Secretos y sabores de una golosina solo apta para mayores de edad
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Junio marca el inicio del invierno pandémico, con bajas temperaturas que auguran largas estadías en casa, estufas encendidas y maratones de Netflix. Una temporada que trae consigo esa necesidad tan íntima –y lógica– de permitirse un gusto dulce para alargar la trasnoche. Ahí es donde brillan los licores con crema, la categoría más golosa dentro del infinito universo del alcohol: un estilo de bebidas tan amplio como diverso que cuenta con grandes ejemplos mundiales y que, en tiempos de covid-19, vive un gran crecimiento en Argentina.
Entre las marcas más conocidas, ahí está la emblemática Baileys, la mezcla del potente whiskey irlandés con crema de leche número uno del planeta; pero se suma también, por ejemplo, el flamante lanzamiento de Tambo, un licor a base de dulce de leche presentado por Dellepiane. A tono con éxito, hay opciones para todos los gustos: el muy buen Amarula (que se elabora con una fruta que crece en el África subsahariano, por la cual los elefantes de la zona se vuelven adictos), el perfecto Gianduia (elaborado por los italianos de Bottega), el inconfundible Sheridan’s con su icónica botella doble (que mantiene crema y café por separado hasta el momento de servirlo), así como el Wild Africa (competencia directa de Amarula), el Albany Irish Cream (versión nacional de Baileys), el Dooley’s de chocolate blanco o el ya clásico Tía María Cream, entre varios otros. Más allá de sus diferencias y calidades, estas marcas comparten una misma lógica: una base ligera que rara vez supera los 20° de volumen alcohólico (sea una espirituosa neutra, whisky, ron o grappa) junto con un sabor predominante (café, caramelo, chocolate, dulce de leche, avellanas, entre otros). A esto se suma siempre una buena cantidad de azúcar y la infaltable crema, responsable de aportar su textura y suavidad. Claro que estos licores no están exentos de críticas, en su mayoría bajo la anticuada acusación de ser “para mujeres” o “para los que no les gusta el alcohol”.
Lo cierto es que sí, que es verdad: más que competir con un whisky o un amaro digestivo, estas bebidas entran en el rubro de las golosinas. Su gran pecado original es, entonces, que son peligrosamente fáciles de beber. Tanto como es fácil comerse un bombón de chocolate. Y seamos sinceros: ¿quién en su sano juicio se negaría a un buen bombón de chocolate?
Un postre líquido
Solo, con hielo o como parte de un cóctel. Echándole un chorrito al café. Arriba de un brownie, un panqueque o un helado. La excusa es lo de menos: en este último año, la categoría de licores con crema creció de manera fulminante. “De un año a otro, la venta de Baileys aumentó más del 25% y la de Sheridan’s, casi un 80%. Como son productos importados, incluso nos costó abastecer la demanda. En diciembre presentamos nuestro segundo sabor en Argentina, el Salted Caramel, que responde a una nueva tendencia de combinar dulce con salado”, afirma Guadalupe Fernández Burgoa, responsable de la categoría dentro del grupo Diageo. “Estando más tiempo en casa, muchos consumidores quisieron permitirse un gusto. Estas bebidas son una indulgencia adulta, que uno se puede dar en medio de un contexto que es difícil para todos. Como un pequeño ritual que te permite separar el día laboral del hogareño”, dice. Sus palabras las repiten en otras marcas, todos remarcando stocks agotados, precios en aumento y el surgimiento de nuevas competencias.
“Tambo es un homenaje a uno de nuestros productos emblemáticos, el dulce de leche: se realiza con verdadero dulce de leche, elaborado a su vez con una base de pura crema”, cuenta Héctor Vega, bartender y embajador de esta marca que acaba de lanzarse al mercado en una botella que llama la atención. “La mayoría lo bebe solo, con hielo. Pero, cuando pienso en un cóctel con estas bebidas, imagino un maridaje dentro de la copa, donde los ingredientes se amalgaman entre sí. Su momento ideal es el after dinner, junto o reemplazando el postre”, explica. “También está bueno animarse a los contrastes: al ser muy dulce y cremoso, queda genial contrarrestándolo con algo de acidez, como la de un yogur natural o la de un lemoncello. Causa un efecto sorpresa que funciona a la perfección”.
T-Gin
¿Coco, dulce de leche y limón? Así es una de las propuestas de Héctor Vega para un postre líquido e invernal.
- 40 ml de Tambo Liqueur
- 30 ml de gin
- 25 ml de Lemoncello
- 20 ml de Coco Syrup
- 10 ml de crema
Batir todo en coctelera con abundante hielo entero. Colar en una copa cóctel previamente refrescada. Decorar con una piel de limón.