La paradoja de Fermi se pregunta lo mismo de manera más formal
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Es tentador dejarse llevar por la humildad cósmica y pensar que los humanos no somos la única civilización de este universo infinito que se expande a cada instante. Pero ¿por qué hasta ahora no pudimos encontrar ningún rastro de vida o inteligencia alienígena? ¿Dónde están todos los extraterrestres que nos prometió la cultura popular? Hay algo llamado “la paradoja de Fermi” que se pregunta lo mismo de manera más formal.
Podríamos teorizar que viven demasiado lejos, más allá de los millones de estrellas que tiene la Vía Láctea, nuestra galaxia; quizás ya se extinguieron o visitaron la Tierra hace mucho tiempo, cuando la humanidad aún no existía. A lo mejor, para ellos somos primitivos como bacterias y la comunicación, imposible. También puede ser que su tecnología haya avanzado de otra manera y sea indetectable para nosotros, andá a saber. Hay, sí, una fórmula matemática (busquen en Google “Ecuación de Drake”) para estimar un hipotético número de civilizaciones extraterrestres que podrían existir y eventualmente ponernos en contacto, agregarlas como amigos en las redes sociales, pedirles que se suscriban a nuestro perfil y le den clic a la campanita para no perderse ninguna actualización.
Mucho se escribió sobre seres de más allá de las estrellas. Incluso, fuentes del Pentágono confirmaron la autenticidad de varios videos captados por las propias Fuerzas Armadas en donde se veían fenómenos aéreos que aún permanecen como no identificados.
Mucho se escribió sobre seres de más allá de las estrellas; quienes se atreven a hablar con certeza de esos temas distinguen entre Marcianos, Selenitas, Pleyadianos, Anunnakis, Reptilianos, Altos Grises y demás razas extraterrestres. Para algunos conspiranoicos existe una guerra entre familias, dos castas de alienígenas se disputan el poder y no se ponen de acuerdo con qué hacer con nosotros, si esclavizarnos o ayudarnos a vivir mejor.
Otra teoría es que los álienes podríamos ser nosotros mismos, los humanos, pero del futuro, tratando de arreglar nuestra propia línea temporal.
Incluso antes del evento de Roswell en 1947 y la posterior proliferación de avistamientos de platillos voladores, la gente también tenía historias con visitantes de más allá de las estrellas. Hay relatos que hablan de luchas en el cielo de barcos voladores y testimonios sobre alienígenas en globos y zepelines.
Tenemos los encuentros cercanos del primer tipo, que implican ver un platillo volador. En un encuentro cercano del segundo tipo, además de ver un ovni, hay que encontrar evidencia física de su aterrizaje: radiación, calor, daños al terreno, animales asustados, interferencia en la tele o el teléfono, esas cosas. Los encuentros cercanos del tercer tipo, como en la película de Spielberg, son una experiencia donde interactuás con las entidades biológicas que vienen dentro de la nave espacial. Después están los encuentros del cuarto tipo, que es cuando te abducen; del quinto tipo, donde te contactás telepáticamente con los álienes. Los encuentros cercanos del sexto tipo, cuando te matan; del séptimo, cuando producen un híbrido humanoide con vos, y así siguen los tipos, dependiendo de a quién le preguntes.
Para terminar de echar más leña al fuego, no hace mucho, fuentes del Pentágono filtraron unos documentos que prueban la existencia de un Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas, una iniciativa cuyo objetivo era detectar e identificar el potencial peligro de objetos voladores de dudosa procedencia y, además, confirmaron la autenticidad de varios videos captados por las propias Fuerzas Armadas en donde se veían fenómenos aéreos que aún permanecen como no identificados.
¿Hay alien ahí? Para mí, estamos solos y vivimos expectantes como lobos aullándole a la nada. Sé que estadísticamente llevo las de perder, pero también es una posibilidad que seamos nosotros y ya. Sería una lástima porque disfrutaría mucho encontrarme con un extraterrestre y contarle estas historias increíbles que imaginamos sobre ellos.
*Experto en delirios. Guionista y dibujante. Desde 2012 se dedica a investigar conspiraciones para columnas radiofónicas. En 2018 estrenó su podcast Conspiranoia para principiantes, y ha recopilado un libro que lleva el mismo nombre.