Opciones imperdibles para sentirte de vacaciones con gastronomía cinco estrellas.
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Negresco Bistró & Bar
Palladio Hotel Buenos Aires MGallery. Av. Callao 924, Recoleta. 11 4700-7520 @negrescobistroybar
Palladio Hotel Buenos Aires abrió sus puertas a fines de 2018 y puso en valor una construcción histórica: la casa en la que nació Nicolás Rodríguez Peña, una de las sedes de las tantas tertulias que dieron vida a la Revolución de Mayo. De esa época se pudieron conservar detalles arquitectónicos, como las boiseries de roble que revisten algunas de sus paredes.
Cuando las restricciones empezaron a ceder, la redefinición de algunos espacios y hábitos ayudó a que los hoteles recuperaran terreno. “Con la pandemia, el público local cambió sus costumbres y buscó nuevas experiencias, eso llevó a que conozcan nuestros servicios, ya sea de gastronomía como de spa y alojamiento. Cambió la idea de pensar que los hoteles solo tenían opciones para los extranjeros”, señala Ariel Prerovsky, Sales & Marketing Director del hotel.
En octubre del año pasado, Negresco, el restaurante de la casa, sumó un nuevo spot, un bar en la terraza con foco en los snacks, sándwiches y ensaladas.
Recomendados: langostinos y mollejas con espuma de papa; croquetas de rabo y alioli.
En ese espacio, también se puede disfrutar del té de 16 a 19. El menú es para dos personas y, como buen té de hotel, la oferta es superabundante: abarca desde las infusiones clásicas hasta copa de espumante. En cuanto a la comida, alegra a todos los paladares, ya que incluye opciones saladas y dulces.
El ambiente es bien relajado. Se trata de un cinco estrellas, pero sin ese tipo de solemnidad que puede resultar incómoda.
La carta de cócteles consiste en una reversión de clásicos, pequeños toques de autor que marcan la diferencia. Los amantes del Penicillin tienen cita obligada en este lugar, ya que la barra ofrece uno de los mejores de la ciudad. Lo llaman Shea –combina Johnnie Walker red label, Johnnie Walker black label, perfume Talisker, agua miel y jengibre– y se sirve en una tetera de hierro fundido.
En el Negreso clásico, el de la planta baja, una original entrada lidera el ranking de favoritos. Se trata del plato “langostinos y mollejas”, nada de grieta entre mariscos y carne, la combinación sabe muy bien. Y el truchón, que viene de Comahue, Neuquén, se destaca entre los principales.
Todo a precio tan amable como el servicio.
Patio 378
Novotel Buenos Aires. Av. Corrientes 1334. 11 4370-9500
La avenida Corrientes es la reina de las pizzerías, y también de las cadenas de hamburguesas. Pero entre tanta comida al paso, hay un restaurante donde el tiempo desacelera: Patio 378, de Novotel Buenos Aires.
Como está ubicado lejos de la puerta principal, los ruidos no llegan a este festín gastronómico. Las mesas del patio, al lado de la piscina y con el cielo como invitado principal, también ayudan a bajar el ritmo.
La carta se diferencia por horarios y, tanto al mediodía como a la noche, se puede elegir menú por pasos u opciones individuales. A la hora de la cena, por ejemplo, las mollejas salen con boniato especiado y salsa de limones confitados, mientras que durante el almuerzo se ofrecen al verdeo y con puré de papas.
Recomendados: sopa de maíz, tostón y trucha curada; mollejas, boniato y salsa de limones.
La propuesta gastronómica del chef Mauro Campos conquista porque es simple, fresca, pero tiene ese guiño de autor que la eleva –a la altura justa– de lo cotidiano.
Un gran plus es que Patio 378 nunca apaga sus fuegos; si bien los menús de mediodía y noche tienen horarios, durante todo el día se puede disfrutar de opciones calientes como las rabas con sal de lima y eneldo, las empandas de carne a cuchillo y diferentes sándwiches calientes. Por supuesto, las tablas de fiambres y las ensaladas también cantan presente.
Los meses de pandemia fueron duros, pero lograron sobrevivir gracias a la clientela local. “Siempre tuvimos un público local muy fiel y eso ayudó a que, en la medida en que se reactivaban las actividades de la ciudad, los clientes regresaran. En estos meses, fue muy lindo poder reencontrarnos con ellos”, cuenta Verónica Obregón, gerente del hotel.
Para seguir en la conquista de los locales, esta primavera lanzaron una opción especial de merienda. Se trata de un buen plan antes de ir al teatro o después de alguna de las actividades culturales que tienen lugar por la zona. A un precio amigable, ofrecen una merienda para dos personas con platos salados –quiche, zepelín saborizado con vegetales y criolla, scon de eneldo con salmón ahumado y alcaparras, etcétera– y varias delicias de su patisserie.
También fieles a los códigos de hotel, la barra agita las cocteleras a toda hora. Entre los cócteles, se destacan el Kinky Boots (gin, Hesperidina, almíbar de frutos rojos y agua tónica) y una reversión del famoso Aperol Spritz: el Hyde, con Aperol, sidra y Malbec.
Elena
Four Seasons Hotel Buenos Aires. Posadas 1086, Retiro. 11 4321-1200 @elena.restaurante
Las propuestas gastronómicas del hotel Four Seasons Buenos Aires rompieron el molde. Hasta su apertura, comer y beber en hoteles cinco estrellas era sinónimo de sofisticación, precios abultados y alta cocina francesa.
Pero la cadena se propuso “descontracturar el lujo”: hicieron foco en el producto local, reivindicaron la cocina argentina y pusieron sus fichas en las carnes a las brasas, y en la coctelería con aperitivos y bebidas nacionales, como la Hesperidina, el Amargo Obrero y los tererés.
Recomendados: mollejas, emulsión de limón, papas rotas, huevo a 63; tabla Elena.
“Esta propuesta de comida confortable, servicio descontracturado, buena ambientación y precios razonables fue la mejor apuesta. Gracias a eso logramos que el público local se acercara a nuestros restaurantes y que hoy tengan vida propia por fuera del turismo”, señala Juan Gaffuri, chef ejecutivo y director de Alimentos y Bebidas del hotel.
Es que los tres espacios gastronómicos del hotel –Pony Line, Nuestro Secreto y Elena– fueron muy bienvenidos por los locales desde que abrieron, en 2012. Y eso se mantuvo en estos años.
Ahora agregaron a la carta de Elena una sección de “Platitos”, y con eso apuntan a las mesas donde se producen reencuentros de amigos y familiares; el plan es pedir bien variado, ubicar los platos en el centro y compartir.
Como entrada, la molleja se consagra como imperdible, sale con papas rotas, un perfecto huevo a 63° y emulsión de limón; sabores bien equilibrados. El carpaccio de buey con sbrinz y alioli de ajo negro viene con un pan de papa que invita al sandwichito: una delicia.
Por supuesto, las carnes dry aged (varía la cantidad de días de maduración según el corte) son otro must.
El jardín de la mansión, donde se encuentra Nuestro Secreto, tiene una barra y es ideal para visitarlo al atardecer y mejorar el día con unos buenos cócteles.
“Continuaremos enfocados en las ideas de siempre porque creemos que el presente, el pasado y el futuro de la gastronomía en hotelería pasan por ser atractiva no solo para el turista, sino también para el público local”, dice Gaffuri y agrega un dato que es clave: “Además, la búsqueda del turista es la de una gastronomía que los locales aprecien”.
Crystal Bar
Alvear Icon Hotel. Aimé Painé 1130, Puerto Madero. 11 2418-9628 @crystal.skybar
Llegar al Crystal Bar del hotel Alvear Icon es especial de principio a fin. Primero hay que atravesar el majestuoso lobby del hotel e ir hasta un ascensor que está casi escondido y desemboca directo en el piso 32.
Después basta caminar unos metros y girar hacia la izquierda para encontrarse con una de las postales más lindas de la ciudad. La belleza se magnifica al atardecer, cuando el cielo aporta la cuota extra de los tonos anaranjados.
La carta de comidas es simple: varios platitos (langostinos rebozados en pan de almendras, bruschettas, etcétera), sándwiches y una tabla sushi, que consiste en 15 piezas seleccionadas por el sushiman de la casa.
Recomendados: tabla de sushi; ceviche de salmón, maíz cancha, leche de tigre y bruschettas.
En materia de coctelería, la oferta es amplia, abarca clásicos y versiones de autor. Se destaca una reversión del Tom Collins, llamada Herbal Collins: gin Tanqueray, syrup de romero, jugo de limón, agua con gas.
El premio al más pedido se lo lleva el Passion Flowers (Absolut vodka, cointreau macerado en flowers tea, jugo de cítricos, syrup simple, pulpa de maracuyá).
Aunque como indica el protocolo, los comensales no pueden bailar, los jueves, viernes y sábados, la música en vivo de los DJ anima las veladas.
Las mesas más solicitadas son las que dan a la “pared” vidriada, para apreciar mejor la vista, pero también cuentan con unos boxes muy cómodos que son ideales para grupos.
Luego de varios meses de cierre por la cuarentena estricta, al reabrir sumaron una novedad: los domingos, el Crystal Bar cambia las cocteleras por las copas de vino, ya que es día de brunch.
“Consiste en un menú de pasos, servido a la mesa y maridado con diferentes vinos. Surgió por la imposibilidad de ofrecer el servicio de buffet tradicional debido a los protocolos que impuso la pandemia”, cuenta Alfredo Rodríguez, gerente general del hotel.
Aunque el lugar es el mismo, con la luz del día parece otro, así que vale la pena conocerlo en las dos situaciones.
“La pandemia nos permitió establecer un contacto aún más estrecho con el público local y que vivan las experiencias que ofrecemos, tanto de alojamiento como gastronómicas”, amplía Rodríguez.
Eso sí, “el que quiere celeste que le cueste”: los precios son para turistas extranjeros o para locales con una billetera generosa.