Son amigas y compañeras de la carrera de Ingeniería Ambiental de la UNSAM y desarrollaron el sistema con un equipo de profesionales de otras disciplinas.
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Cuando empezaron a estudiar Ingeniería Ambiental soñaban con salvar el mundo. Ahora, a poco tiempo de finalizar la carrera, apuestan a metas menos ambiciosas pero con el mismo nivel de compromiso inicial. María Eugenia Altobelli González (25 años) y Camila Gabriela Aceto (24 años) abordaron la problemática del acceso al agua potable y desarrollaron un sistema de monitoreo y detección temprana de vuelcos clandestinos en la red pluvial.
Amigas y compañeras en la carrera de Ingeniería Ambiental en el Instituto de Investigación en Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín (Unsam), Camila y María Eugenia decidieron participar del Hackathon Desafíos del Agua 2021, organizado por Agua y Saneamientos Argentinos (AySA). Cuando se enteraron de la convocatoria a través de la Dirección de la carrera, no estaba en sus planes trabajar juntas. Sin embargo, una vez inscriptas, recibieron la noticia de que formarían parte del mismo equipo. “Fue un intercambio muy dinámico, distendido, tanto con el resto de los integrantes del grupo, especializados en relaciones internacionales, recursos naturales e informática, como con los mentores”, apunta María Eugenia. El proyecto ganador se denomina PluvIAlert y es un sistema de monitoreo y detección temprana de vuelcos clandestinos en la red pluvial que desemboca en el río Reconquista (y alcanza el Río de la Plata, donde se encuentran las tomas de agua), y que podrían eventualmente afectar el olor o sabor del agua potable que llega a los usuarios. El grupo de trabajo lo componen, además, Lara Gottschau (22 años), estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales; Fernanda Pratto (40 años), ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente, y Darío Alonso Harislur (33 años), ingeniero en Informática. El proyecto fue elegido ganador, en una segunda instancia, por un Jurado de Notables, compuesto por 25 miembros provenientes de diferentes universidades y empresas, y según figura en los reconocimientos del premio, “se destaca por su simpleza y efectividad, características indispensables para su escalabilidad a toda la cuenca”.
PluvIAlert consiste en un kit compacto de aproximadamente 1,5 x 1,5 m que se instala estratégicamente en puntos de la red de agua pluvial donde se sospecha que podrían realizarse vuelcos ilegales de efluentes. Los datos obtenidos a partir del kit se envían a un sistema informático que recopila toda la información y permite que se evalúe si hay características del agua que alerten sobre actividades ilícitas. A su vez, el diseño del software permite que los profesionales ingresen manualmente cuando detectan una anomalía y el programa lo incorpore a su funcionamiento, y pueda reproducirlo en un futuro. De esta manera, la máquina aprende del humano.
Según explican las creadoras, gracias a su formación como futuras ingenieras ambientales pudieron aplicar conocimientos clave, tanto teóricos como prácticos, integrando aspectos científico-tecnológicos, ambientales, sociales y económicos, en pos de encontrar respuestas a un problema tan importante hoy en día como lo es el acceso al agua potable.
Camila concluye: “Cuando comenzamos a estudiar Ingeniería Ambiental soñábamos con salvar el mundo, una meta ambiciosa y un poco inocente. Hoy en día, ya finalizando nuestras carreras, aprendimos que los verdaderos cambios no se hacen de la noche a la mañana, sino que nacen, entre otras cosas, de ideas como la nuestra al generar espacios de debate y brainstorming. Nacen del trabajo grupal, la perseverancia, el compromiso y la convicción”.