Una práctica que suma adeptos en la Costa Atlántica y que ya es parte de la oferta turística de este verano.
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Tándem de larga data en Australia, Francia, España, Estados Unidos, México y Costa Rica, en nuestro país la fusión entre yoga y surf comenzó a afirmarse en los últimos años, con especial ímpetu en lugares de la Costa Atlántica como Mar del Plata, Miramar y Chapadmalal. Una singular unión que encontró su correlato en el rubro turístico a través de los llamados surf trips.
“El practicante de yoga tiene sus cualidades naturales más desarrolladas para poder encarar cualquier deporte”, dice la instructora Silvina Gómez Schweizer (@yimiyoga), y señala el trabajo de fuerza, elasticidad, equilibrio y concentración como los principales aportes que trae la práctica regular y sostenida en el tiempo. Para Luis Leonard las ventajas que a nivel físico proporciona la disciplina milenaria proveniente de la India al surf están a la vista. “Si practicás yoga, muy probablemente surfees mejor”, opina el instructor de 33 años, oriundo de Buenos Aires, pero que desde hace algunos años vive en Chapadmalal, donde está al frente de Bai Bai Surftrip, una propuesta precursora que, desde 2014, combina clases de surf con prácticas de yoga y talleres de arte. “El surf es un deporte que te exige un grado de concentración muy alto y el yoga, precisamente, trabaja con la observación de los movimientos específicos. Cuando practicás yoga, estás observando, por ejemplo, sobre qué parte del pie se apoya el peso de tu cuerpo, o cómo estás poniendo el ángulo de inclinación de las rodillas. Se desarrolla la propiocepción”, explica.
"Si practicás yoga, muy probablemente surfees mejor."
Luis Leonard
Leonard remarca que el vínculo no es solo en el plano físico. “Las dos prácticas llevan a una conexión más profunda con nuestra espiritualidad. En el caso del yoga, a través de la repetición de asanas (posturas) y pranayamas (respiración) y la meditación. El surf lo hace de manera más indirecta: hay que estar inmerso en el agua durante mucho tiempo, solo, en un estado semimeditativo”.
Para Gómez, ambas actividades llevan a situar a la persona en el tiempo presente, en el aquí y ahora, lo que en gran medida explica por qué tantos surfers se ven atraídos por el yoga y viceversa. “Cuando se realiza yoga, a diferencia de un ejercicio de stretching, no solo se estiran los músculos, sino que además se presta atención a cómo están el cuerpo y la mente, cuáles son las posibilidades y los límites, en qué situación está el pensamiento: en una situación positiva, negativa, de competencia, de comprensión. En el surf también se genera un estado de contacto con uno mismo, de percibir lo que está llegando, en este caso la ola, y cómo yo respondo a eso”, analiza la instructora que desde hace tres años practica surf y asegura que los conocimientos de yoga jugaron un rol clave en el aprendizaje del deporte.
En el camino
En los últimos años empezaron a proliferar lo que se conoce como surf trips –de la mano de agencias de viaje, como la ya mencionada Bai Bai, Swell, AP y Swarupa, entre otras–, que enmarcados en un turismo de tipo aventura o ecológico, se basan en la particular fusión alternando la enseñanza de surf en las costas argentinas, pero también de Brasil y Uruguay (o bien de snowboard o ski en temporada de invierno cuando los viajes se mudan a destinos como Bariloche o San Martín de los Andes) con prácticas de yoga entendidas como el complemento ideal. Se trata de propuestas que, por lo general, cuentan con alojamiento propio, así como con una oferta gastronómica que apunta a lo gourmet, pero partiendo del concepto de alimentación consciente como base.
Sobre el auge de estas experiencias en Argentina, Justo Fernández Llosa –que hace dos años fundó Swell Trips en Chapadmalal junto a sus amigos y socios Tomás Larralde y Marcos Huergo, tan apasionados del surf como él– dice que este tipo de propuestas están creciendo, más aún después de la interrupción de la pandemia. “No han tocado su techo. Que el surf, gracias a Fernando «el Rata» Aguerre, el presidente de ISA (International Surfing Association), haya logrado entrar en los Juegos Olímpicos es el inicio del boom de un deporte que se viene con todo”, asegura el emprendedor de 28 años.
“En cuanto al yoga, la gente lo tiene cada vez más presente. En la época de nuestros padres quizá se veía como una movida exótica. Hoy, la gente entendió que es una herramienta para fortalecer distintas partes del cuerpo, y que a su vez está ligado, como el surf, a una forma de vivir, con mayor conciencia de la energía, la tierra, todo lo que nos rodea”, concluye.