Boske propone una dinámica inédita para intercambiar, en forma accesible, conocimiento de calidad acerca de la nueva dimensión en internet.
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Ellos están acá, en el mundo tangible que todos habitamos. Pero sus ideas y proyectos circulan por una nueva dimensión, la web 3. Como conquistadores del criptomundo, convocan para poblar este territorio emergente. Como sherpas, acompañan en la excursión a los que van llegando. Y lo hacen de una manera diferente a la conocida: innovan en contenido con un formato innovador.
Ella es Laura Benbenaste (44), una emprendedora social y comunicadora que fundó organizaciones –como Puerta 18– y, actualmente, es directora de la comunidad de emprendedores sociales en Ashoka Cono Sur.
Él es Matías Zabaljáuregui (44), un licenciado en Ciencias de la Computación, especializado en arquitecturas de cómputo paralelo y distribuido, que trabajó en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), coordinó programas de aprendizaje enfocados en Data Science y hoy se dedica a explorar soluciones de escalabilidad para Ethereum.
Juntos, en alianza con un red de mentores, advisors y participantes que tejieron, crearon Boske: una comunidad de aprendizaje web 3: descentralizada y gratuita.
¿Cómo lo hicieron?
Boske es un espacio digital para el aprendizaje de la experiencia web 3. Dicho así, parecería un aula virtual, pero no lo es. El ADN de este proyecto responde a un nuevo paradigma que le da singularidad. Además de la forma –dinámica, descentralizada, abierta, autogestiva–, se trata de un experimento: Boske es lo que va siendo y se autoconstruye a sí mismo.
La iniciativa de Matías Zabaljáuregui, con un sólido sustento técnico y económico, y la visión pedagógica y social de Laura Benbenaste encontraron intersección en un punto de búsqueda esencial común, en una manera de entender la era que habitamos y las ganas de emprender algo que los represente. Juntos, y junto a un equipo heterogéneo de colaboradores, araron un terreno fértil donde desparramar semillas, garantizar la sustentabilidad del ambiente y dejar crecer. Fundaron Boske.
A partir del aprendizaje como motor de cambio, articulan –facilitan, empujan– el pasaje hacia una nueva dimensión: la web 3, un territorio de una naturaleza distinta, un espacio no físico que está en plena conquista y expansión.
Web 3 es una estructura económica y financiera que funciona en el contexto de plataformas descentralizadas y generalmente de código abierto, aloja un ecosistema intangible que no tiene un núcleo de poder.
Web 2 es la versión de internet que hoy es conocida ampliamente, donde hay compañías que brindan un servicio y lo regulan, a cambio de datos personales. Web 3, en cambio, es una estructura económica y financiera que funciona en el contexto de plataformas descentralizadas y generalmente de código abierto –como por ejemplo Etereum–, con transacciones ejecutadas en la blockchain (ese gran registro digital compartido de las transacciones realizadas). Acá cualquiera participa desde aplicaciones descentralizadas sin comercializar sus datos personales.
Los proyectos nacen y se desarrollan digitales: arte, criptomonedas, negocios, sistemas democráticos, contratos, juegos. Es un entorno que vibra en bytes, con otro sentido de circulación, con un lenguaje distinto y con un paradigma propio, distante al de este lado analógico del universo: se trata de un “metaverso” donde existen variadas iniciativas, muchas de ellas creadas o lideradas por argentinos.
Uno de estos emprendimientos, por ejemplo, es Decentraland, de Esteban Ordano y Ariel Meilich, que consiste en un “paisaje” similar al de los gamings, donde hay “tierras” para comprar que se pueden administrar de diferentes maneras. Las principales marcas del mundo ya pagaron –no con plata cash, claro– por tener su parcela, aun sin saber muy bien qué va a suceder allí. También hay desarrolladores que trabajan intensamente para crear mecanismos de auditoría y codificación en Ethereum (OpenZeppelin, con Demian Brener a la cabeza, es uno) y compañías que proveen insignias tokenizables a quienes participan en eventos de la comunidad, con garantía de veracidad, que son coleccionables y cuyo valor futuro es incalculable desde la actualidad (Poap, de Patricio Worthalter). A esto se suma una mirada puesta en la justicia y en la política: ¿cómo otorgar un servicio de arbitraje basado en un modelo de toma de decisiones descentralizado? (Kleros, de Federico Ast) o ¿de qué manera proporcionar validez de la identidad –mediante un sistema que combina redes de confianza– para garantizar la transparencia y fortalecer las democracias digitales? (Proof of Humanity, de Santiago Siri).
La web 3 aloja un ecosistema que no tiene un núcleo de poder. “El futuro es descentralizado –dice Matías Zabaljáuregui con total convicción y explica–. Esta premisa se inscribe en cada aspecto de nuestras vidas: la economía, el área cívica y nuestra más pura cotidianidad. Las nuevas tecnologías emergen y permiten cambios radicales que nos dan oportunidades de resolver problemas complejos, de ofrecer sistemas de colaboración e intercambio sin intermediarios”.
En esta coordenada, Boske se erige como lugar de encuentro para el aprendizaje en la coyuntura. “La propuesta es gratuita y abierta asegurándonos de que nadie que quiera aprender deje de hacerlo –aclara Laura–. Creamos y hacemos crecer comunidades que son el medio para que personas, ideas y proyectos interaccionen, existan”.
Boske se erige como lugar de encuentro para el aprendizaje en la coyuntura. “La propuesta es gratuita y abierta asegurándonos de que nadie que quiera aprender deje de hacerlo”, aclara Laura Benbenaste.
Los interrogantes disparadores fueron un manifiesto en sí mismo: ¿podemos hacer que el aprendizaje sea desobediente, marginal, periférico, relevante, rebelde, anárquico, nómade, microrrevolucionario, espontáneo, autónomo, alegre? ¿Somos capaces de crear un espacio donde tengan lugar experiencias radicales que distorsionan deliberadamente el punto de vista más habitual de la pedagogía y la didáctica?
“En su forma actual, Boske nace en febrero de 2021″, relata Matías y deja claro que hay un antes, que hubo otras maneras. Y después dirá, además, que esta no es la definitiva porque el proyecto contempla en su definición la capacidad de transformación permanente. “Lo que tenemos hoy es el resultado de años de experimentación –sigue–. Fuimos iterando nuestra idea, la implementamos en diferentes escenarios: en grandes organizaciones y en pequeñas startups. Hicimos prototipos, testeamos, codiseñamos caminos posibles. Probamos plataformas, dinámicas y alternativas de ingeniería económica para darle sustentabilidad al proyecto, hasta que finalmente quedó”, resume.
Un nuevo ecosistema
El terreno fértil de Boske es el aprendizaje accesible como bien común y como factor decisivo en la evolución. Las semillas son los conocimientos de aquellos que llegaron antes que el resto a la nueva dimensión. El sol, el aire y el agua, las comunidades. Los árboles, el resultado de la interacción colaborativa.
Boske asomó a la superficie como un sitio web, el primer espacio para una comunidad que empezó a crecer orgánicamente. Se dio a conocer de boca en boca y ya hay casi 500 personas que forman parte.
Para entender de qué hablamos cuando hablamos de “personas que forman parte” habrá que pensar en tres categorías: la red está compuesta por advisors, mentores y participantes. No son roles estancos, aunque cada quien tiene su posición definida.
Los advisors son personalidades con experiencias, saberes y trayectorias destacadas en web 3. Conforman un grupo altamente heterogéneo en su procedencia, cultura, edades, disciplinas, ideología. “En una primera etapa invitamos a colegas con formación en ciencia, economía y tecnología que tuvieran un recorrido, early adopters en la nueva industria”, describe Matías. Algunos de ellos son Mariano Di Pietrantonio (Maker Foundation), Santiago Palladino (OpenZeppelin), Alejo Salles (Flashbots), Patrick Collins (Chainlink Labs). El resto del grupo se fue autogestionando y se integró a una trama de mentores y mentoras, o sea, participantes que se erigen espontáneamente desde su vocación de facilitar el aprendizaje, como Pablo Roccatagliata (Venten.co), Diego Dorado (Reserve.org), Ayelén Laurencena (Facebook), Diego Torres Borda (Universidad Nacional de La Plata).
"Por primera vez en la historia contamos con una gran cantidad y diversidad de conocimiento accesible, de calidad y gratuito."
Laura Benbenaste
Para formar parte, hay que ingresar a Boske (www.boske.org), unirse a la plataforma Discord y entrar en las diferentes comunidades; no hace falta ceñirse a una, se puede estar en varias simultáneamente.
Para el diseño de los contenidos se identificaron los verticales clave: “Los temas en torno a los cuales se organizan las comunidades coinciden con los grandes capítulos de esta primera era web 3: economía, tecnología, gobernanza, modelos de negocio, impacto social –enumera Matías–. Realizamos un proceso curatorial sobre contenido gratuito y de calidad y tratamos de agregar valor construyendo una comunidad y facilitando el acceso. Nos juntamos a compartir lo que leemos, lo que aprendimos. Por ahora es un trabajo artesanal que, de a poco, se ve intervenido por los mentores que se van especializando y así el proyecto crece en escala”.
Hay encuentros –todos virtuales– que profundizan en los fundamentos y la tecnología blockchain, que hablan sobre las economías descentralizadas: activos digitales, criptografía, minería, contratos inteligentes y consenso. Se organizaron, por ejemplo, reuniones que abordan los protocolos del nuevo ecosistema financiero y se armó un laboratorio para debatir casos sobre gobernanza descentralizada y Ethereum para desarrolladores web.
La dinámica de trabajo varía de comunidad en comunidad. Algunas son más expositivas y otras bien participativas. A veces se sigue la lectura colectiva de un material y otras hay invitados especiales que se acercan para presentar sus casos; en algunas oportunidades organizan avant premières de proyectos, como fue recientemente el de Aura (auranft.co), una galería de arte que introduce a los artistas en el mundo de los NFTs (así se llama a los Non Fungible Tokens que son un nuevo tipo de activos digitales, como las criptomonedas, solo que estos son únicos e insustituibles: la autenticidad certificada de una obra digital). La comunidad de finanzas descentralizadas también suele presentar a tesistas, que llevan sus trabajos académicos relacionados para intercambiar miradas.
“Buscamos que no sea una conversación superficial –aclara Laura–. Leemos material, se va haciendo pie y buceando en los temas en busca de rigurosidad técnica y argumentativa. Cuando vienen invitados, lo que aprendemos en lo teórico cobra forma de realidad. Estas experiencias de participantes o founders de proyectos entran en consonancia con lo que venimos conversando y leyendo”. Además de las reuniones semanales, hay un canal de YouTube con más de 100 horas de contenido, un “newslether” semanal y un médium donde la comunidad amplía los temas.
La era circular
La clave de Boske es la descentralización y la gratuidad de la propuesta. “Por primera vez en la historia contamos con una inmensa cantidad y diversidad de conocimiento accesible, de calidad y gratuito. La balanza esta vez puede equilibrarse. Las puertas pueden empezar a abrirse como nunca antes para nuestra región, con un crecimiento inédito. Podemos dejar de lamentarnos por no saber, no tener y no entender, e integrarnos en un momento histórico donde convergen, de una manera particular, problemas y tecnologías –habla Laura y se enciende con su proclama–. Por eso, creemos que hay que dejar de cobrar por el conocimiento para poner a disposición abiertamente los saberes de aquellas personas que pueden acelerar, amplificar y escalar la magnitud de esta oportunidad. Hacer que la comunidad aprenda”.
Boske se alimenta “de la imparable y gran posibilidad que tenemos delante de nosotros y de nuestras inmensas ganas de aprovecharla”, dice Laura, y Matías proyecta a futuro: “Mi visión idealizada es la de un ecosistema de colaboración, en contraposición a la lógica tradicional de competencia. En un mundo que cambia a un ritmo sin precedentes, el aprendizaje organizacional ágil se presenta como un factor determinante de competitividad. Entonces, pensamos mecanismos para reducir la fricción en la colaboración entre los agentes del nuevo ecosistema de innovación abierta”.
Pero ¿cómo se sostiene económicamente hoy por hoy un proyecto en el que nadie paga y nadie cobra? Costos hay y, según explican, son mínimos: una infraestructura muy básica que permite el funcionamiento de las comunidades. “Para nosotros es fundamental implementar mecánicas que permitan escalar el alcance de la iniciativa y claro que eso requiere inyectar recursos. Pero en este momento de transición entre lógicas de negocio web 2 y web 3, tenemos la responsabilidad y la voluntad de ser el ejemplo de una nueva forma de sustentabilidad económica”, sostiene Matías y subraya su idea: que los ecosistemas web 3 generan valor económico en la interacción.
“Estas lógicas tienen que ver con desintermediar las industrias del aprendizaje y la de la gestión del talento –dice–, con saltear instancias que suelen generar ineficiencias en el proceso de intercambio de información, conocimientos, experiencias, habilidades. Se genera valor económico cuando, aprendiendo en grupo, se da forma a un pool de talento que muy probablemente se constituya como un activo valioso para otros actores del ecosistema”.
Así, Boske es el entorno del encuentro entre el talento renovado y las necesidades emergentes del nuevo mercado laboral. Y, de esta manera, se cierra el circuito; se dibuja esta economía circular tokenizada de cara a un futuro en el que la descentralización finalmente desplazará las lógicas de la concentración de poder. Otra forma de revolución.