Juan Luis Basombrio invirtió US$50.000 para darle un nuevo uso al emblemático edificio donde funcionaba el diario Buenos Aires Herald
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A metros de Puerto Madero sobre la calle Azopardo, funcionó el histórico diario de habla inglesa Buenos Aires Herald. Con 140 años de publicaciones, en 2008 abandonó su lugar y en 2017 finalmente cerró sus puertas. Desde que la empresa se fue, el edificio de cuatro pisos adoptó una filosofía camaleónica y mutó en sus usos al pasar de diario a, por ejemplo, call center de un banco.
Sin embargo, en marzo adoptará otro uso más y hospedará un nuevo negocio impensado para la zona: funcionará una empresa de almacenamiento AR-Store. En otras palabras serán 2200 metros cuadrados de bauleras cuyo dueño pretende tener un 70% ocupado para fines de este año.
Reinventarse a mitad de camino
Así como el edificio se reinventó, la cabeza detrás del nuevo negocio que funcionará en él lo hizo también.
Corría el año 2006 cuando Juan Luis Basombrio, de ahora 63 años, se dedicaba a la producción de eventos y un conflicto laboral le cambió la vida. Su misión era organizar un torneo de polo en Bariloche pero se topó con un obstáculo: no había infraestructura portátil para alojar a los petiseros.
Se encontró con la opción de alquilar contenedores marítimos, pero por los costos se dio cuenta de que era mejor negocio comprarlos para usarlos y eventualmente conseguir una renta. Como su cliente se demoraba en confirmar y el tiempo de fabricación lo corría de detrás, se dejó llevar por un impulso y los compró con sus propios ahorros.
Estas unidades de acero, aluminio o madera de diferentes colores ya rondaban hacía tiempo en su cabeza. “Por muchos años vi el programa televisivo americano ¿Quién da más? en el que remataban las bauleras que no pagaban el alquiler pero además de fascinarme el programa me pareció interesante armar bauleras con contenedores marítimos. Pensaba que si funciona en Estados Unidos, tiene que funcionar en la Argentina”, recuerda.
Ese fue su primer paso de un largo camino en el mundo del almacenamiento. La empresa que lo había contratado finalmente se decidió por comprarlos y le reintegró la inversión pero él ya había proyectado un negocio con contenedores, por lo que utilizó un préstamo de $40.000 que había conseguido su esposa y compró las primeras dos unidades para alquilar en Comodoro Rivadavia, Chubut, un lugar que él considera la “tierra prometida” por la proliferación de negocios relacionados con el sector enérgético. Y se animó transformar los contenedores en oficinas, viviendas, vestuario, laboratorios, cabinas de seguridad e infraestructura móvil para multinacionales de servicios petroleros.
La apuesta dio sus frutos y con la reinversión de la facturación diversificó el negocio en Buenos Aires. Fue así como hace 11 años alquiló un predio en Don Torcuato para instalar 12 contenedores que funcionan como bauleras. Hoy ya tiene 400 unidades y solo el 5% están disponibles.
Con el ojo más afilado, tres años atrás Basombrio identificó nuevas zonas de crecimiento y puso foco en el área del barrio cerrado Puertos, el proyecto que realizó el creador de Nordelta, Eduardo Costantini, en Escobar. Y sumó 100 bauleras en contenedores que instaló en el parque industrial de Escobar, en el km 47,5 de la Panamericana.
Un nuevo negocio
“Dos veces por mes recibo ofertas de gente que quiere invertir en mi negocio”, dice y mide la temperatura de los resultados de su inversión. Habiendo echado anclas en el sur del país y el Gran Buenos Aires, le quedaba un desafío pendiente. “Un fenómeno del momento es que las industrias se están relocalizando en parques industriales y en la Ciudad de Buenos Aires están emanado más cantidad de servicios, entonces se genera mucho galpón vacío”, nota.
En ese contexto se zambullirá a un mercado que sí está consolidado. Se volvió a reinventar y el mes que viene debutará con bauleras en un edificio ubicado a pasos de Puerto Madero en el que desembolsó US$50.000 en su reconversión. Serán 2200 m² alfombra de bauleras de los 3600 m²: cada una tendrá entre tres y 20 metros cúbicos y se alquilarán desde los $5000 más impuestos por mes.
Un giro en su modelo de negocio es que no cerró un monto por el alquiler de la propiedad sino que adoptó una filosofía colaborativa. Se asoció con el dueño del edificio, quien tiene el título de la propiedad desde 1994, y pactaron “un alquiler de cinco años totalmente variable en el que él participa directamente en el flujo de fondos, es decir que si yo gano, él gana y si yo pierdo, él pierde”, explica.
Si bien las condiciones del negocio no son las más tradicionales, dado que no hay un costo fijo de alquiler o inversión, Basombrio estima que “en diciembre logrará un 70% de ocupación”. Esta proyección implica que en un negocio que rinde una tasa de retorno del 20% anual en dólares, la recuperación del capital invertido lo lograría en un año.
La aventura de integrarse en un mercado donde la competencia ya está instalada surgió de la oportunidad en el edificio y el potencial de la zona con proyectos inmobiliarios de lujo en los alrededores. “La construcción tenía óptimas condiciones como plantas libres en todos los pisos para todo: la redacción, para las máquinas gráficas, para las bobinas de papel y para los archivos; montacargas, embarcadero para que los camiones que cargaban los diarios y buen sistema anti incendio”, analiza
También observa que la zona está “llena de vida” y oportunidades. A pocas cuadras a la redonda se construyen tres torres de lujo que sumarán casi 1100 departamentos al barrio. Uno es el edificio de US$67 millones de inversión y 38 pisos que construye Consultatio: Huergo 475, que se entregará en 2024. Los otros dos son el dúo de torres de 36 pisos en la cuadra vecina del proyecto Quartier del Bajo, por el que la desarrolladora Argencons desembolsó US$80 millones.
Si la predicción del éxito se hace realidad, Basombrio promete ir por otros barrios como Mataderos y Parque Lezama y no descarta generar la expansión de su proyecto a través de un sistema de franquicias.
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