La creación de Frank Lloyd Wright fue declarada “patrimonio de la humanidad” por la Unesco y actualmente es un museo nacional
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Hace 85 años, uno de los arquitectos más famosos de Estados Unidos fue artífice de una construcción que aún hoy despierta interés a nivel mundial. Polémica por su integración con la naturaleza y llamativa por su diseño único, la llaman “La casa de la cascada” y es considerada la mejor obra de arquitectura del país norteamericano, además de “la residencia más famosa que se haya construido”. En 2019, la declararon patrimonio de la humanidad y, actualmente, funciona como museo nacional.
La historia de la propiedad se remonta al año 1936, cuando el famoso arquitecto Frank Lloyd Wright aceptó construir una casa de fin de semana para Edgar Kaufmann y su familia. La idea era realizar una obra dentro de la Reserva Natural de Bear Run, ubicada en Pensilvania, a las afueras de Pittsburgh, y el objetivo principal era que estuviera ubicada frente a la cascada formada por el riachuelo Bear Run, para que fuera parte de la vista.
Sin embargo, Wright tuvo luego una particular idea para proponerle a su cliente. “Quiero que vivas en la cascada, no que solo la mires”, le dijo a Kaufmann. Así, planteó que la casa estaría sobre la cascada, una decisión que redefinió la relación entre el hombre, la arquitectura y la naturaleza y que generó opiniones encontradas entre quienes se posicionaron a favor y en contra de que la construcción interviniera de esa forma en el paisaje.
El objetivo era que, en toda la propiedad, se sintiera la fuerza del agua al caer, a través de un sonido envolvente que se escucha de forma constante. Inspirado en la arquitectura japonesa, el creador apuntaba a alcanzar armonía entre el hombre y la naturaleza. Por eso, decidió que los cimientos de la casa fueran las mismas rocas del lugar. Algunas de ellas se extrajeron del terreno y se utilizaron para la mampostería de la parte baja de la fachada del edificio, lo que contribuyó a crear una suerte de integración entre el suelo y las partes más altas de la obra, que son de color crema y contrastan con el paisaje verde o marrón.
La casa de la cascada o Fallingwater, en inglés, tiene tres plantas que se extienden horizontalmente entre voladizos y terrazas. El comedor donde está la chimenea está pensado para ser el corazón de la propiedad y el lugar de reunión familiar. En la cara Norte de la casa, la opuesta a la que se sostiene por encima del arroyo, hay una serie de pérgolas que se extienden desde la pared exterior hasta un talud de piedra que se eleva sobre el camino que lleva a la entrada. A ese lugar se lo conoce como el “bosque de la casa”.
En el interior, hay un estar abierto con cocina compacta ubicado en la primera planta. Las paredes están hechas de roca y unos grandes ventanales ofrecen una vista única de los bosques que rodean a la vivienda. En el lugar también hay dos puertas que conducen a terrazas y está la “escalera del agua”, llamada así porque deriva en una pequeña plataforma que está junto al arroyo. Para utilizarla, es necesario abrir unas mamparas corredizas de vidrio.
En el segundo piso hay tres habitaciones pequeñas y, en el tercero, está lo que fue el lugar de estudio y dormitorio del hijo de Kaufmann, quien cursó la carrera de arquitectura durante un tiempo. Los pasillos de la casa son oscuros y estrechos, para que los habitantes tengan una sensación de encierro cuando los transitan, algo que contrasta con la apertura del resto de los ambientes. Los techos de los cuartos son bajos, con el objetivo de dirigir la mirada horizontal hacia afuera.
La propiedad se finalizó en 1938 y ocupó la portada de la revista Time ese enero. Su precio inicial fue de US$155.000, a los que más tarde se les sumaron más de US$11 millones para una restauración urgente ya que, debido a problemas estructurales que requieren de un constante mantenimiento, la casa corría peligro de derrumbe. Cuando el matrimonio Kauffman murió, el hijo la donó a la Conservación Occidental de Pensilvania (WPC) y, en 1963, reabrió sus puertas como un museo.
Wright es considerado el mejor arquitecto estadounidense y “La casa de la cascada”, su obra maestra. Conocida como “la residencia más famosa que se haya construido”, se convirtió en un ícono de la época y el American Institute of Architects aseguró que es “la mejor obra de la arquitectura estadounidense de la historia”. En 2019, la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad. Todos los años, la propiedad recibe a miles de visitantes de forma presencial y también virtual, a través de su sitio oficial.
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