Los beneficios terapéuticos son cada vez más respaldados por ensayos clínicos difíciles de ignorar.
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Su nombre es Masha, como la nena de la serie infantil Masha y el oso. También es rusa. Pero, en su caso, es espigada, misteriosa, en apariencia angelical, etérea y de largos cabellos dorados como la elfa Galadriel de El señor de los anillos.
“En 10 días, abandonarán este lugar siendo una persona distinta a la que son ahora”, dice en el primer episodio de Nine Perfect Strangers (Hulu) el personaje interpretado por Nicole Kidman, la gurú de un enigmático retiro de bienestar en California llamado Tranquillum. “Se sentirán más felices, saludables, ligeros, libres, sanados”.
A los nueve huéspedes los une el trauma: la depresión, la ansiedad, problemas de adicción y otras afecciones mentales. Y, de un momento a otro, comienzan a sentirse distintos. No saben que los empleados les están incluyendo en sus smoothies microdosis de psilocibina, el ingrediente psicoactivo de los “hongos mágicos”.
En el fondo, la serie es una sátira de la industria del bienestar, como la también genial The White Lotus. Pero también expone un cambio en la aceptación social de las drogas psicodélicas como tratamientos potenciales para la salud mental.
Los estudios de psicodélicos –LSD, psilocibina, ayahuasca– para uso terapéutico florecen como nunca después de décadas de prohibiciones y falta de financiación.
La historia de estos compuestos que alteran la mente es asombrosa. La psilocibina ha sido utilizada por culturas como la maya o la azteca en América Central en ceremonias rituales durante más de 3000 años. La sustancia fue aislada químicamente y fabricada por primera vez en un laboratorio en 1959 por el químico Albert Hofmann.
Pero tras dos décadas de investigación médica, los psicodélicos fueron asociados con el mal mismo. Se los prohibió en todo el mundo luego de las campañas antidrogas que llevaron a la criminalización del éxtasis, el LSD y la marihuana. Y la investigación en el tema se clausuró.
"Creo que tenemos la capacidad de reducir mucho sufrimiento en el mundo. Sería una tontería no explorar esto con el mayor cuidado posible."
Michael Pollan
Ahora, de a poco reingresan a la psiquiatría como tratamientos posibles de los trastornos mentales, la adicción o el estrés postraumático. Los beneficios terapéuticos de los hongos mágicos, el LSD, MDMA, ayahuasca, marihuana y otros alucinógenos son cada vez más respaldados por ensayos clínicos difíciles de ignorar.
Investigadores como el equipo de científicos daneses liderado por la psicóloga Dea Siggaard Stenbæk han pasado los últimos cinco años estudiando cómo la psilocibina afecta el cerebro. Tras escanear la actividad cerebral de 20 participantes, advirtieron que la droga psicodélica incita a que las neuronas comiencen a comunicarse entre sí de una forma distinta. “Descubrimos que la psilocibina mejoraba notablemente la respuesta emocional a la música”, dijo la investigadora de la Universidad de Copenhague. “Creemos que esto será importante para la aplicación terapéutica de psicodélicos si se aprueban para uso clínico en casos de depresión”.
Una de las organizaciones que más ha hecho lobby para el uso terapéutico de alucinógenos es la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos que ayuda a científicos a diseñar, financiar y obtener aprobación reglamentaria para ensayos de seguridad y eficacia de MDMA como complemento de la psicoterapia en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático; LSD y psilocibina en el tratamiento de pacientes con cáncer terminal, para ayudarlos a lidiar con su “angustia existencial” a medida que se acercan a la muerte; e ibogaína en sujetos dependientes de opiáceos.
Mientras tanto, universidades como Yale, Harvard y la de California en Berkeley e instituciones médicas como Johns Hopkins, el Imperial College de Londres, el Hospital Mount Sinai en Nueva York y el Hospital General de Massachusetts ya han puesto en marcha centros para comprender mejor los efectos de los psicodélicos en el cerebro.
Pero así como una serie exhibe esta transformación, la que la ha impulsado en buena parte fue un libro: Cómo cambiar tu mente: Lo que la nueva ciencia de la psicodelia nos enseña sobre la conciencia, la muerte, la adicción, la depresión y la transcendencia. “Ahora tenemos esta prometedora área de la psicofarmacología que se reanuda después de una loca pausa de décadas”, dice su autor, el escritor Michael Pollan. “Creo que tenemos la capacidad de reducir mucho sufrimiento en el mundo. Sería una tontería no explorar esto con el mayor cuidado posible”.