Los conservacionistas temen que esta propiedad, que es un “tesoro nacional” con estatus de hito, pueda quedar aislada del acceso público
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La casa unifamiliar con fachada de granito que se encuentra ubicada en el vecindario Back Bay de Boston fue diseñada hace más de 100 años por el artista Louis Comfort Tiffany. Ésta singular y bella propiedad hoy está considerada como el ejemplo vivo más completo de su visión residencial.
Llama la atención su fachada pálida, con paneles de mosaico colocados en piedra caliza y el vitral dispuesto sobre las puertas dobles revestidas en cobre. Éste es uno de los dos exteriores que se sabe que fueron diseñados por Tiffany y el único que permanece intacto.
El interior, con una escalera ovalada y una entrada con revestimiento de mármol blanco y contrahuellas de mosaico, es tan llamativo como el portal de acceso a la propiedad.
Una historia extensa
Durante décadas, el edificio, conocido como Mansión Ayer, fue propiedad de organizaciones sin fines de lucro vinculadas al grupo católico romano Opus Dei y ha funcionado como parte de un centro cultural y una residencia para mujeres que asisten a universidades cercanas. Durante ese tiempo, sus puertas se han abierto periódicamente al público para giras, conferencias y conciertos.
Todo eso podría cambiar pronto
La mansión, recientemente, se puso a la venta junto con un edificio contiguo, a un precio inicial de US$22,5 millones. Esta noticia preocupó a algunas personas que han trabajado durante años en restaurar esa vivienda, considerada por muchos como un monumento arquitectónico que lleva el sello de Tiffany.
Entre ellos se encuentra Jeanne Pelletier, asesora de preservación del grupo sin fines de lucro Campaign for the Ayer Mansion, que ha recaudado dinero público y privado y ha trabajado con el dueño de la mansión para reparar y restaurar algunas de sus características originales. A Pelletier le preocupa que una venta pudiera detener o reducir los estándares de esos esfuerzos y hacer que la mansión, que es un Monumento Histórico Nacional, fuera inaccesible para los académicos y otros visitantes. “El mayor temor es que el público nunca vuelva a ver estos interiores emblemáticos”.
Marie Oates, portavoz de la Fundación Trimount, propietaria de la mansión y del edificio contiguo que conforman la residencia y el centro cultural, dijo que “quiere ver qué compradores potenciales podrían surgir. Ellos, estarían preparados para poder quedarse con la propiedad si no recibe una oferta aceptable”. Más allá de eso, a Trimount le gustaría encontrar un comprador que valore la historia de la mansión, dijo Oates, y espera que cualquier nuevo propietario haga que las instalaciones sean accesibles al público, aunque eso sería difícil de garantizar. “Nos gustaría dar prioridad a un comprador o una oferta que tenga interés por preservar este tesoro nacional. Si, además, encontrásemos un comprador que permitiera el acceso público, sería increíble”, comentó Oates.
Alice Cooney Frelinghuysen, experta en Tiffany y curadora de artes decorativas americanas Anthony W. y Lulu C. Wang en el Museo Metropolitano de Arte, dijo que lo notable de la Mansión Ayer es que en gran parte aún se conservaran casi todos los elementos originales.
Según Frelinghuysen, el vestíbulo de entrada modernista, la espectacular escalera, los techos de mosaicos dorados, los jarrones de vidrio Favrile y un templo trompe l’oeil ubicado en el rellano de una escalera se combinan para formar un conjunto decorativo unificado. “Aquí, todo fue concebido como una obra de arte completa”.
La mansión, que fue construida entre 1899 y 1902 para el empresario y coleccionista de arte Frederick Ayer, desde 1964, ha sido propiedad en diferentes períodos de organizaciones sin fines de lucro asociadas con el Opus Dei, un grupo influyente históricamente conectado con causas de derecha -que se fundó bajo la premisa de que la vida ordinaria y el trabajo diario son caminos hacia la santidad y el servicio a la sociedad-.
Según cuenta la historia, el edificio ha sido utilizado por una tercera organización sin fines de lucro conocida como Bayridge Residence and Cultural Center, la cual también tiene una conexión con el Opus Dei y promueve la “integridad moral y ética”.
Bayridge comenzó con la restauración en 1997, primero contrató una firma de arquitectura para estudiar la mansión y preparar un plan de preservación. Desde 1998, la restauración ha sido organizada por Campaign for the Ayer Mansion y un grupo predecesor de nombre similar, que obtuvo subvenciones de la ciudad de Boston, la Comisión Histórica de Massachusetts y el programa federal Save America’s Treasures, así como de fundaciones privadas y donantes.
Con la cooperación de Trimount y Bayridge, la Mansión Ayer ha llevó a cabo una restauración interior y exterior valorada en cerca de US$3 millones. La obra sirvió para restaurar paneles de mosaico de la fachada y reparada pantalla de vidrios de colores del sector de la biblioteca de la mansión. También puso en valor una lámpara Tiffany de más de seis metros de largo sobre un conjunto de escaleras de mármol, usando vidrio existente y reemplazando las piezas que faltaban con vidrio sobreviviente de la Colección Neustadt de Tiffany Glass.
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