Cítrico y refrescante, un trago antiguo pero con varias características que explican su éxito actual.
- 4 minutos de lectura'
Muchas veces se dice que los cócteles clásicos son atemporales, a prueba de tendencias y caprichos de la modernidad. Pero esto no siempre es así. Si bien existen algunas recetas conocidas que no desaparecen de las cartas (los eternos Old Fashioned, Manhattan, Negroni o Bloody Mary), hay otras tantas que permanecen enterradas en el polvo de los libros viejos de coctelería. Un olvido injusto y real que, por suerte, cada tanto se subsana. En Argentina eso está sucediendo con el Gimlet, un cóctel antiguo, pero con varias características que explican su éxito actual. Es cítrico y refrescante, fácil de hacer y de disfrutar, se apoya en el gin (la espirituosa de moda en el país y en el mundo) y permite que cada bartender lo reversione con toques propios. Una fórmula ganadora.
El Gimlet original fue publicado por primera vez en el icónico ABC of Mixing Cocktails, de Harry MacElhone, en 1922, una de las biblias de todo bartender que ame su oficio. Supo ser el cóctel favorito del escritor de policiales negros Raymond Chandler (y, por ende, de su personaje Philip Marlowe). Su receta original es en extremo simple, con apenas dos ingredientes: una parte de gin y otra parte de Rose’s lime, una suerte de cordial ligero, entre dulce y ácido, patentado en el lejano año de 1868 por un tal Lauchlan Rose, proveedor en su momento de alimentos para los largos viajes transatlánticos. Rose había inventado ese brebaje como modo de preservar en el tiempo el jugo de lima, cuya vitamina C ayudaba a prevenir el escorbuto.
Hoy, el Rose’s lime sigue existiendo (de hecho, en algunos lugares del mundo pertenece a Coca Cola), pero la nueva camada de bartenders lo dejó de lado, para reemplazar así un producto industrial por cordiales caseros, que según el caso y receta particular de cada uno, llevará distintas proporciones de ácido cítrico y tartárico, azúcar, agua, jugo y pieles de lima. El resultado es un cóctel equilibrado, ideal para beber en una bella copa cocktail o coupé, con buena frescura, profundidad y esa potencia botánica que solo logra aportar el gin.
De la simpleza a la complejidad
En el bar 878, el Gimlet es un cóctel muy querido: “Nos salvó durante buena parte de la pandemia. Fue el trago embotellado que más vendimos, en una versión propia”, cuenta Juan Cruz Oviedo, jefe de barra de este reconocido bar de Buenos Aires. Esa versión llevaba gin macerado con pera grillada, equilibrado con un cordial de hojas de cedrón y lima. Hoy, si bien ya no lo tienen en carta, siguen homenajeando a este cóctel con otra receta propia, el Gimlet Salteño: una mezcla de aguardiente de uva, vino torrontés y un cordial cítrico de cayote con jugo y piel de limas.
El Gimlet atraviesa bares y restaurantes, haciendo alarde de su versatilidad. En Presidente Bar tienen, por ejemplo, una deliciosa versión traslúcida con ácido cítrico y aceite de mandarina, mientras que en BASA lo sirven aromatizado con unas hojas de albahaca que suman a la coctelera al momento de batirlo. “Es un gran cóctel, lo podés tomar todo el año y en distintos momentos del día”, asegura Gastón Aranda, bartender en BASA. Tanto le gusta este clásico a Gastón que también lo sumó a su proyecto personal, @shake.at.home, de cócteles embotellados para beber en casa. “En este caso, hago un cordial previo, que lleva azúcar, ácido tartárico y cítrico, jugo de lima, jugo de limón y la ralladura de las pieles”, cuenta.
Un error en el que muchas veces incurren los bares porteños (y también algunos bares en el mundo, como bien lo nota en un artículo Robert Simonson, el reconocido periodista de coctelería del New York Times) es convertir el Gimlet en un básico “sour a base de gin”, reemplazando al Rose’s lime original por un almíbar simple y jugo de lima. Un verdadero Gimlet debe lograr un sabor más complejo, dado por esa mezcla de pieles cítricas y la lógica del cordial. Solamente así se logra aquello que Chandler escribe en su fantástica novela El largo adiós: un Gimlet que “vence fácilmente y por lejos a cualquier Martini”.
Gimlet de hibisco
En Ronconcon, el genial restaurante de cocina latina escondido en una calle de Caballito, Emilio Bruno diseñó este cóctel que se convirtió en uno de los best sellers de su carta. “Un clásico del mundo, pensado desde los sabores de Latinoamérica”, explican.
- 60 ml gin
- 22,5 ml almíbar de flor de Jamaica
- 30 ml jugo de lima
- Ramitas de cilantro
Mezclar todos los ingredientes en coctelera con abundante hielo. Luego doble colar en un vaso corto con hielo nuevo adentro.