Manual de historia y cultura pop para millennials
Qué es
Es un juguete de malabares, primo lejano del atemporalmente clásico yoyó y la variable ochentera del balero, que fue hit en los 60. Como sus parientes, es tan sencillo como complicado. O sea: hay que dominar su arte. Son dos bolas de plástico duro (solían ser rojas o de colores flúo), sostenidas por un mismo cordel, que está entrelazado especialmente con un aro con pestaña en el medio para dar eje y hacer que las tiras tengan simetría y las esferas, cuando están colgando, queden al mismo nivel.
Cómo se juega
El objetivo consiste en lograr que las dos bolas golpeen arriba y abajo durante el mayor tiempo posible. Parece fácil, pero no lo es. Hay que lograr que el golpeteo esté en equilibrio rotacional y que el par de esferas se golpeen entre sí y no caigan descontroladas sobre la mano. Para eso es necesario tener sangre fría y controlar todo desde el eje, haciendo un movimiento rítmico y preciso con el brazo y/o la muñeca. Un mix de intuición, principios de mecánica clásica, valentía y equilibrio.
El secreto
Después de muchas manos machucadas y/o gritos de terror cuando funciona, se descubre la clave para dominar su arte. El movimiento con la mano debe ser leve primero, para que las esferas golpeen solo abajo y cada vez más fuerte, hasta que crece el arco y golpean arriba también. La fuerza se transmite de la primera bola a la otra al chocarse entre sí, haciendo que ambas tomen direcciones opuestas. Eso da la ilusión de que se repelen, cuando en realidad se intercambian los sentidos de las fuerzas.
Curiosidades
- Nombre. En algunas regiones de América Latina, este juego se conoce como “tronadora”, pero no tiene gracia llamarlo así. Es más masivo –y lógico– el término “tiki-taka”, que viene del sonido que hacen las esferas al chocar. Tiki, abajo; taka, arriba.
- Fútbol. No tiene nada que ver con el tiqui-taca, ese estilo de juego tan del River clásico que se caracteriza por el uso de pases cortos en las transiciones en la cancha. Solo son homónimos.
- Actualmente. Se consiguen los originales de 1980 usados por un precio que ronda los $1500 (buscar en la web y salen varias opciones), pero también hay nuevos, porque aún se fabrican, a más o menos $300.
Torneos y competencias
Durante la década del 80 este juego salía de las casas, pero además trascendía la esquina o la vereda. Era casi una institución que involucraba a grandes empresas auspiciantes, a programas de televisión y hasta a la escuela. Todo se movía alrededor de los campeonatos de tiki-taka.
Iba a las escuelas, con visita oficial, un equipo de “campeones de tiki-taka” para hacer la demostración. El héroe era un hombre oriental, que estaba siempre de saco bordó. Serio y concentrado, deslumbraba con sus trucos (también era parte del equipo de campeones de yoyó, pero esa es otra nostalgia). Los auspiciaba alguna gaseosa, claro. Luego se jugaba la competencia en un programa de tele que tenía público cautivo.
En los 90 hubo un pequeño revival cuando el canal Magic Kids de Cable organizó un campeonato, en el que concursaba cualquiera del público que se inscribiera.
La única condición era comprar “el original”, que tenía un mango que al mojarlo cambiaba de color. El ganador se llevaba “El tiki-taka de plata”, un trofeo real para adornar repisas, con las esferas de material transparente.