poco.
Al Graffiti, que venía con un packaging canchero y urbano, lo acompañaba un jingle que rezaba “para el flaco o la flaca que a vos te recopa”. También la Bananita Dolca tuvo una historia de comerciales y canciones acompañadas de monos al ritmo de “su encanto es el sabor”.