Es un trabajo que se propone despertar preguntas sin ofrecer respuestas.
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Tradicionalmente, para el budismo tibetano, el bardo describe el espacio entre la vida y la muerte, el no lugar que uno transita entre vidas.
Nada es sólido, no existe ningún centro ni tampoco existen los muertos, sino que estamos en un circuito infinito desde un tiempo sin comienzo y sin fin.
El bardo no es un lugar, es lo que hay.
Las imágenes del proyecto están tomadas con cámaras analógicas y el material está revelado manualmente, y deja desde el color y la textura una sensación del tiempo fuera del tiempo. Son escenas encontradas, retratos y paisajes en estado de viaje, donde cada foto puede ser una vida posible, soy lo que veo, y aunque no se sabe dónde, se percibe el estar en tránsito. Es un trabajo que se propone despertar preguntas sin ofrecer respuestas.
LA NACIONLucila Heinberg (Buenos Aires, 1979). Estudió Dirección de Fotografía (SICA), y con distintos artistas, como Adriana Lestido, Lorena Fernández, Alberto Goldenstein, Proyecto Imaginario, Fabiana Barreda, Ignacio Iasparra, entre otros. Se dedica a la fotografía y se desempeña como docente de prácticas analógicas en revelado color manual. Ha realizado muestras individuales, entre ellas, en la Fotogalería del Teatro San Martín, y ha participado de muestras y publicaciones colectivas. En el año 2012 recibió el Premio Felifa (La Luminosa), por el cual editaron su primer libro, Ahora. En ese mismo año recibió una Mención del Salón Nacional de las Artes Visuales. En agosto de 2021 autopublicó su segundo libro, Bardo.