Siempre hay un personaje femenino que debe reinventarse o tomar conciencia de quién es.
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No se puede decir que al teatro independiente argentino le falta energía. Las pruebas son muchas, todos los días, desde hace años. Una en la que pondremos el foco esta vez es Casandra en la cocina, obra que Federico Picasso escribió y que dirige con Santiago Fondevila, actor, dramaturgo, director y, sobre todo, apasionado por lo que hace.
Casandra en la cocina es parte de una trilogía de obras que completan Selva naranja y Lucía está encinta, y es hija de la creatividad, pero también de la perseverancia y el esfuerzo. Con la suma de las voluntades de los directores, de Lorena Daufí –”más que asistente, una mujer orquesta responsable y organizada que siempre está un paso adelante”, define Fondevila– y del elenco integrado por Clarisa Balcarce, Jose Escobar y María Zubiri, se le fue dando forma a un proyecto producido a pulmón y gestionando lo mejor posible las limitaciones de la pandemia durante la etapa de ensayos, para llegar a buen puerto en un tiempo más o menos lógico para este tipo de procesos. “Empezamos con encuentros virtuales para pasar textos, en un momento frenamos por el estrés y la angustia, y finalmente nos reinventamos haciendo presentaciones de temáticas que nos tocaban de la obra”, cuenta Fondevila. “Fue un momento de apertura y deconstrucción de la obra que nos ayudó a mantener al grupo unido, que al fin y al cabo era lo más importante. Después, cuando se empezó a hacer posible la movilidad, nos empezamos a juntar en la terraza de la casa de una de las actrices. Luego, yo tuve que irme de viaje por un trabajo, así que algunos ensayos los seguí por Zoom. Fueron muchos palos en la rueda, pero todos queríamos salir a la cancha y, por fin, el 4 de septiembre estrenamos. Yo seguiré en Europa hasta fin de año. Pero veo todas las funciones porque ponen un celular detrás de las gradas y eso me permite seguir la función y tomar nota para seguir trabajando la obra”.
“Lo que pasa en la obra tiene que ver con soltar ciertas cosas y crecer”, explica el director Santiago Fondevila.
Fondevila y Picasso empezaron a trabajar juntos en Selva naranja, una obra que se hacía en un monoambiente. “Eran dos funciones seguidas para 10 personas cada una. La gente estaba a menos de un metro de distancia de nosotros. Todo bastante fuera del sistema”, recuerda Fondevila, actor de ese proyecto. “Conseguimos prestado un departamento de un familiar y le dábamos parte del borderó. Antes de cada función reuníamos a los espectadores en una esquina, no les podíamos dar una dirección exacta. Y después los llevábamos hasta el departamento. Ese proceso cooperativo nos convenció de seguir trabajando juntos”.
La continuidad de la sociedad de estos obstinados artistas independientes es Casandra en la cocina, una obra en la que también han tenido un rol importante Ricardo Sica en el diseño lumínico; Azul Carrasco, a cargo de los videos que se proyectan en escena; y Mariel Méndez, quien hizo los dibujos que son parte de la puesta. “En la trilogía hay siempre un personaje femenino (Selva, Casandra, Lucía) que debe reinventarse o tomar conciencia de quién es”, remarca Fondevila. Y agrega: “Se podría pensar que es el mismo personaje, pero en diferentes universos”. Esa mujer que está en el centro de la escena esta vez se reencuentra después de muchos años con Nenina y Emiliano, dos hermanos a los que conoció en su infancia y con los que transitará un camino de recuerdos. “Lo que pasa en la obra tiene que ver con abandonar esa adolescencia eterna que hoy es moneda corriente, con soltar ciertas cosas y crecer”.
Casandra en la cocina. Sábados a las 18 en Nün Teatro Bar, Juan Ramírez de Velasco 419. Entradas: $700.