(*) Por Jorge M. Genoud
Las vitaminas, a veces empleadas en forma unitaria o como un conjunto de ellas agrupadas como complejos vitamínicos, son usados en esta especie y están indicadas cuando existen: a) ciertas deficiencias en el aporte de esas sustancias, b) una necesidad extra o c) un consumo excesivo de alguno de sus componentes. Su presencia en el organismo, tiene fundamentalmente varios orígenes: aportes externos provenientes de la constitución de los alimentos, administraciones en forma de suplementos en la dieta en forma de polvos o líquidos, tratamientos inyectables y por una síntesis propia del organismo, realizada en el intestino u otros tejidos, como sucede con las vitaminas B y C.
Se clasifican en dos grandes grupos de acuerdo a su solubilidad: 1) liposolubles: son las solubles en grasas y se almacenan en ellas (lo integran las vitaminas: A, D, E y K). Su exceso en el organismo provoca cuadros indeseables de hipervitaminosis y 2) hidrosolubles: son solubles en agua, no se almacenan en el cuerpo animal y en este grupo se encuentran las vitaminas del complejo B y la vitamina C.
En ciertos productos, las vitaminas pueden estar combinadas con minerales y suelen ser indicados en ciertas circunstancias como: zonas con carencias de estos elementos, dificultades en la disponibilidad, clima, en el crecimiento, actividad deportiva o el trabajo intenso y ello hace que en ocasiones puedan encontrarse en déficit y por ese motivo demandan un aporte extra. El esqueleto de los equinos requiere de determinados minerales para lograr un óptimo desarrollo, pero de todas formas debe mantenerse un equilibrio, porque el suministro en exceso de ciertos minerales o vitaminas puede ser perjudicial.
Las necesidades de vitaminas en los equinos varían, teniendo en cuenta dichas exigencias y el aporte realizado debe establecerse un equilibrio entre lo requerido y los ingresos. Para que se establezca un déficit de vitaminas, deberán suceder alteraciones, como: disminución del aporte vitamínico en la dieta (en calidad y cantidad), dificultades en la absorción intestinal, mayores demandas, perturbaciones en la síntesis normal de aquellas que efectúa el organismo o una disminución de los "depósitos" del cuerpo.
(*) El autor es Asesor Veterinario de la Sociedad Rural Argentina