El escritor y factótum de la editorial armó una orquesta de cámara con Daniel Melingo y Julio Sleiman.
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“Una noche apoyé mi cabeza sobre la tapa de un piano, y no sabía que ese iba a ser el comienzo de la aventura que culminó en este disco. Escribo canciones desde niño, primero hacía las letras, y después inventaba las melodías. Ahora es al revés, o de cualquier manera. Porque lo único importante es el camino para llegar al corazón. En el que hoy, posado en uno de sus recodos, puedo decir que estoy muy feliz de haber hecho con mis amigxs este Hemisferio aparte, que está compuesto por 10 canciones que fijan su coordenada en el presente, interpretadas por una orquesta de cámara”. Así presenta su flamante disco Francisco Garamona. Lo acaba de editar Metamúsica, el sello que comanda desde hace 18 años Ulises Conti, y se llama Hemisferio aparte, un título que puede aludir a una faceta diferente de aquella por la que es más conocido –la de fundador y editor del sello literario independiente Mansalva– y también al estilo singular de las canciones de su repertorio, cargadas de magia, refinamiento y belleza.
“Todas las canciones deben hacer su propio recorrido, más allá de la época en que hayan surgido”, explica Garamona. “Y después es el tiempo el que se encarga de seleccionar y hacer un recorte. Yo trabajo para el futuro, e incluso también para un mundo paralelo, donde todo se está construyendo todavía”.
Grabado en diferentes estudios de la ciudad de Buenos Aires –El globo rojo, La orquesta de cristal, La cocina de Beti y Arenales–, y producido por Ulises Conti y Juan Ravioli, Hemisferio aparte contó con el aporte de una nutrida lista de músicos invitados: Javier Maldonado, David Núñez, Mariano Malamud, Cristian Basto, Julio Sleiman, Fernando Pereyra, David Fernandez, Daniel Melingo. Todos ellos armaron una temporaria orquesta de cámara que arropó 10 canciones, cuyo factor común es la delicadeza. Esa es probablemente la sensación más nítida que provocan temas como “Este mundo”, Frío loco” y “La luna en tu ventana”. Muchos de ellos remiten a la tradición del rock argentino acústico de los años 70, una influencia que Garamona certifica: “Seguramente todo ese caudal de música que vengo escuchando desde niño, y a la que siempre vuelvo, a veces en el recuerdo y otras en la acción, ha definido mi sensibilidad y mi gusto, e incluso también dictaminado el aire de mis propias composiciones”, apunta.
Está claro que había una buena base para el álbum, ese puñado de temas inspirados que compuso Garamona con una guitarra criolla y cuyo sonido, confiesa, podría remitir a las canciones teñidas de épica que se cantan en las ceremonias religiosas. Pero también es notorio que el trabajo de producción las potenció muchísimo. “Vengo trabajando con Ulises y Juan desde 2015, y siempre nos proponemos pensar la música desde diferentes formas, para que cada disco encierre su propio destino y su misterio”, analiza Francisco. “En este caso, quisimos acercarnos a la canción melódica y a la música popular, buscando el paisaje y el tono mental para cada tema. Yo hago música desde los 11 años. A los 14 me subí por primera vez a un escenario, y eso ha sido desde ahí gran parte de mi vida, como los libros, la edición, la escritura, tener librerías de libros raros y descatalogados o, desde hace unos años, dirigir documentales. Como dijo no me acuerdo ahora quién, nada de lo humano me es ajeno. Y me gustan todas esas disciplinas y trabajos por igual”.