Estrenado hace una década, es una antología que une textos del Siglo de Oro español con la historia personal de su único protagonista
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Los amantes del teatro siguen esperando que se levanten las restricciones impuestas por la pandemia. Una buena manera de calmar la ansiedad puede ser conocer –o revisitar, en el caso de aquellos que los hayan visto cuando la actividad se desarrollaba normalmente– esos espectáculos de los que todo el mundo habla, los clásicos del circuito porteño, uno de los más dinámicos y prestigiosos del mundo. Uno de ellos es, sin dudas, El Bululú, estrenado hace una década en el Teatro Nacional Cervantes con dirección de Mauricio Dayub y Osqui Guzmán como protagonista exclusivo.
La historia detrás de esta obra que a fines del año pasado el actor llevó al Centro Cultural 25 de Mayo es muy particular. Guzmán escuchó la voz del actor español José María Vilches cuando tenía 18 años y vivía con su padre en un pequeño cuarto de chapa y madera de La Boca. Estaba grabada en un casete que le había pasado un docente de modales poco académicos. Osqui recién había ingresado al Conservatorio de Arte Dramático, pero ya había empezado a experimentar con el teatro callejero. Y quedó tan cautivado por esos textos –que él define como “extrañísimos, graciosos y poéticos”– que los terminó aprendiendo de memoria. La voz de Vilches fue, entonces, el punto de partida de una exhaustiva investigación en torno a la literatura del Siglo de Oro español que desembocó en una obra escrita en sociedad con su esposa Leticia González de Lellis, inspirada en esa riquísima tradición.
Todos estos textos del Siglo de Oro están atravesados por la figura del diablo, que es clave en la cultura andina.
Esa obra que revive una vez más como El Bululú. Antología endiablada fue un gran éxito de público, recibió calurosos elogios de la crítica especializada y se puede ver ahora –filmada prolijamente a tres cámaras– en la plataforma Teatrix, donde también es una de las más requeridas por los suscriptores.
En El Bululú, Guzmán explota su talento como improvisador, clown y murguero, exhibe su destreza corporal y su capacidad para hacer reír con ganas. Recrea con gracia y originalidad los versos del famoso Romancero gitano de Federico García Lorca y, al mismo tiempo, evoca relatos de su familia, de origen boliviano. Construye, en definitiva, una especie de antihéroe vagabundo, “una compañía de teatro de un solo actor”, como él mismo señala con picardía.
“Todos esos textos maravillosos de Quevedo, Lope de Vega o Cervantes están en este espectáculo atravesados por el humor y también por la figura del diablo, que es clave en la cultura andina, que yo conozco muy bien por intermedio de mis padres”, explica el actor. “Y resuenan como un homenaje a Vilches, un actor español que llegó a la Argentina para hacer una temporada en el Teatro Odeón y se quedó en el país hasta su muerte. Estrenó El Bululú en 1975 y recorrió gran parte del país durante nueve años con esta obra que hacía apenas con una silla, una flor y una valija. Hizo más de 1500 funciones y ganó un montón de premios”.
Ver El Bululú sirve para encontrarse con un trabajo actoral prodigioso en el que Osqui Guzmán se multiplica en distintos personajes: de pronto es un humilde costurero, después un playboy excéntrico y al rato un viejo cargado de manías bastante insoportables. Y todo con una naturalidad y un desparpajo que sorprenden y provocan un encanto difícil de resistir. Si extrañan el teatro y todo el abanico de emociones que un gran actor es capaz de transmitir en escena, verlo en acción –aunque sea en una pantalla, como es norma por ahora– realmente vale la pena.