Del stand up a las redes sociales, los comediantes abordan el humor con perspectiva de género y formatos novedosos
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Desde el comienzo del nuevo milenio, en Buenos Aires, una nueva camada de comediantes apareció con fuerza, y con ellos el stand up se fue consolidando de a poco. Literalmente, el género se refiere al artista de pie y tiene sus propias reglas. Por empezar, se trata, en general, de monólogos cómicos dirigidos directamente a la audiencia presente, por lo que el actor suele mantener una suerte de interacción con el público. Sin demasiada escenografía, incluso generalmente nula, los textos del stand up se escriben a partir de reflexiones y preocupaciones del propio cómico que se basan en su historia. Son directos y no interpreta a un personaje. El primer “standapero” considerado de la historia fue Lenny Bruce, que tuvo su auge en la década del 50.
En Buenos Aires, nombres pioneros como Dalia Gutmann, Diego Reinhold, Peto Menahem, Sebastián Wainraich, Malena Pichot, Sebastián Presta, Pablo Fábregas, Martín Pugliese, Ezequiel Campa, Fernando Sanjiao, por citar solo a algunos, terminaron de darle fuerza a un género que se encuentra en uno de sus mejores momentos.
La nueva generación de standaperos encontró su lugar en las redes sociales. Primero con algunas intervenciones tuiteras, graciosas, con remate. Después, con sus videos en YouTube o Instagram que se hicieron virales.
Sin embargo, el género se diversificó, se amplió y, sin darse cuenta, se fusionó de a poco con las redes sociales, que crecían a pasos agigantados conforme pasaban los primeros años del nuevo milenio. Uno que, sin dudas, estaría signado por internet. ¿Existía la vida antes de ella? Entonces los comediantes podían atreverse a mostrar de lo suyo primero para los pocos que los seguían y luego ir sumando por un boca en boca novedoso, una red inconmensurable capaz de cruzar fronteras con un clic. Democrático, al menos en apariencia, porque sí, aquí todos se podían mostrar.
Si los primeros standaperos de Buenos Aires estuvieron marcados por esos sótanos, con horarios tardíos, bien alternativos, y fueron creciendo con fuerza para consolidarse en grandes teatros, esta nueva generación encontró su lugar en las redes sociales. Primero con algunas intervenciones tuiteras, graciosas, con remate. Después, ellos mismos hicieron sus videos, que se subían a YouTube, y finalmente llegó Instagram, que mide los seguidores con la precisión del viejo rating, que quedaba obsoleto con este estallido viral. Es que sí, muchos de los nuevos comediantes “saltaron a la fama” luego de algún video hecho por ellos mismos, que se volvió viral, que se mandaba de un dispositivo al otro con una velocidad que no se pudo prever. Santiago Korovsky, con su video testimonial de la quema de drogas, lanzó la frase “¿no se va a poder probar nada de esto para saber si es droga de verdad?”, que se popularizó al instante. O el video de Guille Aquino con su “yo del futuro” que le viene a contar cómo será todo. Horrible. Claro. Pero contundente, eficaz y, en solo dos minutos, expone la cruda realidad por venir.
Los que conforman esta nueva ola cómica se confiesan devotos de las sitcoms norteamericanas que fueron un boom en los 90. Pero también Capusotto y Todo por dos pesos, Cha Cha Cha y esos programas de humor.
Prácticamente todos los que conforman esta nueva ola cómica se confiesan devotos de las sitcoms norteamericanas que fueron un boom en los 90. Un hito que marcaba a una generación con el canal Sony a la cabeza. Pero también Capusotto y Todo por dos pesos, Cha Cha Cha y esos programas de humor, nuevos y disruptivos, abrían una puerta que parecía cerrada.
Ahora también se ampliaron a los podcasts. Los temas que abordan todos ellos son variados, pero hay una constante de desparpajo y un abandono a cualquier tipo de solemnidad. Tal vez marcados por el cinismo de CQC, muchos de ellos increpan, cuestionan y tocan temas inquietantes como el patriarcado instalado y abusivo, las nuevas formas del amor, la familia, los mandatos, la mujer en el mundo laboral, la maternidad, la política. Con una mirada muchas veces absurda y aguda incomodan. Pero dan gracia.
Aquí, un recorrido por algunos representantes de esta nueva generación que está pisando fuerte.
1. Santiago Korovsky
Si bien a Santiago Korovsky el humor lo acompaña en sus creaciones, no es excluyente. El actor nacido en Buenos Aires estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación, fue payamédico, es guionista, tiene su propio canal de YouTube y acumula casi 100.000 seguidores en Instagram. En esas plataformas sube videos protagonizados, escritos y producidos por él mismo, que se convirtieron en su sello. En ellos, trabaja con distintos géneros audiovisuales y prima el absurdo, que le permite reírse primero de él mismo y luego de toda la realidad. En 2018 acompañó a Patricia Bullrich a la quema de drogas en Ezeiza y el video se volvió viral. Pero además interpretó personajes de ficción. Este año, hizo un notable tándem con Nancy Dupláa en la serie de Netflix El reino; antes, fue el alter ego de Sebastián Wainraich en Casi feliz. Participó en películas como Mi obra maestra y All inclusive, además de varios comerciales.
2. Adrián Lakerman
“Mis referencias en el humor son muy variadas y distintas. Mucho tienen que ver Dolina, Seinfeld y Larry David, y todas las sitcoms norteamericanas que vi en mi adolescencia en la pantalla de Sony Entertainment Television. Sumado a mi consumo de películas de Olmedo y Porcel, que las vi todas, y las de Francella y Emilio Disi también. Y todo el mundo Gasalla, que consumí mucho de chico. Sería una mezcla de todo eso más un poco de Woody Allen. Y Pedro Saborido en su totalidad, desde su trabajo en Todo por dos pesos, Peter Capusotto y sus videos, hasta su literatura. Pedro es quien quiero ser”, cuenta Adrián Lakerman, a quien todavía le cuesta sentirse comediante. Pero por su trabajo como guonista, sí encaja con la definición de humorista. Podcastero indispensable, conduce Comedia, donde realiza entrevistas en profundidad con referentes del humor. “Es la forma que descubrí para seguir investigando sobre el humor porque no encontraba bibliografía argentina específica sobre el tema”, explica. También forma parte del staff de Un mundo maravilloso, junto a Martín Garabal, Charo López y Alexis Moyano.
3. Charo López
María Carolina López Schmalenberger, conocida como Charo López, también forma parte del staff de Un mundo maravilloso y participó en Cualca y Por ahora junto a Malena Pichot, Julián Kartun, Julián Lucero y Julián Doregger. “Intento hacer humor disruptivo, es lo que más me interesa y lo que me hace reír. Armar climas y que haya duda. Pasar por el cuerpo y la palabra lo que me enoja, lo que no entiendo. Hago humor para descifrar el entorno”, explica Charo sobre su particular forma de hacer reír. Feminista, luchadora incansable por los derechos de la mujer –”el mundo entero me parece un espacio masculino, no podemos distraernos ni un día”, sostiene–, es también docente de improvisación, y en su cuenta de Instagram se define como cómica argentina, además de subir videos llenos de humor, consejos absurdos y todas sus producciones y actividades, variadas, pero siempre con el humor como línea rectora para cuestionar o desnaturalizar todos los comportamientos sociales.
4. Tomás Quintín Palma
“El otro día puse de bío en Instagram que soy un despilfarro de ideas ajenas”, asegura este artista inquieto por sus ideas, por sus curiosidades y por estar yendo y viniendo entre su Rosario natal y Buenos Aires. “Vivo rodeado de personas que me excitan, me alimentan, y estoy todo el tiempo recibiendo data, anotando cosas. Después las paso por mí como si fuera una licuadora de referencias y termino escupiendo un vaso con un líquido que a veces es gracioso, otras veces no, y puede tener tanto ternura como desconcierto”, se sigue definiendo, aunque agrega que la tartamudez, venir de una familia de payasos y su origen rosarino lo distinguen en una ciudad infinita.
Todo por dos pesos fue el programa que le hizo entender que había un lenguaje similar al de su familia allá afuera y lo fue a buscar. Forma parte del programa De mil humores (Canal 9, domingos a las 23), conducido por Claudio Villarruel, y es uno de los protagonistas de Checho y Batista, el taller (TV Pública, de martes a viernes a las 0.40), junto a Señorita Bimbo y un gran elenco. Además, este año entrevistó a Alberto Fernández en la quinta presidencial.
5. Agustín “Rada” Aristarán
Cuando Rada tenía 6 años pidió para Navidad un camión Duravit. No llegó. En su lugar apareció una caja de magia que le cambiaría la vida para siempre. Desde ese momento, Agustín se convirtió en el mago Radagast. Luego, el camino siguió y descubrió que, además, le gustaban la música, el stand up, el humor y exponerse en las redes sociales junto a su hija Bianca en situaciones cotidianas. Y así se fue forjando el artista que es hoy.
En 2018, con el especial Agustín Aristarán: soy Rada, transmitido por Netflix, alcanzó popularidad mundial, ya que el material se vio en 190 países. En 2021, en la misma plataforma se estrenó su segundo material, Soy Rada: Serendipia, espectáculo que durante años pudo disfrutarse en el Metropolitan.
“Mi comedia la defino como absurda; es un humor blanco, muy ligado a la anécdota y no a la observación. Es bastante ecléctica también porque mezclo la comedia corporal, la comedia física, la comedia de la palabra, mezclando la magia, la música y otras artes dentro de la comedia”.
Oriundo de Bahía Blanca, Rada se acuerda aún hoy de cuando junto a su hermano miraban televisión y fantaseaba con algún día ser parte de ese mundo. “No tengo un referente claro, sino más bien inspiraciones, pero si hay algo que me cambió mucho fue Cha Cha Cha, en la década del 90″.
6. Natalia Carulias
Natalia Carulias posee el título de ser la primera standapera mujer de Argentina. Y, a pesar de que su nombre es una referencia indispensable en este género, sigue siendo sinónimo de nueva comedia porque junto a Malena Guinzburg, Fernanda Metilli y Connie Ballarini le dio forma a Las chicas de la culpa, un espectáculo de humor que llena la sala del Metropolitan Sura al mismo tiempo que emite por streaming (ambas entradas se sacan por Plateanet), y que abandona el personalismo para concentrarse en lo grupal y colectivo.
“La primera vez que me subí a un escenario fue en 1998 en el teatro Bululú haciendo humor con guiones míos, y nunca más me bajé”, cuenta Carulias, que dos años después fue convocada por el primer grupo de stand up en Argentina con Alejandro Angelini, Hugo Fili, Diego Wainstein y Martín Rocco. “Buscaban una mujer y Rocco me recomendó diciendo que había una chica que lo estaba haciendo sin darse cuenta. Un poco era así”.
En estos momentos, disfruta el éxito porque lo que está pasando con Las chicas de la culpa es increíble. “Una de las claves tiene que ver con mostrar todo un mundo femenino: hablamos de muchas cosas nuestras que, en otra época, quizás ni siquiera nos animábamos a hablar con nuestras amigas”.
7. Malena Guinzburg
Pocos apellidos en Argentina lanzan tan directamente al humor cuando se los escucha como Guinzburg. Y, casi como un legado, Malena es una de las comediantes más importantes en la actualidad. Las chicas de la culpa le permite desarrollar lo que más le interesa: la improvisación, lanzarse al vacío de la escena sin un guión determinado porque todas las semanas es un show diferente. “Todas jugamos en equipo, somos un bloque y sabemos que si la otra se luce nos lucimos todas”.
Si bien su primera aparición en televisión fue a los 12 años en Peor es nada, el programa que conducía su papá junto a Horacio Fontova, al terminar la secundaria se dedicó a estudiar producción teatral y, recién en 2010, comenzó a actuar en teatro. A partir de entonces se dedica por completo a la comedia.
“El humor es parte de mi vida desde que nací. Obviamente mi viejo me dio eso. El humor estaba ahí, es como un idioma. Y me sirvió como arma de defensa en muchas situaciones. En una nota dije una vez que «el humor salva» y cada vez estoy más convencida de eso”.
8. Connie Ballarini
Comediante, actriz, podcaster, youtuber, instagrammer, embajadora del placer, tinderwoman. Y algunas cosas más describen el perfil de esta artista en su propia página web. Y sí, además de hacer equipo con la obra que conforma con sus compañeras, tiene su propio unipersonal, su podcast junto a Malena Guinzburg, Correo no deseado, que se puede escuchar por Spotify. Hizo su propio camino a través de las redes sociales. Primero comenzó a publicar material en su cuenta de Twitter, en 2010; en 2013 siguió por Instagram y, a partir de entonces, empezó a participar en programas de comedy central y a salir de gira con sus textos de stand up.
“Mi comedia es claramente una muestra de lo que soy yo: es honesta, orgánica, me gusta exponerme, ridiculizarme, tocar esos temas a los que la gente les suele escapar; a mí me divierte meterme de fondo. Me gusta estar en el borde y quedarme ahí viendo lo que me pasa y lo que le pasa a la gente”, explica Ballarini.
9. Fernanda Metilli
“Podría jugar a «mirarme de afuera» y decir que lo que me diferencia del resto es utilizar el cuerpo y los gestos a favor del chiste”, cuenta Fernanda Metilli, comediante en televisión, en radio, en redes sociales, pero, sobre todo, en teatro, con el espectáculo éxito de este año, con sus tres compañeras de elenco, de recorrido y de vida.
“Una de las razones por las cuales nuestro espectáculo es un suceso es justamente porque todas somos muy diferentes entre nosotras. Cada una tiene su estilo, que nació haciendo stand up, entre otras disciplinas de humor que hizo cada una. Y arriba del escenario construimos juntas el humor. Como un partido de fútbol. Igual. Nos pasamos la pelota y metemos goles”.
Llegó al humor por casualidad porque a los 14 años en una fiesta, incómodas ella y sus amigas por un chico lindo y más grande que ellas, hizo un chiste, las hizo reír y, desde entonces, no pudo parar. Luego se topó con un show de Natalia Carulias que “me voló la cabeza de admiración profunda. Y me sigue pasando cuando compartimos escenario”.
10. Guillermo Aquino
No resistir un archivo es, de alguna manera, no resistir el ojo implacable de Guille Aquino. Es que este comediante comenzó hace muchísimos años. Siempre estudió teatro; desde muy chico se la pasaba dibujando historietas e incluso un profesor le vaticinó un futuro como gran guionista de comedia. Para ese momento no tenía ni idea de qué se trataba. Pero a los 16 años escribió una sitcom y se la llevó a Sebastián Presta –”era el único productor que conocía que trabajaba en la tele”, confesó hace unos años–. Presta leyó sus guiones, le gustaron, pero todo quedó ahí. Esperando el momento perfecto. Diez años después, corría el año 2009 y Presta lo llamó para trabajar en televisión. En el medio trabajó de todo: en un call center, fue volantero, hizo radio alternativa, y mucho teatro off. Sebastián Presta lo convocaba para trabajar como guionista de Duro de domar y no paró más.
TVR, Duro de domar, La hormiga imperial, Sobredosis de TV. En ellos aparecían sus videos, que empezaban a gustar. Hasta que en 2018 llegó su boom, su hit, La llamada del futuro. Ese video viral, en el que el propio Aquino del futuro distópico le venía a contar con mucho pesimismo el horror que se vendría, lo llevó a tener casi un millón de seguidores. Y así Guille Aquino se hizo conocido y su obra Antisocial empezó a llenar todas las funciones.