La película confirma a Ariel Winograd como uno de los grandes directores argentinos
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Decir que Ariel Winograd es uno de los mejores directores del cine mainstream argentino de hoy no es hacerle justicia, básicamente, por tres razones. La primera: hay pocos directores “mainstream” en el cine argentino de hoy. La segunda: la palabra “mainstream” no tiene, en realidad, buena prensa. La tercera: es dudoso que Winograd sea un director “mainstream” en el sentido más “diseño de producción” del término. Más bien es un autor, aunque su campo es el del cine masivo. Pasa –suele pasar– con los comediógrafos.
Dijimos que el mainstream tiene mala prensa y la comedia también. No importa que a todos nos gusten las comedias, no importa que obras maestras del arte universal sean comedias: en el último caso, el paso del tiempo permite al académico respetar su carcajada.
Así que el hecho de que Winograd solo haya dirigido comedias, o de que cuando tomó algún tema que no parecía una comedia lo transformó en una (lo que sucedió con su película anterior, El robo del siglo, hasta ahora la más exitosa de una carrera con bastantes éxitos gigantes como Mamá se fue de viaje o Sin hijos), es un rasgo de autor, es la manera que elige como realizador para contar lo que le interesa. Desde la iniciática Cara de queso hasta aquí, demostró que conoce, además, las reglas del género más difícil de todos. Y que comprende el gran tema de la comedia argentina (o, al menos, de la comedia porteña): la familia como deseo y castigo al mismo tiempo. Porque como alienados, en ese aspecto, no nos gana nadie. Y porque mirar la realidad ambigua desde una perspectiva que la vuelve absurda es la base de... la comedia.
En esto estamos cuando nos avisan que viene una comedia nueva de Ariel Winograd, que se llama Hoy se arregla el mundo y que la protagoniza Leonardo Sbaraglia. La historia es la de un productor televisivo, divorciado, que un buen día se entera de que su hijo de 10 años no es, biológicamente, su hijo. El mismo día, de paso, su exmujer muere en un accidente. Y, casi el mismo día, el hijo-no hijo pide a su papá-no papá que lo ayude a encontrar al verdadero progenitor. Es decir, tenemos varios de los mecanismos de la comedia clásica: pareja despareja, viaje, posibilidad de situaciones absurdas y episódicas, posibilidad de cambio y crecimiento de estas criaturas momento a momento. Y, en el caso de Winograd, es capital la relación entre chicos y adultos.
Unas palabras al respecto. Los niños de Winograd no son tiernos ni son demonios. Curiosamente, son personas bastante completas, con sus problemas específicos y conscientes de que no van a ser chicos toda la vida. Pero no son –nunca– “adultos” disfrazados de chicos. Y esos personajes son, además, los que mejor miran todo lo que sucede alrededor, los que mejor comprenden. El de Winograd es, en ese –y solo en ese– sentido, infantil: en la mirada del que sabe, además, que tiene todo el tiempo por delante, por mucho que le duela el presente. Todavía juega.
Que Leonardo Sbaraglia sea el protagonista, en cierto sentido, combina bien. No solo porque comenzó su carrera muy chico, sino porque, cuando tiene un director al lado que sabe cómo usar sus gestos y su rostro, es de los que se animan a jugar con cada uno de sus personajes. Y es raro que, en una carrera internacional que abarca la Argentina, España y los Estados Unidos, hayan sido pocas las ocasiones en las que fue un protagonista de comedia. Salvo (quizás) Besos en la frente, Días de vinilo, Cleopatra, Una pistola en cada mano o Relatos salvajes, casi no tiene presencia en el género. Pero aquí muestra que no solo puede manejarse en él perfectamente bien, sino que combina de manera notable con el universo agridulce, pero colorido que Winograd viene construyendo desde su primera película. Un viaje con mirada infantil sobre esa cosa curiosa, ambigua y temible que es el mundo de los adultos y esa cosa llamada familia.
MANITO WINOGRAD. Aunque usted no lo crea, no todas las películas de Ariel Winograd se han estrenado en la Argentina. El hombre también trabaja para México (y en México) y tiene un par de films realizados allí (Tod@s caen e Y cómo es él, ambas comedias), a los que podemos acceder vía plataformas. Y, a eso, sumarle la serie de Amazon Cómo sobrevivir soltero. Para el que quiera la obra completa.