El creador del ciclo Jazzología evoca tiempos gloriosos de su club.
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Llevás toda una vida enamorado de Racing, ¿pasaste por diferentes formas de amor en tanto tiempo?
El amor sigue constante, quizá con algo más de racionalidad, aunque uno lo vive con esa pasión inexplicable. Tuve momentos de desazón o de dejar de seguir un poco la campaña, pero nunca rompí el carnet y soy socio vitalicio. Ver la celeste y blanca es sentir ese cariño y sentido de pertenencia muy grande. Sufro igual cuando pierde, pero el amor es incondicional. Mis abuelos, mis padres, mis hermanos, tíos, primos y sobrinos son de Racing. Ya había una serie de condicionantes que nos llevaban a estar pendientes cada domingo de los resultados, escuchar la radio, esperar los diarios para ver qué decían. En mi infancia viví la época gloriosa de los años 49, 50 y 51, el primer tricampeón profesional del fútbol argentino. Tengo recuerdos difusos, pero llegué a amar a ese equipo porque era un fútbol estéticamente muy agradable.
¿Cómo era ver a Pizzuti, Corbatta o el Chango Cárdenas?
Es muy difícil describir las emociones que he pasado con ellos. El mismo Pelé dijo que el mejor wing derecho que vio en su vida fue Corbatta: lo conocía bien por los partidos contra el Santos. Era un genio de potrero, inteligente, brillante, impredecible. Agarraba la pelota, le tiraban patadas y no se la podían sacar. Les vendía buzones a grandes arqueros como Amadeo Carrizo o Antonio Roma.
Vas al mismo lugar de la cancha desde siempre, ¿qué tipo de vínculo se formó ahí?
Desde la inauguración del Cilindro en 1950 íbamos con mi papá y mi abuelo al sector C. Hoy es el sector B y fui incondicional a ese lugar en mitad de la cancha, con una visión cercana, pero panorámica. Con mi amigo, el doctor Rainone, llevamos más de 50 años yendo ahí con nuestras familias. También armamos un lazo amistoso con una señora vitalicia bodas de oro, muy apasionada en cada partido, que va con su hijo y sus nietos. Cada encuentro es un momento de reunión, de recuerdos y de bromas muy agradable. Siempre disfruté de ir a la cancha con mi familia, mis amigos y mi hijo.
¿Qué relación había entre el jazz y el fútbol en otros tiempos?
Cuando el jazz era más popular, en los clubes se organizaban grandes bailes. Una gloria de Racing y la Selección, don Pedro Dellacha, vino con mucho gusto al ciclo Jazzología. Para mí era un honor recibirlo. Ahí me contó que en su época de jugador se había perdido muchos bailes por tener que concentrar. Y que su jazzman preferido era Oscar Alemán. También viví una gran sorpresa en 2004, cuando el ciclo cumplió 20 años. El Ministerio de Cultura de la Ciudad invitó nada menos que al Chango Cárdenas, el emblema del triunfo intercontinental en el Centenario. Cuando lo vi, me temblaban las piernas. Además, me trajo la camiseta con el número 9 autografiada. En otro aniversario, el área de Cultura del club me entregó una plaqueta con un escudo de Racing metalizado. Guardo esas distinciones en un lugar especial en mi corazón.
Completá la frase
El mejor equipo que vi fue el de José, gran campeón del 66. Revolucionó todo, con un fútbol total, similar al que mostraría la selección de Holanda más adelante.
El momento más feliz en una cancha fue el cabezazo de Fabbri por la Supercopa 88 en el Monumental: casi me desmayo.