El legendario vocalista de Led Zeppelin regresa con Alison Krauss, la encantadora violinista de bluegrass.
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Nadie esperaba que Raising Sand tuviera el éxito que tuvo. Robert Plant y Alison Krauss grabaron ese disco pensándolo como un proyecto paralelo a sus propias carreras, una investigación en sociedad sobre la gran tradición de la música popular norteamericana impulsada por la curiosidad más que por la ambición comercial. Pero Raising Sand fue muy elogiado por la crítica especializada en todo el mundo, ganó seis premios Grammy y vendió más de un millón de copias, una cifra que ya en la época que apareció, 2007, era una anomalía.
Todo hacía suponer que habría una continuación más o menos inmediata, pero tampoco pasó. Hubo un tour de presentación, eso sí, y después un largo paréntesis hasta la edición, en noviembre pasado, de Raise the Roof, donde esta dupla inesperada –un Apolo de la era dorada del rock and roll y una violinista del restringido círculo del bluegrass prestigiosa, pero casi ignota hasta encontrarse con el excantante de Led Zeppelin– vuelve a levantar vuelo gracias a una interpretación –en el sentido más amplio y cabal del término– respetuosa, pero, al mismo tiempo, imaginativa y sin ataduras a los mandatos de un repertorio inapelable.
Plant y Krauss se conocieron en 2004, cuando grabaron juntos para un disco tributo a Leadbelly, una leyenda del folk y el blues que descubrieron los hermanos John y Alan Lomax, etnomusicólogos y obsesivos recopiladores de canciones populares del siglo XX. Fue Plant quien tomó la iniciativa de llevar a cabo un proyecto conjunto con producción de T-Bone Burnett, al que muchos conocieron gracias a la estupenda banda sonora de la serie True Detective. La idea resultó un golazo, pero después del suceso y la gira para presentar Raising Sand cada uno volvió a lo suyo: Robert se concentró en Band of Joy y Alison en Union Station.
Hasta que la pandemia –un fenómeno que, al margen de la tragedia humanitaria que implicó, también obligó a los artistas a reconfigurar sus planes e imaginar alternativas– volvió a encender la chispa: Plant, Krauss y Burnett volvieron al viejo estudio de Nashville Sound Emporium con el baterista Jay Bellerose y el bajista Dennis Crouch (los dos grabaron en Raising Sand) como apoyo y una variedad de grandes guitarristas como novedad: Marc Ribot, Bill Frisell, David Hidalgo (Los Lobos) y Buddy Miller (Band of Joy).
Otra vez hay canciones de Allen Toussaint –referente del sonido de New Orleans que también grabó un muy buen disco con Elvis Costello en 2006– y los Everly Brothers, pero ahora se suman joyitas de Calexico y Bert Jansch, guitarrista escocés que fue el fundador de la banda de folk barroco Pentangle y una influencia importante para colegas de la talla de Jimmy Page y Johnny Marr.
Entre los deseos personales destaca una elección de Plant: “Searching for My Love”, una deliciosa pieza de soul de Bobby Moore & the Rhythm Aces que lo conquistó en su adolescencia, es de lo mejor de un disco muy sólido, donde cada versión implica una reinvención, más que un homenaje solemne o meramente “respetuoso”. Y para los nostálgicos de la magia de Zeppelin está “High and Lonesome”, un tema nacido en una jam session de estudio que nos traslada al universo sensual de “Kashmir”. Solo nos queda implorar que esta historia continúe.