En los próximos años, la falta de financiamiento hipotecario accesible que padecemos desde hace tanto tiempo seguirá sin encontrar una solución realista. La inflación es un enemigo demasiado poderoso para ese tipo de préstamos. Pero hay un sistema que funciona razonablemente bien, para que la clase media y media baja compre su vivienda en cuotas. Se trata de los círculos cerrados de ahorro previo, que tanto desarrollo tienen en Córdoba y Rosario, y que supieron brillar en el país varias décadas atrás, cuando imperaban condiciones macroeconómicas similares a las actuales. Quizás haya llegado el momento de impulsar esa iniciativa en el Congreso de la Nación para darle un marco jurídico específico y para que, eventualmente, el Gobierno la promueva de manera amplia y proactiva, a nivel nacional. Habría que empezar por un proyecto de ley para crear una nueva legislación de ahorro y préstamo para la vivienda. Los que operen bajo el nuevo sistema deberían tener, en el futuro, un cierto capital mínimo, un sistema de garantías, control sobre la calidad de la edificación, sobre las inversiones transitorias por realizar con los excedentes financieros, un ente regulatorio, un régimen impositivo claro, entre otros aspectos. Está probado que el sistema es una herramienta adecuada para atender la demanda habitacional de la clase media y media baja en el contexto actual. Se trabaja en pesos, al costo, y con la plata de todos se construyen las casas de los diferentes grupos, en tandas y por etapas. La experiencia cordobesa es un argumento fuerte de cara al Gobierno de la Nación, al Congreso y a la sociedad en su conjunto, incluso para dejar de lamentarnos por la falta de hipotecas subsidiadas o indexadas, que en el corto plazo no vendrán, y para empujar una idea viable y concreta. En la medida que se apruebe un nuevo marco legal específico, los developers podrían asociarse con bancos, compañías de seguros, sindicatos y quizá con organismos públicos para armar empresas concebidas para construir esas viviendas en escala y en todo el país, captando ahorro del público, a largo plazo y en moneda local, y con un destino específico. Para los que están operando seriamente podría ser una bendición, ya que les serviría para depurar el mercado. Por lo demás no se requerirían fondos públicos ni subsidios, y se alentaría el ahorro.