Se metió en la casa de celebridades, hizo dupla con una salchicha animada, se infiltró en el mainstream televisivo, con Migue Granados creó una comunidad y ahora hace podcasts exitosos. Perfil de un comediante del siglo XXI
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“Yo también tuve una verruga, como las que tenés vos, cerca del ojo”, me dice Martín Garabal. Estamos almorzando en el local de Belgrano de una coqueta cadena de comida gourmet, naturista. “Por el lugar en que me salió, no me la podían quemar, así que me la tuvieron que sacar con un bisturí. Fue horrible. Vi cómo me acercaban el bisturí al ojo y cómo salía el chorro de sangre. Salpicó para todos lados. Un espanto”, me cuenta. Y así, de repente, mi apacible cita con el dermatólogo, agendada para la primera semana de 2022, comienza a transformarse en la célebre escena de El perro andaluz, clásico del cine surrealista, de Luis Buñuel y Salvador Dalí. Garabal no está haciendo un chiste. Pero el relato podría formar parte de alguna de sus historias, de un humor delirante, casi siempre incómodo, muchas veces sin remate.
En La tercera mañana, la novela de Edgardo Cozarinsky, un personaje rescata una anécdota real de Pepe Arias, actor y monologuista del siglo pasado. “Cualquier cosa que dijese con su acento resultaba cómica. Arias era un genio en ese sentido: recitaba el Código de Minería sin cambiar una coma, y el teatro se venía abajo de la risa”.
Un mundo incómodo
Martín Garabal tiene 38 años, se recibió en la UBA de Diseñador de Imagen y Sonido, es dibujante, actor, director, guionista, conductor de radio y de podcasts. Pero el hilo de todo lo que hace es el humor, que –según él mismo se encarga de explicar– “va tiñiendo cada una de esas disciplinas”.
Con YouTube como plataforma principal, Garabal construyó una carrera con picos creativos en Deliciosísimo (donde personificaba a un chef que basaba sus platos en salchichas industriales, junto a su partenaire Salchi, una animación con Alexis Moyano en las voces), Periodismo total (el conductor de un noticiero desastroso), incursiones en el mainstream televisivo (figura repetida en Pasapalabra, el programa de entretenimientos conducido por Iván de Pineda), un reportaje incómodo en Tomate la tarde, el magazine de la TV Pública, donde le mostró a Nik algunas ideas (no necesariamente originales) para hacer algunas tiras cómicas, y la reversión de una de las escenas más famosas de Un príncipe en Nueva York, en el clip promocional Jorge & Alberto Coiffeur para el reestreno del icónico film de los 80 en Amazon. Desde 2017 y hasta 2020, primero en Blue, y luego en Vorterix, radio + streaming, hizo Últimos cartuchos, en dupla con Migue Granados, un programa de culto que se proyectó hacia la masividad.
"Mi mantra para todo lo que hago es el mismo: lo hago porque me divierte o me da curiosidad."
Martín Garabal
Hace unos meses, junto a Charo López, Adrián Lakerman y Alexis Moyano, estrenó Un mundo maravilloso, un podcast diario (producción original de Spotify) que pronto alcanzó el podio de los más escuchados de la plataforma. Cada episodio dura unos 10 minutos, que Garabal define como “un bombardeo de estímulos” y está improvisado en un 90%. “Hay que prestar bastante atención”, explica. “O sea, te descuidás dos segundos y aparece una canción, te despegás dos segundos y aparece un sketch que no entendés de dónde vino. Es un gran mecanismo de ingeniería entre los cuatro, lo que hacemos con el editor de encontrar el tono justo, el punto justo, los climas”.
–¿Cuál es la dinámica de trabajo?
–Es medio una locura. El laburo del guion viene en la posproducción. Grabamos dos veces por semana un par de horas, improvisamos sobre temas que nos interesan y después armamos un Frankenstein, vemos qué le falta. Tenemos unas planillas imposibles, pero también tenemos un muy buen editor y una muy buena productora, así que nos operan un poco todo.
–¿Lo disfrutan?
–Estamos en la etapa donde nos hace feliz hacernos reír a nosotros mismos. Creo que cuando estás en esa, todo va bien. Lo estoy disfrutando mucho humanamente y a nivel artístico también. Mi mantra para todo lo que hago es: lo hago porque me divierte o me da curiosidad.
Su contextura física, 1,96 metros, es mayor al promedio de la población, y eso hace que, muchas veces, tenga que enfrentarse con un mundo diseñado para gente 20, 30 o 40 centímetros más pequeña. Quizás por eso la incomodidad sea otra de las claves que caracterizan su humor. Su primer proyecto, Famoso (2013), fue la primera serie en YouTube producida por el canal I.sat, y allí Garabal hacía de sí mismo, como un entrevistador torpe que se metía en la intimidad de celebridades. “Famoso es un juego de a dos”, explica. “O sea, es la oportunidad del famoso de interpretar otra historia, ¿me entendés? Yo no quiero engañar a la gente y aprovechar una supuesta ingenuidad o falta de experiencia para bardearlo e incomodarlo. Yo quiero jugar un juego donde el espectador se siente incómodo porque no termina de entender cuál es la cuestión”.
–¿Cómo es la dinámica de Famoso: improvisan o hay un guion?
–A veces, hay una hoja de ruta de lo que yo quiero que le pase a mi personaje y algunas ideas sueltas. Esas ideas no las comparto de entrada con el entrevistado, a menos que sea necesario. Entonces voy probando cosas. Pero como en cualquier entrevista, también voy adaptándome a las respuestas. Por ejemplo, con Mike Amigorena, que fue una de las primeras entrevistas grabadas, en 2012, ya nos conocíamos y había habido como un cortocircuito previo a grabar, que me dijo que sí, dijo que no, qué sé yo. Entonces, ese día, yo subí con una actitud más invasiva y él se puso con una actitud más resistente. Tiramos 40, 50 minutos sin parar con mucha mala onda. Eso surgió en el momento. Los dos sabíamos que si algo era incómodo de verdad, o si había tensión, lo íbamos a eliminar, pero ese fue el espíritu de la nota, entonces yo me adapté. Pero si él en ese momento hubiera estado supercálido, la entrevista hubiera virado a la cosa cálida. Si en ese momento me hubiese recibido en calzoncillos, hubiese virado para allá. Ese es un poco el yeite. Pero cuando terminamos de grabar, nos abrazamos.
Garabal está relanzando en YouTube la tercera temporada de Famoso, que en verdad se estrenó en 2020, pero solo en Flow. Así que la serie experimenta, ahora, una vida número 2. Martín Piroyansky, además de ser el primer entrevistado de toda la serie, tuvo un papel preponderante en la génesis de ese proyecto. “En 2010, después de cruzarnos varias veces, nos hicimos muy amigos. Grabé la primera entrevista con él, pero además vino a hacer cámara en otras dos, y me ayudó a pensar cómo iba a ser el formato de edición. Fue muy inspirador, porque es un chabón que está todo el tiempo en movimiento, desarrollando ideas, pensando. Con mis amigos de aquella época, del secundario, éramos más melancólicos: más de quedarnos en la idea y no tanto en la ejecución. Así que fue como un impulso. Y junto con él había un grupo de actores, directores y demás a través de quienes conocí a Santi Korovsky”, recuerda. “Santi también es un pibe que actúa espectacular, que escribe bárbaro, que dirige increíble y empezamos a hacer alguna que otra cosa juntos. Después, por internet, conocí el trabajo de Alexis Moyano y me encantó. Le pedí conocerlo y nos juntamos. Y por la propia profesión fui conociendo a Julián Kartun, que me parece un artista tremendo. El mismo Jorge de Te lo resumo, Agustín Ferrando de Tiranos temblad, Male Pichot, Charo, Bimbo, Julieta Zylberberg. Un montón de gente que a mí me parecía muy talentosa y que me gusta tener cerca porque te hace crecer”.
–Muchos de ellos vienen de la escuela de Nora Moseinco…
–Sí, total. Magazine For Fai… yo lo veía cuando era chico. Lo que pasa es que yo siempre fui haciendo tribu. En 2006, nosotros sacamos con Ariel (Martínez Herrera), que es mi socio, nuestro primer libro de dibujos y nos hicimos amigos de todos nuestros dibujantes favoritos. Durante años, era la época de los blogs, que era una época donde había muchas juntadas de dibujantes, íbamos a muestras, a comer.
–¿Con qué dibujantes pegaste onda?
–Con Liniers, con Tute, con Diego Parés, con Podetti, con Fayó. También me hice amigo de Oscar Grillo, un dibujante impresionante que vive en Inglaterra hace muchísimos años y que tuve la suerte de ir a visitar. Es un artista que trabajó con Paul McCartney y también es amigo del director de Los Simpson, David Silverman, el creador de Monsters, Inc. Para mí, toda esa etapa fue muy mágica. Después de los dibujantes, pasó con los actores, después a directores, que conozco un montón y que tengo buena onda.
–¿Sentís que formás parte de una generación de humoristas?
–Sí, es un grupo de entre veintipico y cuarentis, entre los que hay muchos colegas que admiro un montón, con quienes compartimos cierto estilo. Creo que lo que nos une es un humor que reflexiona sobre sí mismo, o se ríe sobre la propia profesión del humorista. Y que también tiene otros intereses, es una generación más de la autogestión, un humor hijo de ciertas crisis económicas o de ciertas faltas de lugares tradicionales para habitar.
–¿Quiénes te abrieron las puertas de la profesión?
–Por default, toda la gente que aceptó ser entrevistada en Famoso hizo un salto de fe, porque, digo, Francella, Vicentico, Suar, Darín, Mercedes Morán no se hicieron más famosos por aparecer en Famoso. Más bien me regalaron un rato de su tiempo. Para mí fue porque vieron algo ahí que iba a estar bien, un juego posible.
–¿Cómo los convenciste?
–Para los más grandes las llaves fueron los hijos, que conocían lo que yo hacía y se lo mostraban a los padres. A Vicentico y a Darín los pude entrevistar gracias al Chino y a Florián. A Francella y a Suar, gracias a Yoyi y Toto. Todos tienen apodo, ahora que veo [risas]. Fue un poco “che, mirá eso”. Y por ahí miran de reojo porque tienen su trayectoria haciendo lo que hacen y dicen “esto es así, el pibe es un boludo en serio”. Sí, sí, es un boludo, pero es buena persona [risas].
El formato al poder
En la era en que el formato es el mensaje (del Carpool Karaoke a las entrevistas de Julio Leiva en Caja Negra), Garabal declara una mayúscula admiración por Agustín Ferrando Trenchi, creador del noticiero de acontecimientos en internet Tiranos temblad. “Agustín me parece un caso espectacular. Hay pocos como él, que haya alimentado un tipo de lenguaje. Después, lo que ves en internet es eso, una copia sin alma. Como fotocopiadas. ¿Por qué todos los streamers tienen esa silla de cuerina y esas luces? ¿Hay una biblia de cómo tienen que hacerse? «Ah, ¿vos querés ser streamer? Tenés que poner esta luz pedorra y este estante»”, dice entre risas. Y destaca la influencia de Tiranos temblad en otros formatos que se convirtieron en sucesos mucho más multitudinarios, como Te lo resumo así nomás. “No hay ningún video de Tiranos temblad con un millón de reproducciones. O sea, tiene 151.000 suscriptores. Y el video más visto tiene 400.000. Y a Jorge (Pinarello) de Te lo resumo… lo marcó a fuego. La diferencia es que Te lo resumo… tiene casi siete millones de suscriptores y los videos apenas estrenados rápidamente llegan al millón de reproducciones. Y Jorge lo nombra a Agustín todo el tiempo como fuente de inspiración. A mí también me pasa. Viene un adolescente que me veía cuando tenía 12 años y los pibes tienen millones de reproducciones y yo por ahí no. Hay creadores de formatos que no necesariamente aseguran nada. Pero a mí me encanta [risas].
–Hace poco armaste un mapa del humor televisivo en los 90 en la Argentina y, a grandes rasgos, distinguías tres escuelas: Videomatch, CQC y Cha Cha Cha…
–Yo me crie con las tres, consumí las tres. Nunca tomé posesión por una o por otra; de hecho, reivindico a Videomatch porque es tan amplio que convivían muchas corrientes diferentes de humor.
"Soy muy crítico con mi trabajo y con el de los demás. Pero veo las cosas con ganas de que me gusten."
Martín Garabal
–Incluso hay crossover, porque en un momento Alacrán, que venía de De la cabeza y Cha Cha Cha, pasó al programa de Tinelli.
–Sí, y Campi, que estaba en la tribuna de Nico, pasó al staff de Tinelli. También veía Duro de acostar, con Pettinato, que fue el primer Late Night Show, y Los Simpson y programas de afuera que me gustaban, desde El show de Benny Hill hasta Martillo Hammer. Hay como una coctelera de estímulos ahí.
–¿Y el humor clásico?
–Eso lo vi de más grande, cuando ya estaba en la Facultad, como objeto de estudio. Flasheé bastante con Buster Keaton, con Chaplin, con Abbott y Costello y, bueno, con Los Tres Chiflados, que los veía en la tele, pero los resignifiqué bastante. La verdad es que me gustan muchas cosas y, contrario a lo que parece, yo trato de consumir todo con ganas de que me guste. Me frustra mucho cuando algo no me gusta.
–¿Cómo es eso?
–He tenido esta discusión con algunos amigos. Yo soy muy crítico con mi propio trabajo y con el trabajo de los demás, pero siempre veo las cosas con ganas de que me gusten. A mí no me gusta que no me guste algo. Cuando hay algo que es muy popular y no me gusta, lo sufro porque digo: “¿Che, por qué no me gusta?”. Trato de entender. Muchas veces lo que pasa es que lo más popular tiene que ver con una subestimación del público, entonces hay una sobreexplicación de las cosas. Eso a mí me molesta un poco, porque pienso que hay algo interesante en la ambigüedad. Hay productos que son populares y son populares precisamente porque no dejan lugar a duda, y para mí hay algo que se rompe cuando la cosa está sobreexplicada.
Garabal creció en Palermo, fue siempre a colegios públicos (la rectora de su secundaria era la madre de Jey Mammon, quien luego sería la profesora de catequesis de su hermana) y a los 13 años entró al taller de humor gráfico que Claudio Kappel dictaba en el Centro Cultural Borges. Y en la adolescencia también se formó en talleres de improvisación teatral. Su irrupción pública, como vimos, fue con Famoso.
“El camino a la fama no significa nada si no hay una misión”, canta Adrián Dárgelos, de Babasónicos, en una de sus canciones clásicas. Y aunque Garabal suele bromear sobre él mismo tratando de “pegarla”, dice que eso ya no lo desvela. “Creo que con la edad se va bajando la ansiedad y también te vas reconciliando con lo posible”, asegura. “No tengo muchos más objetivos macro, no es que pienso «Uy, ojalá pueda hacer en tele esto o en radio lo otro”, porque la verdad es que ya me lo han ofrecido. Me han ofrecido conducir tele, radio, y he dicho que no. Por ahí sí me gustaría estar más formado y hacer más ficción. Me gustaría hacer un cambio de clima y que el contenido argentino de ficción sea más de exportación. Me gustaría hacer una película o una serie. Eso sí me interesaría: ampliar el nicho. Pero que siga siendo un nicho, porque creo que a mí las cosas que en general me gustan son de nicho, pero el nicho afuera es gigantesco comparado con el nicho de acá, pero son las que más disfruto. Cada tanto aparece algún formato superpopular que a mí también me gusta”.
–¿Qué cosas de nicho te gustan?
–Siempre me gustó mucho Community, que es una serie de Dan Harmon. Tuve la posibilidad de conocer a Joel McHale, el protagonista, en Los Ángeles, y comer con él. Me gusta mucho el show de Eric Andre, que es un comediante americano de un Late Night totalmente roto y trash, y charlé muchas veces con él por las redes, me sigue… Me vuelve loco lo que hacen.
–¿Apuntás a ser un artista de culto?
–Sí. O sea, una cosa que me da satisfacción es que pasa el tiempo y algunas de las cosas que hice la gente las sigue descubriendo, o que muchos artistas y creadores más chicos vieron eso y dijeron “¡ah, se puede hacer algo así!”, y lo hicieron, y lograron entender cómo hacerlo más popular, incluso.
–¿Por qué te dedicaste al humor?
–Yo creo que para no estar angustiado. El deseo es un motor que te pone a hacer algo y, bueno, ya estoy acá, puedo hacer esto. Todo el tiempo estoy calibrando para disfrutarlo, porque por algo lo estoy haciendo. No tiene sentido estar dibujando si no estoy disfrutándolo. Pero bueno, no siempre se puede disfrutar todo el tiempo. Así que es un delgado equilibrio entre hacerlo porque necesitás hacerlo y tener que disfrutarlo. Pero, en definitiva, es el modo de llenar el tiempo en mi paso por la Tierra.
Producción: Virginia Gandola, Pelo y Make-up: Vero Fox. Agradecemos a Big & Tall, Renner, Terrible Enfant, Compañía de Sombreros, Copos de Luz y Alto Rancho por su colaboración en esta nota.