Desgraná en un bol pequeño la levadura, espolvoreá con el azúcar y cubrí con agua tibia.
Dejá que esponje.
En otro bol poné la harina mezclada con la sal, hacé un hueco en el centro y volcá la esponja de levadura.
Comenzá a agregar poco a poco tanta agua como sea necesaria para tomar la masa.
Volcá el bollo en la mesada con harina y amasá hasta que se despegue de las manos, poné el bollo en un bol espolvoreado con harina, cubrí con un paño y dejá leudar en ambiente cálido al doble de su tamaño.
Desgasificá la masa y dividila en bollitos pequeños, y sobre placas aceitadas estirá las porciones con la punta de los dedos.
Pintá la superficie con un poco de la salsa de tomate y llevá a horno fuerte por 10 minutos para que haga base.
Retirá, volcá un poco más de salsa y cubrí con la mezcla de quesos rallados.
Volvé al horno y dejá cocinar por 5 o 10 minutos más hasta que el queso quede derretido y la masa cocida.