Los planes fueron revelados por primera vez en 1994 por el periodista canadiense Serge Monast, a quien tiempo después encontraron muerto.
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Los planes del Proyecto Blue Beam fueron revelados por primera vez en 1994 por un periodista canadiense llamado Serge Monast, a quien, como suele pasar en las mejores conspiranoias, tiempo después encontraron muerto en circunstancias sospechosas. Según Monast, la finalidad del programa es básicamente crear hologramas y proyectarlos a escala planetaria. Usando el cielo como pantalla se van a proyectar imágenes de ángeles, dioses y toda clase de divinidades que les van a hablar directamente a los ciudadanos de cada población. En los lugares en los que crean en Cristo, les aparecerá Jesús; en donde crean en Buda, Buda; a los árabes, Alá. Y así, todo segmentado como hace Facebook con las campañas de publicidad. La idea es falsificar la llegada de un nuevo Mesías que viene a unir a toda la humanidad bajo una nueva y –ahora sí– verdadera religión. ¿Te acordás de cuando creíamos en muchos dioses y, en un momento de la historia, vino alguien a plantear que teníamos que dejar de lado a Zeus, a Afrodita, a Baco y empezar a creer solamente en un único nuevo representante de un único creador todopoderoso? Bueno, está pasando de nuevo.
Según los conspiranoicos, el Proyecto Blue Beam tiene tres etapas. La primera ya está en marcha: implica derrumbar todo tipo de conocimiento arqueológico y científico existente, cosa de alterar las evidencias que en un futuro pudieran llegar a desmentirlos. Nos preparan culturalmente desde hace años para que pensemos que una invasión extraterrestre puede ser posible. Incluso que un salvador extraterrestre puede ser posible. Y, aunque no haya pruebas todavía, la mayoría cae en la tentación de afirmar que no estamos solos en el universo.
El segundo paso, ahí sí entra el rayo azul, es un gigantesco show espacial. Hologramas ópticos en 3D con sonido superenvolvente, múltiples proyecciones láser interactuando a la vez en los cielos de diferentes partes del mundo. Esta nueva “imagen de Dios” hablará en todos los idiomas. Dicen que el sistema ya fue probado. Hay reportes en los que se vieron proyecciones holográficas de “imágenes santas” en algunas áreas remotas y desérticas. Con ese aparato se podrían proyectar también naves extraterrestres, alienígenas, monstruos o lo que sea necesario para el efecto que se quiera conseguir.
Después de eso, ya directamente pasamos a lo que llaman “comunicación telepática bidireccional electrónica”. Con ondas de baja frecuencia emitidas directamente al cerebro van a hacerle creer a cada persona lo que quieran, como por ejemplo que su propio Dios les está hablando a ellos en particular. La meta de este último paso también es la materialización de fantasmas, apariciones espectrales y poltergeists que supuestamente van a ir empujando a la población a una ola de alienación salvaje que podría terminar con matanzas desenfrenadas, suicidios y sobrevivientes con riesgo de desorden psicológico permanente. Un bajón.
Durante este proceso se cree que es probable el surgimiento de una ola mundial de delincuencia y permanente caos social al que habría que sumarle las guerras santas que se desaten por la resistencia que va a provocar esta nueva religión y este nuevo “Mesías”. Calculan una pérdida de vidas humanas a una escala nunca antes vista en nuestra historia. Aunque, igual, eso no sería tanto problema porque recordemos que la despoblación del planeta es uno de los objetivos centrales de eso que llaman Nuevo Orden Mundial.
Me da curiosidad saber qué planes tendrán para los ateos o para aquellos que, como el viejo Bertrand Russell, antes de entrar en cualquier batalla, se preguntan: “¿Cómo voy a estar dispuesto a morir por mis ideas? ¿Y si estoy equivocado?”.
*Experto en delirios. Guionista y dibujante. Desde 2012 se dedica a investigar conspiraciones para columnas radiofónicas. En 2018 estrenó su podcast Conspiranoia para principiantes, y ha recopilado un libro que lleva el mismo nombre.