Manual de historia y cultura pop para millennials y nativos digitales
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El yoyó es un disco tamaño alfajor ¡que no se come! Era de madera en sus orígenes y luego de plástico. Tiene una ranura profunda en su circunferencia, en la que se enrolla un cordón. Eso se anuda al dedo –el del medio– y, simplemente, se hace subir y bajar mediante pequeñas sacudidas de la mano. Parece una pavada, pero no lo es. Y, además, eso es lo básico. Apenas, el comienzo de lo realizable con este juguete clásico que tuvo su apogeo durante los 80 y que aún se usa.
Los trucos
Después de dominar el arte de que el yoyó vuelva, viene la extravagancia. Algunas de las figuras que se pueden hacer son El dormilón (sube y baja lentamente), Paseando el perro (llega al piso, avanza en el suelo y regresa), La media vuelta (un movimiento de 90° en el que por un momento parece levitar) o La vuelta al mundo (el giro es de 180°). Además, están las otras hazañas, solo para avanzados, como El fuego atómico, La bala de plata, El kamikaze o Atomic Bomb. Requieren entrenamiento y talento.
Deporte
El primer concurso se celebró en Londres, Inglaterra, en 1932 y es, actualmente, la competencia más importante del circuito. El ganador se lleva el título de Campeón Mundial. La FIFA de esto es la Federación Internacional de Yoyó (IYYF), y hubo y hay celebridades en juego como en el fútbol. El japonés Shinji Saito, de 32 años, tiene la mayor cantidad de títulos mundiales de cualquier yoyoer en la historia. Su país es el que más títulos se llevó, después viene Estados Unidos y, lejos, solo con un Oro está Brasil.
En los años 80
- Stars. Fabricantes de este juguete llevaban a campeones de yoyó por el mundo a mostrar sus talentos. Siempre vestidos de traje y corbata, con saco bordó, iban como invitados a programas de TV o hacían presentaciones en teatros.
- Argentina. Los campeones de yoyó locales recorrían las escuelas haciendo demostraciones, auspiciados por la gaseosa más famosa, asociada con la fábrica de juguetes Rusell. Sí, en una hora de clase especial dedicada a eso.
- Promo. Un hit absoluto de esa época fue la campaña en la que había que coleccionar tapitas de botellas que venían con el dibujo de los trucos y, al llegar a 10, se podían canjear en el kiosco o en almacén por un yoyó.
El juguete inmortal
No se sabe, a ciencia cierta, quién lo inventó ni cuándo. Pero hay evidencia de la existencia del yoyó desde el siglo V a. C. en Grecia y en China. Eran de madera o arcilla y aparecen en imágenes y en pinturas de esa época. El nombre es más rastreable: significa, en filipino, “volver” o “viene-viene”. Y se estima que el juguete fue bautizado así durante el siglo XVI.
Su presencia en la actualidad está ligada al crecimiento de las fábricas de plástico en Estados Unidos, gracias a las cuales se pudieron desarrollar nuevos modelos a gran escala de producción. Los primeros yoyós modernos aparecieron en 1920 y dos décadas después ya existían los creadores clásicos, Duncan y Russell.
En 1947, Coca-Cola y Russell se asociaron para llevar el chiche a todo el mundo, como parte de una gran campaña de promoción que marcó a muchas infancias a través de varias décadas en más de 200 países. Además de todo esto, el yoyó viajó en misiones espaciales y se usó en programas experimentales para estudiar la microgravedad.