Si algo hay fácil en esta vida es hacer budines en licuadora. Y si lo querés más simple todavía, hacé budín de mandarina, justamente en invierno, cuando es la época de las mandarinas. Ricas, frescas, dulces y ácidas, abundantes, con esas semillas tan a la vista que se vuelven muy fáciles de descarozar -no como las naranjas que se las rebuscan para hacerte difícil esto de meterles la punta del cuchillo a cada gajo-. La mandarina es una fruta hermosa, y ese perfume, ¡por favor! Se merecen las mandarinas ser las protagonistas de un rico, sabroso, esponjoso y dorado budín para la hora de la merienda. O para el postre cuando nadie se te conforma con una fruta así nomás. Este budín de mandarina, no sólo es muy fácil de preparar: además, es exquisito. Y económico, con tan pocos ingredientes y tanto sabor. La receta de budín de mandarinas perfecta es esta: la de la tabla del 3.
Poner en el vaso de la licuadora o procesadora todos los ingredientes juntos y de las mandarinas sus cáscaras enteras y los gajos sin semillas.
Procesar o licuar hasta conseguir una pasta espesa de budín.
Volcar en un molde savarín enmantecado y enharinado y llevar a horno moderado por 45 a 50 minutos o hasta que al introducir un palillo, éste salga seco.
Dejar enfríar, desmoldar y servir espolvoreado con azúcar impalpable.
Por supuesto, este budín de mandarinas lo podés hacer con jugo de naranja o de cualquier otro cítrico. Probá con limón, con lima, con pomelo. Sale o sale.
Y si no tenés molde savarín - ese redondo con una montañita en el medio que al desmoldar el budín de mandarinas te deja como un agujero en el centro- podés usar molde de torta o budinera común y corriente.