Con más de 130 años de historia, mantiene sus niveles de atención y calidad gracias a sus puesteros históricos.
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Dos bandas de música y un brindis entre vecinos, puesteros y autoridades formaron parte fundamental del acto de inauguración del Mercado del Progreso el 9 de noviembre de 1889 en el barrio porteño de Caballito. En la década de 1930 se decoró el frente del edificio con el nombre del mercado y se colocaron las grandiosas letras del art déco industrial que lo identifican.
Con 17 negocios que dan a la calle y 170 puestos interiores distribuidos en sus 3600 metros cuadrados, el mercado, situado en Av. Rivadavia 5430, triplica la superficie que tenía hace 132 años. Ladrillo, hierro y mármol son los materiales que componen este pintoresco edificio que ha sobrevivido en la ciudad gracias al espíritu pujante de los puesteros y a la calidad indiscutible de sus productos.
Su estructura fue diseñada en función de las necesidades de un mercado que, desde el principio, fue uno de los más higiénicos. Tenía un pabellón completamente abierto sin paredes destinado a la venta de carnes y dispuesto especialmente para la circulación del aire. En enero de 2020 se terminó de restaurar su fachada e iluminación.
El edificio está inspirado en las construcciones que se hacían en Europa. Hay algo de romance en la relación con los puestos: la mitad está manejado por descendientes de puesteros de principios del 1900. Aunque su esplendor nunca declinó, las nuevas tendencias gastronómicas lo consagraron como un lugar especializado en los mejores productos, visitado por importantes cocineros y sibaritas.