Escrita por Amaranta Osorio e Itziar Pascual, se construye a partir del relato de dos mujeres que encuentran formas resilientes para sanar.
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Algo de luz en tiempos de oscuridad. Eso es lo que ofrece la historia de Moje holka, moje holka (Mi niña, niña mía), obra escrita por la mexicana Amaranta Osorio y la española Itziar Pascual, y dirigida por Alejandro Casavalle, que acaba de estrenarse en El Extranjero (Valentín Gómez 3378), sala del barrio del Abasto que luego del largo paréntesis provocado por la pandemia se ha propuesto retomar la celebración del teatro con una oferta original: además de la obra, cuya entrada cuesta $800, hay posibilidad de almorzar o merendar antes o después de cada función por precios muy razonables ($800 o $500 más, según qué opción se elija).
Mi niña, niña mía toma como punto de partida el relato de dos mujeres situadas en momentos históricos diferentes que encuentran formas resilientes para sanar las cicatrices que generó el nazismo: una actriz judía que hace teatro con los niños en el campo de concentración de Terezín (República Checa) y una joven entomóloga que estudia insectos: “Dos luciérnagas que brillan en la oscuridad, dos mujeres que brillan a pesar de todo”, sintetizan las autoras.
“Desde el momento en que Amaranta me compartió la obra, allá por 2017 en Costa Rica, quedé impactado por su luz, por la energía y la esperanza que transmitía”, asegura Alejandro Casavalle, director de obras como La palabra mecánica, Isla Mauricio, Una tragedia argentina y Migraciones. “En la Mujer Histórica, uno de los personajes de la pieza, vi la posibilidad de evocar, celebrar y homenajear la potencia de Hedy Crilla, maestra de mis maestros –Augusto Fernandes, Agustín Alezzo–, y de un gran amigo del teatro y de la gente, Lito Cruz. Y la Mujer Actual me llevó a pensar en nosotros y nosotras desde el hoy, en una realidad de aislamiento y autoexigencia”.
Protagonizada por Alma Buffay y Marianella Zappelli, esta obra ya se estrenó –con otras actrices y muy buena repercusión– en España y República Checa. “Es un gran homenaje a mujeres fuertes: la Mujer Histórica se ve atrapada en una circunstancia horrible y, a pesar de todo, logra ayudar a esos niños, y la Mujer Joven tiene menos certezas, pero empieza a descubrirse y a tomar decisiones que cambian su vida cuando observa y siente la energía de la otra”, explica Osorio, quien creció en el mundo del teatro trabajando como actriz en las obras de sus padres. A los 17 años se estableció en Estados Unidos para estudiar Relaciones Internacionales, carrera que dejó al poco tiempo de empezar. Después se formó en aquello que más le interesaba –las artes escénicas– en Japón, Brasil, México y España.
Su socia en esta aventura, Itziar Pascual, es dramaturga, pedagoga, investigadora y periodista. Dirigió en Barcelona la revista Escena y es coeditora del ciclo de las Marías Guerreras en Casa de América (Teatro del Astillero). “Con Amaranta hicimos una escritura a cuatro manos –revela–. Teníamos varias premisas de trabajo, primero porque vivíamos en países distintos cuando arrancamos el trabajo: ella en Francia, yo en España. Entonces nos propusimos conciliar y encontrar espacios comunes de trabajo. Luego resolvimos hacer un abordaje integral: la idea no era que cada una se ocupara de un personaje o de una zona de la obra, sino que todo lo que escribiéramos formara parte del mismo devenir. Esta obra se fraguó delante de un chocolate caliente y un tren en Avignon (Francia). Amaranta viajaba a París y yo a Marsella. De algún modo, los trenes y el chocolate se volcaron en el propio proceso de escritura”, cuenta la española sobre el proceso creativo.
Osorio y Pascual escribieron juntas La trilogía de las luciérnagas, siempre con mujeres como protagonistas y la exaltación de la idea del teatro “como nido de esperanza”, según ellas definen. “Vava Schoneova era una actriz muy famosa en Praga. En 1942 fue deportada al campo de concentración de Terezín”, recuerda Osorio. “Una sobreviviente le dijo alguna vez: «Te debo mi infancia, haber sido tu luciérnaga se convirtió en mi mejor recuerdo de aquella época difícil. Correr por todo el escenario cantando que vendrá la primavera fue más de lo que puedas imaginar». Ese reconocimiento conmovedor es una prueba de cómo el teatro puede darle a alguien la fuerza necesaria para vivir”.
Moje holka, moje holka. Mi niña, niña mía. Dirigida por Alejandro Casavalle. En El Extranjero Teatro, Valentín Gómez 3378. Domingos 15.30. $800.