Refrescante y mucho más versátil de lo que parece, su aporte de nutrientes es tan rico como su sabor.
- 3 minutos de lectura'
La sandía, melón de agua (como le dicen en algunos países) o Citrullus lanatus si nos ponemos técnicos, es originaria de África y forma parte de las cucurbitáceas, la misma familia que incluye al pepino, al melón y a los zapallos en su árbol genealógico. Los egipcios comían sandía hace 5000 años. Son plantas trepadoras o rastreras con un aroma en común (es más fácil reconocer el parentesco entre pepino y melón “a primera olida”, pero si prestan atención al perfume de un zapallito crudo es posible que lo perciban).
Rica en sabor y nutrientes
El 90% de una sandía es agua y el 6% azúcar: una combinación que significa placer y refresco en altas temperaturas. Su color característico lo aporta el licopeno, un antioxidante que tiene en abundancia. Cuanto más rojo intenso sea la pulpa, más licopeno habrá. Provee abundante vitamina C, aunque generalmente le atribuyamos esta virtud solamente a los cítricos. Las semillas, ricas en vitamina E, se pueden comer tostadas, y se han utilizado en medicina popular durante siglos. La corteza también es comestible y rica en nutrientes: una opción es transformarla en conserva, tradicionalmente utilizada en platos salados.
Cómo elegirla
Si está entera, que la cáscara sea verde mate y sin partes amarillentas ni golpes. El peso también es una buena señal: una sandía muy liviana no va a estar del todo madura, y por ende, no va a ser tan dulce. Sin embargo, atención: siempre habrá una zona definida más descolorida, donde la fruta se apoyaba en la tierra y nunca llegó a darle el sol.
Si está abierta y podés ver el interior, que sea lo más colorada posible. A más intensidad de color, más sabor y más dulzor. Las partes blancas no tendrán casi nada de gusto o serán más bien amargas.
Cómo conservarla
En caso de comprar una sandía cortada, sería importante que la partan delante de nosotros o que se conserve en heladera, bien envuelta en film. La fruta partida a temperatura ambiente empieza a deteriorarse y contaminarse rápidamente, más aún con su elevado contenido de agua y el clima de su estación. Entera, puede durar en buen estado una semana a temperatura ambiente, lejos de la luz solar directa. Si está cortada, no dura más de dos o tres días (y siempre, repetimos, en heladera).
Cómo aprovecharla
Bien fría, sola y en tajadas, por supuesto. También en licuados o congelada: hacer granita de sandía y paletas heladas, combinándola con otras frutas, es una forma maravillosa de aprovecharla cuando la comprás entera, y así prolongás su vida útil en el freezer. Se la puede usar en preparaciones saladas: hace no mucho, compartí un gazpacho de sandía, con bastante aceite de oliva, en esta misma columna (está también en mis redes sociales). En general, en aquellas preparaciones que lleven tomate fresco, suele funcionar muy bien, y pega con quesos frescos, blandos, o feta. Y, si se animan, prueben adulterando la típica Capresse con sandía, que también queda fantástica.
Recetario Kiako: ensalada fresca de sandía
Ingredientes
- 1 tomate grande o unos 8 tomates cherry
- 1 taza de sandía en cubos tamaño bocado
- 1 cebolla morada pequeña, o media grande
- Albahaca y menta, un puñado
- Aceite de oliva, generoso
- Sal y pimienta
- Gotas de aceto o vinagre
Procedimiento
Cortar la cebolla morada bien fina, el tomate en cubos rústicos (o, si son cherry, en mitades), y llevarlos a un bol con la sandía. Aderezar con oliva, aceto, sal y pimienta, y terminar con las hierbas frescas rotas con la mano.
Servir de inmediato.
*Me dedico a comunicar una alimentación natural a través de recetas que sean deliciosas, además de saludables. Escribí los libros Cómo como y A cuatro manos. @natikiako nataliakiako.com.ar