Nuestra personal trainer se sometió a los 35 kilómetros extremos en San Juan con un debate interno: montañismo vs. trail.
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Mi última carrera de montaña en San Juan, Tierra de Gigantes, revivió un tema que venía rumiando en mi cabeza hace mucho. Un enfrentamiento sin sentido: los montañistas “puros” contra los trail runners.
Y, aunque suena a generalización –hay escaladores que compiten en carreras de trail y disfrutan de ambos mundos–, lo cierto es que son dos conceptos y filosofías distintas. Casi antagónicas.
Aunque la idea montañismo vs. trail suena a generalización, lo cierto es que son dos conceptos y filosofías distintas. Casi antagónicas.
Así como existen atletas que desmerecen a los runners y a los trail runners, hay también montañeses que piensan que “correr” la montaña con una mochilita en la espalda no tiene la proeza de la autosuficiencia absoluta. Esa que solo conoce quien marcha horas con decenas de kilos encima, pero libre del cronómetro o de la dependencia de asistencia externa.
Esta desvalorización también tiene lugar a la inversa: algunos corredores de trail ven como astronautas lentos a los montañistas que tardan tanto más que ellos en recorrer las mismas distancias. Al montañista le interesan los tiempos de caminata por la luz o por el clima. Llegar tarde puede costar la vida. Más horas de sol pueden ablandar superficies y volver peligrosa la nieve. Más horas pueden significar menos oxígeno en los tubos.
Quién soy, qué hora es
La carrera Tierra de Gigantes en San Juan este año ofició como campeonato argentino de trail. Quien gana cada prueba en estos eventos se proclama campeón o campeona nacional en su distancia.
Yo estaba ahí, llena de dudas e ilusión, debutando en un nacional en representación de mi club, El Bosque, designada por la FAM (Federación Atlética Metropolitana). Era una alegría y una responsabilidad enorme.
Me sentía algo novata, porque si bien llevo décadas corriendo, era mi primera experiencia en ese contexto. Pero como en la montaña me muevo cómoda y segura, me abrazaba la aspiración secreta de que algo extraordinario pudiera pasar. Empecé con el running y el atletismo de grande, pero mucho antes de correr yo ya subía montañas. Siempre me fascinaron. Eso creo que me da un plus en las carreras de aventura. De las que vuelvo casi siempre feliz, con expectativas cumplidas o superadas.
No fue este el caso. Tierra de Gigantes me dio una paliza. Quizás no tuve tiempo suficiente de prepararla. Quizás subestimé la carrera. Quizás la deshidratación me liquidó. O quizás, simplemente, el nivel era muy superior al mío. La cosa es que no me fue como esperaba. Y, aun así, volví contenta. A mí no me gusta excusar una mala performance en montaña con el hecho de ser porteña. Creo que aunque una viva en la ciudad, puede entrenar muy bien para la montaña, y compensar ese déficit geográfico con un montón de cuestiones empoderadoras, como ejercicios de fuerza y propiocepción, escaleras, rampas, puentes, trabajos combinados con bici, etcétera.
Yo ahí me sentía un poco runner, un poco atleta, y un poco montañista. Antes de largar, y también en plena carrera, me preguntaba: ¿Acá qué vale más? ¿La experiencia? ¿Ser local? ¿Correr fuerte? ¿Ser resistente? ¿Trepar bien? ¿Ser osada?
Tierra de Gigantes me dio una paliza. Quizás no tuve tiempo suficiente de prepararla. Quizás subestimé la carrera.
Porque para correr una carrera tan técnica de trail, además de resistencia y fuerza física y mental, hacen falta otras cosas. Juegan roles claves la osadía, la destreza y la estrategia.
Podés ser muy veloz, pero si las bajadas técnicas te importunan, sonaste. Si calculás mal los ritmos o la reposición de líquido y carbohidratos, también. En San Juan, por ejemplo, por momentos corríamos en senderos angostos entre precipicios. Recuerdo a la derecha la precordillera imponente y a la izquierda el agua turquesa del dique Ullum. Un paisaje para acobardar y sorprender. Pasamos por tramos que requerían soga y por terrenos de lo más cambiantes. Hubo partes donde la pendiente obligaba a caminar hasta a los mejores, trepadas a mano y también muchos llanos para correr suelto. Bajadas rápidas y otras para cuidarse. Arena, tierra, piedra, asfalto. No faltó nada.
Creo que para ganar una carrera así no basta con subir bien, bajar bien o correr rápido. Tenés que destacarte en todo. Tenés que correr y tenés que trepar. Tenés que volar en las bajadas. Y nunca tener miedo.
Llegar o no llegar
Completé extenuada los 35 kilómetros con ascensos y descensos acumulados de 3400 metros en poco más de cinco horas y media. Ese tiempo me ubicó en el puesto 17 de la clasificación general femenina, bastante más atrás de lo que esperaba. Confieso que por momentos pensé en rendirme, y como siempre que nos vamos apagando, las aspiraciones iban mutando con los kilómetros. De soñar con el podio a no abandonar, pasando por varias escalas intermedias con cálculos mentales entre el cansancio, la bronca y la desazón. Cometí errores graves: pasé mucha sed y no tomé suficientes geles, me confundí de sendero dando por sentado un camino por haberlo recorrido antes, y empecé muy rápido. Pero hoy no recuerdo todo esto con enojo, porque cuando los errores enseñan hay que agradecerlos más que lamentarlos.
Pensaba que una carrera así no la gana un atleta ni un montañista. La gana sí o sí un trail runner. Un corredor de montaña. Y esto me sirvió para reforzar la idea de la inmensa identidad de un deporte que sigue siendo algo incomprendido. Aun mirado desde arriba por algunos montañistas, atletas y entrenadores. Simplemente, hay que saber que las comparaciones no valen. Que quizás uno corre muy bien en la pista, pero va a un trail y las pendientes lo amedrentan hasta abandonar. O quizás subiste el mismísimo Aconcagua por una ruta difícil, pero en modo trail running cuando hay que correr te pasan todos y todas.
Reivindicación del trail
Algunos definen el trail running como el deporte que consiste en correr por senderos de montaña, y el montañismo, como una práctica que engloba las diferentes modalidades de ascensos y escaladas en montaña. Ambos comparten su exposición al medio natural y, muchas veces, el ansia de superación personal. Pero está claro que lo que mueve a cada uno es distinto. Más allá de que tanto los montañistas como los corredores de trail disfruten y amen la montaña.
El reconocido escalador francés Patrick Edlinger decía que el montañismo es “elevarse”, tratar con los propios medios de progresar hacia lo alto. Conocer la duda, algunas veces la derrota, y experimentar el placer absoluto del éxito, que es siempre una victoria sobre uno mismo.
Quizás sus palabras puedan aplicarse también al trail running.
Eso sí: solo las entenderán quienes tengan la capacidad de sentirse, de cierta forma, siempre ganadores y bendecidos por las alturas. Sin importar la posición de llegada.
*Entrenadora nacional de atletismo y corredora, coordinadora del Running Team FILA. www.carolinarossi.com.ar @CarolinaRossiFilaRt