El dibujante explica su amor por el futbolista, a quien le dedicó su libro más reciente.
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¿Sigue sin interesarte el fútbol local y sí, en cambio, la Selección Argentina y los mundiales? ¿Por qué?
Cada 4 años me concentro en esos junios, que en Qatar va a ser noviembre y diciembre. Es una costumbre que apareció laboralmente en el 90 en Página/12, y siguió en USA 94 cuando me mandaron como corresponsal, y luego en cada Mundial, más allá de la suerte de nuestra Selección, tan errática, me apasiona esa metáfora de guerra mundial. Y me gusta dibujar goles, diseccionarlos. Verlos detenidamente, estudiarlos. Desde siempre, espero ese momento con muchas ansias. Es más, me recluyo ese mes en Pinamar, donde incluso en la última Copa hicimos un programa desde allá con Juan Forn. En la última Copa América, que ganamos en Brasil, grité mucho el gol del Fideo Di María a Bolsonaro. Y no, no soy muy interesado en los campeonatos locales, prefiero seguir al Leeds, porque me gusta Marcelo Bielsa.
¿Tuviste oportunidad de conocerlo?
Tengo trato semanal con él; es una maravilla de la ética en este modo fútbol cada vez más corrido en sus valores. Y me gusta su estrategia ofensiva.
Sos un enamorado de Maradona. ¿Cuál de todas las aristas de la vida del 10 es la que más te deslumbró?
A mí me interesa el Diego del fútbol, el de mirada de niño y sabiduría de viejo tribunero. No me interesa su intimidad. Me gustaba su relación con sus padres, sobre todo con la Tota.
¿Por qué tu libro se llama Diego. Nacido para molestar?
El libro se llama así porque es un molesto, como lo es Charly, como lo fueron Evita, el Che, Lennon. Con su muerte se fue la permanente sorpresa que siempre nos brindaba Maradona. Y que no resucite fue su última sorpresa. Creo que en mi libro quedó muy graficado el tema de las alegrías y las desazones.
¿Cuáles recordás?
La expulsión en el 82 frente a Brasil quedó amortiguada por el drama de la guerra. No se podía repetir el campeonato ahí y menos con ese equipo. En México 86, la gloria permanente, de pe a pa. En el 90, éramos la armada Brancaleone y tuvimos solamente una alegría: el pase de Diego y el gol de Caniggia. Todo lo demás, una piscina de Merthiolate. Y, finalmente, la renovación del 94, Mundial al que asistí, pero con ese descuido imperdonable tan argentino de la pastillita equivocada. Se la tenían jurada, era para ganarla, pero se mancó. Nos cortaron las piernas.
¿De dónde viene tu amor por Boca? ¿El sentimiento por el Xeneize sigue intacto o ya no es como antes?
Me hice de Boca por amor, porque me gustaba una compañera de cuarto grado, Nancy, y era bostera. Pero la verdad es que perdí la pasión por Boca y es algo que me duele.
Completá la frase
Martín Palermo... me dio muchas alegrías, Pero no son comparables con Maradona. Es como si al genio no lo tuviera adentro, como Diego, sino que el genio venía a él, de vez en cuando, tipo delivery.
Messi me genera… es el mejor jugador del mundo del momento, Pero es producto de otra generación.