La historia más aceptada habla de que el melón con jamón, ese plato de las navidades de nuestra infancia, es un plato nacido en la Emilia-Romagna, cuna no solo de los mejores melones, sino del afamado jamón crudo, el prosciuto di Parma. Y la historia también cuenta que se usaba combinar esta fruta dulce con finísimas rodajas de salame como acompañamiento, o algunos de los maravillosos ahumados traídos de Westfalia. El melón amarillo con su carne anaranjada es el conocido Cantelupo, pueblo cabecera de la región de donde es originario. A los papas los sacaron a escobazos de Roma y se terminaron instalando en Avignon, y sus santidades se llevaron cocineros y productos de todo tipo para su exilio. Allí fue a parar este melón. Los franceses se enamoraron de esta variedad y la llamaron Canteloup razón por la cual, no pocos desinformados creen que es originario de alguna región gala. La receta del melón con jamón parece fácil como cortar una rodaja y ponerle una feta de jamón por arriba. Pero vamos a ponerle un poco de onda a este plato (que volvió al podio con la versión de Daniel Araoz en el Masterchef Celebrity) y lograr una presentación que conquiste a los que todavía no le tienen mucha fe.
Opcional: cerezas, ciruelas o uvas para acompañar.
Opcional: cubos de queso semiblando (brie o muzzarella)
Lavar bien y cortar en rebanadas no muy grandes los melones
Retirar la cáscara si se prefiere o servir sobre su cáscara en una bandeja.
Cubrir las rodajas o intercalar las variedades de jamón enrollando las lonchas.
Decorar con las frutas, quesos y hierbas frescas.
Llevar una hora a heladera y servir como entrada.
Preparación
El melón con jamón es fresco y combina lo dulce con lo salado, así como las diferentes texturas de la carne con la fruta. Por eso es una combinación que queda muy bien al paladar.
Para una variante más elegante en lugar de presentar todo en una bandeja se puede cortar bocados de melón y servirlos con un trozo pequeño de jamón, presentado como un pincho.