El edificio restaurado por US$ 30 millones ubicado a pocas cuadras de la Casa Rosada se convirtió en un punto de encuentro de políticos y empresarios
Cohiba y Winery son dos de las marcas que recientemente firmaron contratos de alquiler para instalar un club de fumadores y un wine store, respectivamente, en el lobby del renovado Palacio Raggio, un proyecto en el que las unidades en preventa se colocaron a US$ 2600/m2 hace más de cinco años.
Las propuestas se suman a la oferta del bar El Adorado, que tiene en la planta baja del edificio histórico su primera sucursal fuera de Palermo, y al café bautizado “Library”, en el entrepiso. “En el futuro podría sumarse un bar en la terraza, alrededor de la piscina”, sugiere Rodrigo Fernández Prieto, CEO de Intelligence, brazo inmobiliario de la desarrolladora Fernández Prieto & Asociados que adquirió la propiedad ubicada en la esquina de Bolívar y Moreno en 2006 y que luego reformó entre 2008 y 2015. El emblemático edificio del barrio de San Telmo perteneció a la familia Ortiz de Rozas y albergó un almacén de ramos generales en 1910.
Desde su reinauguración, en 2015, personajes de peso tanto en el mundo de los negocios como en el de la política hicieron de ese lugar un cónclave de reuniones casi secretas. El alto tránsito de hombres con poder es la razón por la que las empresas alquilan espacios para estar presentes en “el lugar de la rosca” y pagan desde US$ 20/m2. Es que la cercanía del edificio con Casa Rosada funciona como un imán para funcionarios, empresarios, políticos y delegados gremiales que suelen tener reuniones de trabajo con actores del Gobierno. El ex ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, y el diputado nacional por el Frente Renovador, Facundo Moyano, son dos de las personalidades de la política que tienen oficina en el coqueto edificio histórico en el que, aunque sea por un rato, suelen unificarse los representantes del oficialismo con los de la oposición.
Los pasillos y ascensores del edificio fueron testigos de innumerables reuniones políticas y sociales durante 2016. Hasta Susana Giménez compartió una velada con el menor de los Moyano y sus amigos en la terraza del edificio, a metros de la piscina, en el séptimo piso. Hace algunas semanas ambos participaron de un cumpleaños al que también asistieron celebrities y personalidades del mundo del espectáculo.
Hoy, el 70 por ciento del edificio está ocupado por inquilinos que pagan desde $10.000 al mes por una unidad de 30m2, y residentes propietarios, que compraron cada metro cuadrado a US$ 3800. El 30 por ciento de las unidades restantes estarán destinadas a cubrir la demanda de dos negocios en auge: alquileres temporarios para extranjeros –por períodos menores a tres meses– y al de alojamiento para turismo VIP.
La torre de estilo francés situada en pleno corazón del barrio porteño de Monserrat, a pocos metros de Plaza de Mayo, fue originalmente diseñada por el arquitecto suizo Lorenzo Siegereist en 1907. Su reforma edilicia comenzó en 2008, aunque con complicaciones. El inmuble se deterioró notablemente durante una década, luego de que allí vivieran ilegalmente una veintena de familias. El proyecto de la desarrolladora, que demandó US$ 30 millones, siempre fue mantener intacta la estructura original del edificio. Y así se hizo. Los arquitectos preservaron la galería que rodea al palacio y la fachada exterior de la torre de siete pisos, pero hubo que rehacer a nuevo todos los espacios interiores.
Los pisos del emprendimiento fueron edificados de alturas distintas, oscilan entre tres y cuatro metros de alto. En el Palacio Raggio hay 150 unidades de entre 30 y 90 metros cuadrados de superficie cubierta, distribuidas en ocho plantas de 23.000metros cuadrados. Del total, 1000 metros cuadrados pertenecen al lobby y a la planta baja. El edificio tiene, además, dos niveles en el subsuelo con cocheras. Según Alberto Fernández Prieto, presidente de la empresa dueña del proyecto, los barrios de la ciudad que tienen desarrollos pensados para un público ABC1 son escasos. “Hay pocos proyectos y eso los encarece. Tienen un valor de mercado superior a los US$ 1000 por metro cuadrado de incidencia. Esto provoca que los empresarios del rubro comencemos a buscar nuevos polos de atracción y éste lugar fue uno de ellos”, explica.
Su hijo y socio en la desarrolladora, Rodrigo coincide con el análisis del mercado premium. “San Telmo y Montserrat son barrios que tienen un patrimonio cultural único, reflejan la historia de la ciudad como ningún otro, lo que los convierte en lugares ideales para invertir en real estate”, explica. El empresario agrega que lo que está pasando en San Telmo va en línea con un fenómeno internacional. Esta tendencia se replica en grandes urbes internacionales como Londres, París y Nueva York.ß