La receta original es con arenque, un pez que no llega a estas latitudes. Consulté con el pescadero con qué carne reemplazarla y la sugerencia fue con trucha por su delicado sabor. No hay que elegir pescados de río. El vino tinto se puede reemplazar por vino blanco. Los pescados, por mariscos y las nostálgicas perdices del abuelo por carnosas porciones de pechuga no recocidas. Cuando hago la trucha al vino tinto, le agrego una rama de canela. Es una preparación que necesita reposar durante dos días dentro de la heladera antes de que esté lista para servir.
Controlar que las truchas estén limpias y sin espinas. Dejarlas cerradas.
Pelar las cebollas y cortarlas en rodajas finas.
Para la marinada, poner en una cacerolita el vino, vinagre, azúcar, las especias y mezclar controlando que el azúcar se disuelva.
Incorporar las cebollas, bajar la llama y cocinar 5 minutos a fuego suave.
Acomodar las truchas en un frasco y verter por encima la cocción fría de las cebollas, presionando las truchas para que queden bien cubiertas por la marinada.
Dejar reposar dos días en la heladera.
La trucha al vino tinto se puede servir como entrada con coleslaw.
En pequeñas porciones sobre pan de centeno, la trucha al vino tinto, funciona muy bien como picada.
Otra forma de presentar la trucha al vino tinto es servirla en cuadrados sobre papines hervidos con su piel.