Lugares para disfrutar como si no estuvieramos en época laboral.
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La comida es un viaje en el tiempo y el espacio, más cuando se combina con entornos que suman un ingrediente extra. Por eso, hay restaurantes que remiten a playa, aunque queden a cientos de kilómetros del mar, y otros que evocan un mediodía campestre a pocos pasos de la Panamericana. Aquí, algunos lugares para engañar por un rato a la mente y sentirse de vacaciones.
La Butaca
Sofitel La Reserva Cardales
Ruta Panamericana Nº9, KM 61, Campana, Buenos Aires. @sofitelcardales Tel: 03489 43-5555.
Este hotel tiene uno de los paisajes más relajantes de Buenos Aires: muchas palmeras, vegetación, laguna, piscinas y hasta una playita artificial. Desde su restaurant La Butaca se tiene acceso a estas visuales que claman verano.
Por supuesto, las mejores mesas para experimentar esta sensación son las que se encuentran en la terraza, que tiene todo lo que se espera de un espacio así más un bonus track que la hace apta para estos meses de sol abrasador; es techada, pero gracias a su diseño bien abierto parece un espacio 100% al aire libre y el mood veraniego se mantiene intacto.
El restaurant funciona desde el desayuno al cierre, por eso la carta cambia según el momento del día.
Recomendado: El atún rojo con manteca de alcaparras, mousseline de papas y coliflor es un gran acierto.
Para almorzar, reinan los sándwiches y las ensaladas. Muy recomendable el de pan árabe, queso brie, pesto de tomates y rúcula; el de salmón ahumado, tomates confitados, hierbas en pan de nuez y pasas de uva marca otro hit. Todos son para compartir, incluso el clásico tostado de jamón y queso, y vienen, además, con mix de verdes o papas fritas.
Las ensaladas salen de lo clásico y se convierten en una buena opción, valga como ejemplo la de palmitos, mix de pimientos, brotes de la huerta, leche de coco y camarones.
Los que prefieran ir por una mayor porción de proteínas o busquen sacar al pan de la ecuación, pueden encontrar carnes grilladas (salmón, lomo, ojo de bife, pollo, etc.) con guarnición.
La caipi, un emblema de las vacaciones, es perfecta: acidez y dulzor en niveles 100% equilibrados.
Ya al anochecer, se encuentra un menú de marcada impronta mediterránea, con mucha presencia de pescados, charcuterie regional, quesos, pato y un guiño a la Argentina, con la infaltable milanesa -aunque en este caso es de cordero-. El atún rojo con manteca de alcaparras, mousseline de papas y coliflor es un gran acierto. Los carnívoros estarán de parabienes con el sabroso bife grillado en costra de mostaza con cebollón relleno con blend de quesos y papa.
Los que tengan la oportunidad de hospedarse y disfrutar de sus magnificas piscinas (cuentan con tres: una inmensa para adultos, una para niños y otra semi cubierta con agua templada) podrán acceder a la propuesta gastronómica del pool bar, que se destaca por su buena coctelería y excelente servicio.
La Pebeta
Ruta 6 KM 184, Cardales, Buenos Aires. @lapebeta Solo con reserva: 11-3324-5086.
La definición popular diría que La Pebeta es un restaurant de campo, aunque solo es válida si se circunscribe a la literalidad, dado que queda en el campo, pero ofrece mucho más que eso. En este predio de más de 100 hectáreas se produce el 95% de lo que se lleva a la mesa, un auténtico restaurant “farm to table” (de la granja a la mesa). Es decir, que tienen huerta, granja con animales alimentándose a pastura y frutales.
Al llegar ya se siente la atmósfera campestre porque hay que hacer unos tres kilómetros por un camino donde solo advierten campos, y al bajar del auto, más aún, el canto de las aves da la bienvenida.
Las mesas están al aire libre, debajo de una gran arboleda y próximas a una de las huertas, mientras que en el horizonte se puede ver a las vacas pastando.
Recomendados: los tomates reliquia son un viaje de ida, las berenjenas ahumadas con yemas cocinadas al vacío también. El paté es adictivo.
Al mando de la cocina está el joven y experimentado chef Nicolás Tykocki. Hace raciones pequeñas y grandes, y en general presenta un plato de carne en cada una de las secciones (por eso nada más lejos que el paraíso cárnico del clásico restaurant campestre).
En La Pebeta trabajan con animales propios y respetan la estacionalidad. “Ahora hay cordero y cerdo. Nosotros no destetamos, nuestros corderos pesan alrededor de 20 kilos y en el mercado alrededor de 12. Los lechones se faenan a los 25 kilos y acá estamos entre 60 y 90″, explica Tykocki.
Todo es sabroso, la prueba cabal de que la magia está en el producto y después solo es cuestión de un buen trato.
Los tomates reliquia son un viaje de ida, las berenjenas ahumadas con yemas cocinadas al vacío también. El paté es adictivo, lo elaboran con lechón y lleva hígado, riñón y carne intercostal, se termina con gremolata, lo que le da un toque cítrico y refrescante.
La carta de vinos es muy completa -marca registrada de Esteban Nofal, uno de los socios del lugar junto a Mariano Scarampi, con quien también comparte sociedad en Trattoria Olivetti-.
Hay hamacas para los niños; proveeduría para llevar souvenirs comestibles al hogar y los viernes al mediodía hacen visitas guiadas a las huertas. Un lugar para pasar irse de vacaciones gastronómicas a la naturaleza.
Tribu
Juan Diaz de Solís 2794, Martínez. @tribu_ba
A falta de “las olas y el viento”, el río y el viento. Esa es la propuesta de Tribu, que por un rato conduce a la playa sin necesidad de viajar varios kilómetros. Este restaurant, que abrió hace menos de un mes, funciona en la costa de San Isidro.
Desde su amplio deck -que cuenta con mesas y livings- no solo se observa el agua sino también todo lo que sucede alrededor de ella: gente acostada bajo la luz del sol, picaditos de fútbol, algún partido de vóley, runners.
Recomendados: vacío con papas españolas y bondiola ahumada con batatas asadas. Las pastas, otra de las apuestas fuertes.
Está abierto desde el desayuno a la cena y tiene propuestas que se adecúan a cada momento. Para arrancar el día hay muchas opciones saludables, ya que la mayoría de sus clientes son los deportistas que entrenan en la zona; el resto del día ofrecen opciones más livianas, como sándwiches, ensaladas y tapas (langostinos rebozados, tabla de quesos y fiambres, bastones de pesca blanca, entre otros).
Una de las estrella de la casa es el horno de barro, desde donde salen dos carnes braseadas, súper sabrosas y contundentes: el vacío con papas españolas y la bondiola ahumada con batatas asadas. Las pastas -con tres variedades de raviolones- son otra de las apuestas fuertes.
El interior de Tribu también logra transmitir un clima estival: cortinas blancas, lámparas y sillas que remiten a Bali. La remodelación del espacio demandó casi cuatro meses y ese esfuerzo se percibe en cada detalle.
La barra ocupa un lugar destacado del salón y cuentan con una selección de clásicos y otros cócteles de autor.
En Tribu se vive una sensación fundamental de las vacaciones: la buena onda y el clima relajado. Quizás se deba a que este lugar es el “hijo” de tres amigas, dos de ellas provenientes del universo gastronómico y otra de la industria del Turismo. “La respuesta de la gente es súper positiva; por suerte, se llena a toda hora; igualmente, como siempre que abre un nuevo restaurante, estamos haciendo algunos ajustes en la carta. En estos días vamos a estar con cambios en la oferta de parrilla”, aseguran.
Hilton Pilar
Ruta 8, Km 60.5 @hiltonpilar
Verde, verde y más verde. Hilton Pilar se encuentra dentro de Pilar Golf Club, por eso antes de ingresar, hay que bajar las revoluciones, contemplar el paisaje y sintonizar la frecuencia relax. Los visitantes tienen dos opciones: llegar a las mesas que el lobby bar tiene próximas a la piscina o bien dirigirse al club house del country para disfrutar de la propuesta gastronómica de su terraza, que da al campo de golf.
En el club house - llamado “The Old English Pub” - la premisa es comer al paso, por eso la carta hace foco en las ensaladas, los sándwiches y las pizzas. Aunque también hay algunos principales, como la pasta o la carne del día, la milanesa y el pollo.
Recomendados: las pizzas son el hit, se elaboran con harina orgánica y fermentación lenta. Hay opción vegana con queso de almendras.
La terraza es inmensa y tiene visuales únicas del campo de golf. A pocos metros hay una plaza con juegos para que los niños se entretengan.
Claro que los hoteles en sí remiten a vacaciones. Por eso el lobby bar es otra de las alternativas gastronómicas con aires de verano. Al ser un espacio vidriado por completo, el interior convive con el exterior. Sin embargo, para dosis extra de vacaciones, se recomienda elegir alguna de las mesas ubicadas en la zona próxima a las piscinas.
La carta ofrece buenas opciones de “picoteo” (hummus, selección de quesos y fiambres, empanadas) y sándwiches. Las pizzas se consagran como el hit, se elaboran con harina orgánica y fermentación lenta. Salen en tamaño individual y ofrecen una opción vegana con queso de almendras. Conscientes de que esta salida gastronómica es un buen plan familiar, también ofrecen menú kids.
Por último, nada más lindo que contemplar un paisaje con un cóctel en la mano. De la imponente barra ubicada en el centro del lobby salen clásicos y versiones de autor. Además, cuentan con varias etiquetas de gin para armar un “gin tonic” a medida.
Y una aclaración importante, los precios son amigables para un hotel cinco estrellas.
Bonus track: otros restaurantes con aires vacacionales
Sipan, Wyndham Nordelta
Sipan Nordelta Av. del Puerto 240, Rincón de Milberg
El restaurant Sipan, ubicado en Wyndham Nordelta, cuenta con mesas que dan a la bahía y también a la piscina del hotel. Desde allí se puede apreciar el agua, los veleros y los barcos en compañía de un buen cóctel o una rica comida. La carta tiene la impronta nikkei que se espera de Sipan, pero también adaptaciones para un ambiente piletero, con algunos sándwiches y menú kids. La coctelería es excelente, ofrecen uno de los pisco sours más ricos de Buenos Aires.
Sharewood
J. Darregueira 2010, Pilar. @sharewoodpilar.
Para los jóvenes que pasan su verano en la ciudad, el refugio es Sharewood. Este lugar, ubicado en el kilómetro 48 de la panamericana, cuenta con una laguna artificial para practicar deportes acuáticos o, simplemente, contemplarla con una cerveza en la mano. La propuesta gastronómica es bien playera, mucha comida al paso, tragos simples y cerveza.