Con 35 años, Nicolás Abot comparte un récord con el uruguayo Sebastián Abreu
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En sus inicios como futbolista, sus siete goles en tres partidos de prueba no alcanzaron para ganarse un lugar permanente, pero sí para empezar a entender el lado B del fútbol. “No alcanza con tener condiciones, yo soy un remador”, cuenta Nicolás Abot, futbolista argentino que, después de 15 años, realizó una carrera formidable y extraña. Con 35 años, jugó en 13 países y comparte un extraño récord con el uruguayo Sebastián Abreu: ambos llegaron a jugar en 31 clubes.
El delantero surgió en Olimpo de Bahía Blanca, y aunque no debutó oficialmente, el fútbol le daría nuevas oportunidades fuera del país. Jugó en Costa Rica (1 club), Venezuela (1), Bolivia (1), Uruguay (1), España (1), Italia (5), Malta (1), Letonia (1), Tailandia (1), Indonesia (1), Australia (3), Nueva Zelanda (1) y, actualmente, en Grecia. “No me voy a retirar hasta poder jugar en un club de África y completar todos los continentes”, cuenta como un detalle al pasar, aunque no lo es. Podría convertirse en el único futbolista profesional que jugó en todos los continentes y marcó al menos un gol en cada uno de ellos.
El argentino podría convertirse en el único futbolista profesional que jugó en todos los continentes y marcó al menos un gol en cada uno de ellos.
Desde Grecia –juega en el Panarkadikos de la tercera división, en la ciudad de Trípoli–, dice que no se anima a compararse con Abreu. “Bromeo con el récord, pero no tengo ni el 2% de él, es un crack. Pero gracias a eso mucha gente empezó a conocer mi historia”.
Nació en 1986 en Mar del Plata, al calor del título de México 86 con Diego Maradona. Sus padres, oriundos de La Colina y General La Madrid, pueblos de la provincia de Buenos Aires, habían ido a probar suerte a la ciudad balnearia, pero al año siguiente regresaron, primero a La Colina y después a La Madrid, en donde empezó a jugar. Su padre llegó a pedir prestada una moto para llevarlo a los partidos. “Se hacía difícil la distancia, no es que estás en el conurbano y te tomás un tren o un colectivo y probás en muchos lugares”, recuerda Nicolás sobre esos inicios, sin imaginar que las distancias luego serían parte de su estilo de vida.
Su etapa como mochilero del fútbol comenzó cuando le consiguieron una oportunidad en el Pérez Zeledón de Costa Rica. “Venía de Olimpo y me habían propuesto jugar allá con la promesa de dar el salto a México: tenía 20 años, creí y fui”, dice. La oferta que le habían prometido nunca llegó, y durante un año estuvo en el fútbol costarricense. Luego, tuvo su oportunidad en el Blooming de Bolivia y en el Zamora de Venezuela, donde llegó a jugar la Copa Sudamericana.
Sin representante, de espíritu nómada, ¿cómo fue consiguiendo su lugar en cada club? Con contactos y a través de las redes sociales, dice, en donde busca oportunidades mediante videos en partidos o entrenamientos: “Al no manejar representante, aprendí a moverme solo. Ser uno del montón implica no ser prioridad, eso te puede hacer perder un año de carrera”.
Tour redondo
De su paso por Asia le quedó el espíritu apasionado, similar al nuestro (“En Tailandia o Indonesia van como 40.000 personas a los estadios”), y los días en Malta, ese célebre enclave en el Mediterráneo, los describe como un sueño: “Son dos islas rodeadas de mar y con un clima espectacular’'. Pero al momento de elegir los mejores destinos se queda con Australia y Nueva Zelanda, por los paisajes y la tranquilidad con la que se vive: “Terminaban los partidos y cenábamos con el otro equipo, los entrenadores daban charlas para todos. Algo impensado en Sudamérica’'.
Pero no todo fue alegría en su tour. En 2014 jugó en el Jurmala de Letonia y, además de padecer temperaturas de 20 grados bajo cero, vivió en carne propia el mercado de apuestas y el arreglo de partidos: “Llegué a hacer un gol y vinieron a decirme que no lo tendría que haber hecho. Terminamos perdiendo por goleada”.
En Ecuador llegó a hacer la pretemporada en el Deportivo Azogues, de la primera división, hoy desafiliado por maniobras ilegales e incumplimientos de pagos. Una semana antes de empezar el campeonato y con varios goles en amistosos, el presidente del club dio de baja su contrato por intereses económicos: “Trajeron otro jugador que le dejaba más plata de comisión que yo, y me echaron. Ese tipo de negociados te pueden arruinar la carrera”, recuerda.
Nicolás viaja solo, y en su valija no pueden faltar dos cosas: el mate y una pelota. “Lo bueno de haber vivido en tantos países es que en fechas como mi cumpleaños recibo saludos de todos lados. Eso también habla bien de uno porque dejó una huella”. Si algo lo diferencia de muchos es que no piensa en lujos materiales: “Solamente seguir ligado al fútbol”.