Más de 5000 agentes se infiltraron en cientos de instituciones gubernamentales de EE.UU. para montar una red de lobby y manejo de información confidencial.
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Resulta que durante los años 70, un grupo de más de 5000 agentes encubiertos se infiltraron en cientos de instituciones gubernamentales de Estados Unidos para montar una red de lobby y manejo de información confidencial al servicio de la iglesia de la Cienciología, la famosa religión de Tom Cruise, John Travolta y varios más. Ellos predican que “los humanos son seres espirituales inmortales que olvidaron su verdadera naturaleza” y te cobran un fangote de guita para recuperarla. Hay un episodio de la serie South Park en el que explican las cosas delirantes en las que creen. Incluye una antigua civilización intergaláctica en la que millones de seres fueron destruidos y se convirtieron en unas entidades llamadas “thetanes”, que se adhieren cual sanguijuelas a los espíritus humanos y causan traumas. La iglesia solo revela esa historia cósmica a los miembros más avanzados.
L. Ron Hubbard, el fundador de esta controvertida religión, tuvo una vida agitada. Tenía causas judiciales por todo el mundo. Estuvo a punto de ser extraditado a Francia varias veces. Vivió de incógnito en Nueva York, en Las Vegas, en California, en Florida, y cuando ya no podía estafar a nadie más o lo descubrían, se iba mudando de ciudad. Era explícitamente homofóbico, se casó tres veces y tuvo siete hijos: a uno lo desheredó; otro se suicidó. Durante su juventud fue militar. Cuentan que una vez le disparó a la nada con un submarino de ataque flasheando que había enemigos. Era pésimo alumno, y abandonó sus estudios en ingeniería para dedicarse a escribir cuentos y novelas. Compuso la música de tres discos y en 1953 recibió un doctorado honorario de una universidad que luego cerraron por no estar registrada y dar títulos falsos. Quedó malherido de un accidente en moto, tenía bursitis y sobrepeso. Y, a pesar de haber sufrido un infarto, una embolia pulmonar, y de haber estado en coma, fumaba como un escuerzo y bebía como un cosaco.
Operación Blancanieves fue el nombre clave para el conjunto de movidas coordinadas por el propio Hubbard para meter a su gente en distintos organismos del Estado. La idea, entre otras cosas, era aprovechar esos lugares de privilegio para obtener información de primera mano y gestionar beneficios para el culto. La operación incluía robar archivos clasificados, destruir documentos comprometedores, facilitar créditos y reducciones impositivas, frenar expedientes, desaparecer pruebas, manipular información, apretar gente, extorsionar y toda esa clase de cosas que hace uno cuando es un doble agente infiltrado. También pinchaban líneas de teléfono de periodistas, empresarios, senadores y funcionarios.
Los planes marcharon sobre ruedas durante años, pero si algo nos enseñó el rock nacional es que todo concluye al fin y nada es para siempre. Algunos agentes de la organización –descuidados– fueron cometiendo una serie de errores en su accionar y el servicio secreto de Estados Unidos comenzó a sospechar. Los del FBI empezaron a recolectar evidencias y, cuando tuvieron las necesarias, les cayeron encima a todos a la vez. Mary Sue, la esposa de Hubbard, y más de 10 miembros de alto rango del culto, fueron encontrados culpables por la Justicia, condenados a varios años de prisión y a pagar miles de dólares en multas. El mismo Hubbard fue declarado cómplice, pero logró evadir las rejas. Sus últimos años los pasó viviendo de aquí para allá en un motorhome de lujo. Murió drogado y borracho en 1986, prófugo de la Justicia. Los cienciólogos incineraron su cuerpo y aseguraron que él había desencarnado a propósito, y su espíritu ahora vive en una galaxia muy muy lejana, en el infinito y más allá.
*Experto en delirios. Guionista y dibujante. Desde 2012 se dedica a investigar conspiraciones para columnas radiofónicas. En 2018 estrenó su podcast Conspiranoia para principiantes, y ha recopilado un libro que lleva el mismo nombre.