La crème brûlée de vainilla es un clásico postre francés que ha sido reversionado infinidad de veces, con todo tipo de ingredientes extra como dulce de leche, coco o frutas exóticas como berries o maracuyá. Pero la delicia auténtica que es esta crema quemada al caramelo es la receta original hecha tan solo con crema, leche huevo y azúcar. Y por supuesto un chorrito de esencia de vainilla para aumentar el perfume sin variar tanto el sabor. La creme brulé tiene el balance perfecto de dulzor, la crocancia de la superficie caramelizada que se logra con azúcar quemada y un soplete (fijate en los tips que va un truco para reemplazarlo) y la suavidad de la crema amarilla. Es un manjar del paraíso, de verdad, no se puede comparar con nada de lo conocido, ni con flan, ni con budín, es creme brulée, la creme de la creme. Hacela que no es tan difícil y el placer es infinito.
Calentar sin hervir la crema de leche con la leche.
Batir las yemas con el azúcar, agregar la vainilla.
Mezclar la mezcla de crema con leche con el azúcar y yemas y vertir en frasquitos individuales aptos para horno.
Cocinar a un horno a 120° durante 1 hora, hasta que la crema esté coagulada.
Reservar en heladera durante 1 día.
A la hora de servir, sacar de la heladera, espolvorear con azúcar y quemar hasta que quede una costra crocante. Servir inmediatamente.
Si no tenés soplete para quemar el azúcar que va sobre la superficie de la creme brulée podés calentar una sartén y posar el fondo de la misma sobre el azúcar por unos segundos. Vas a ver como el azúcar se carameliza enseguida.
Tené la paciencia necesaria para esperar a que se asiente bien en la heladera antes de comerla. La creme brulée va a tener mejor consistencia.